Servicio de Emergencia

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Por eso lloraré y os regaré con mis lágrimas, Monzón rural y Tierras Altas sorianas.
Porque han callado los gritos de la siega y la vendimia, huyeron de los huertos el gozo y la alegría, ni cantan ni dan gritos de alborozo en las viñas; el viñador no pisa el vino en el lagar, ha cesado el clamor de alegría...Y quedará un pequeño resto desvalido”. Isaías 16

Dicen que en el desierto, más allá de las dunas doradas, existen oasis, manantiales de agua de vida y árboles que dan un fruto cada mes y cuyas hojas son medicinales.

Dicen que después de sufrir múltiples espejismos se alcanza el ansiado oasis.

Dicen que en la ciudad secular existen también oasis, iglesias en las que los buscadores sedientos son tantos que hasta se disputan los asientos.

Unos van en busca del desfibrilador que agite y despierte el corazón. Vibraciones cálidas.
Otros buscan grandes argumentos teológicos para llenar sus cabezas.
Otros no buscan nada. Se hincan de rodillas, principio y fin de su religión.

En la España vacía oigo con asombro y envidia los relatos de esos insospechados oasis y bendigo a Dios. Dicen que...y me pongo a soñar.

En el Monzón rural de la Litera y la Ribagorza, mi hoy, nada de exquisiteces litúrgicas ni teológicas, la ignorancia secular es un plus, y los curas, ayer presidentes del ciclo vital de sus habitantes: bautizos, bodas y funerales, hoy, en su servicio de emergencia, sólo les queda la misa dominical.

Los judíos, para nosotros los del Antiguo Testamento, aún conservan la Minyan.

La presencia de 10 varones en la sinagoga es condición sine qua non para celebrar el servicio religioso y para la presencia de Dios en el together.

Siempre existió un Adán solo, pero nunca hubo una Eva sola. “One person alone will never be a completely realized human being”.

La Minyan enseña a los varones a salir de su individualismo y les recuerda que no sólo hay que vivir con los otros sino que hay que rezar con el Otro y con los otros.

Los curas, en la España vaciada, vieja y olvidada, cansados de viajar como las ambulancias, han comenzado a exigir la Minyan a sus feligreses.

La inmensa mayoría de los pueblecitos del Monzón rural y de Tierras altas sorianas aún incluyendo en la Minyan a las mujeres no la completan. Las misioneras del Domingo no seducen a sus maridos.

El ciclo vital de sus habitantes completado, el tiempo restante es pura carga.

El consumo de alimentos terrestres se hace innecesario. El armario no necesita nada y sobra casi todo, en la nevera todo es low fat, sugarless, sin calorías.

El consumo de religión, el templo, en estos parajes, es un zigurat frío y en un, dos, tres, you're out, bajo en calorías, engorda poco.

El corazón no está para vibraciones, la cabeza renuncia a los sermones y las rodillas, bendito sea Dios, no se doblan ya para nadie.

Los curas, con o sin Minyan, montan en sus ambulancias y continúan su servicio de emergencia.

Vendidas las casas parroquiales, los curas dejaron de estar presentes, de ser vecinos y contertulios en el teleclub del pueblo.

Congregar al pueblo desde la ciudad es tarea encomiable y los curas como cualquier otro funcionario hacen su servicio de emergencia, entre dudas e interrogantes sin respuestas, para “cumplir” con los hombres.