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“Tienes
nombre como de quien vive, pero estás muerto”, le susurra al oído, el que tiene
los siete espíritus de Dios, a la Iglesia de Sardes.
Diagnóstico,
a pesar de la agonía presencial, difícil de aceptar.
Acudir
a la cosmética sirve de poco, aliviarse con la ayuda de asociaciones laborales,
la mística vale para el cenobio, no consigue el objetivo último.
Son
muchas las escuelas de curas, frailes y monjas que aún lucen en sus fachadas
nombres “como de quien vive, pero están muertas”.
Ayer,
no tan lejano, sotanas y hábitos llenaron aulas y patios. El aggiornamento trajo
corbatas y camisas de boucheron y hasta vestimentas de Zara. Cambió la
decoración y algunos se preguntaban, ¿cuánta asimilación es too much? Con más
imaginación las esencias seguían perfumando las escuelas.
Las
comunidades de curas, frailes y monjas eran parte esencial de la escuela.
Trabajo y vivienda era un todo indisoluble. Eran los vigías del faro, siempre
encendido.
En el
siglo XXI, asimilación plena, hemos asistido al vaciamiento de las comunidades y
los conventos. Los penthouses comunitarios han desaparecido. Este fenómeno ya no
es noticia en la prensa local.
Los
Escolapios de Conde de Aranda con sus dos siglos larguísimos de historia, con
sus desfiles de niños por las calles de la ciudad acompañados por los curas, con
su iglesia abierta al culto 24/7...abandonaron el barco, nadie lloró, nadie
protestó y ni siquiera fue noticia.
Más que
una fuga, fue una muerte natural, sin testamento vital.
Ahora,
cada tarde, se baja la persiana y, como en cualquier otra escuela, sólo existe
el horario de entradas y salidas.
Hoy
mismo, agosto 28, a la vuelta de mi paseo, me he parado a saludar a Gilberto,
ochentón y bonachón, que conversaba con dos cuarentones en la terraza del bar
Isabel. A uno de ellos, al enterarse de que yo era cura, se le ha soltado, como
a Zacarías, la lengua y ha predicado el sermón de casi todos los ex de los
colegios de curas.
“Tengo
ya todos los sellos: el de bautismo, el de confirmación, comuniones y
confesiones, y el del matrimonio en Santa Engracia...The End. Misión Cumplida.
Réquiem por la escuela de curas que me aburrió y asustó”.
Responso
rezado en muchas tertulias de los ex de ayer que aún pueden presumir de tener
todos los sellos, gracias a los curas, frailes y monjas del penthouse, y de
tener un buen saldo en el BBVA del Cielo, saldo que se niegan a malgastar.
Uno de
los signos de los tiempos es el “vaciamiento”.
Las
catedrales, gran herencia cristiana, vaciadas de culto, tras pagar 5 euros
ofrecen a los diletantes éxtasis estéticos.
Las
iglesias, bendito vacío, ofrecen a una clientela muy selecta media hora de
silencio.
Los
conventos vacíos, a veces, se llenan con clero o monjas importadas.
La
España vaciada busca la bala mágica.
Las
aulas de las escuelas cristianas vaciadas de curas, frailes y monjas, gratis
total, se llenan de maestros sin votos. Necesitan un buen sueldo, una cama
matrimonial y libertad. Se imaginan algunos, engañosa ilusión, que todo es
igual, pero nada es igual.
¿Y los
nuevos alumnos de las aulas vaciadas de curas, frailes y monjas?
No es
ninguna tragedia que no sepan lo que es una sotana, que no vean un cura y que se
queden sin sellar.
Lo
trágico de verdad es que no sepan ni un versículo del NT, que no hayan dicho
nunca un Amén, ni un I love you Jesus. Saldrán tatuados por fuera como sus
padres, pero por dentro no llevarán ningún sello, ni el sello del Espíritu.
El
cerebro es la computadora más poderosa que poseemos y el corazón, no la cabeza,
bien formado tiene que guardar todas las contraseñas para ponerlo en marcha.
La
parroquia, la escuela parroquial y la casa parroquial, trinidad irrompible en la
Iglesia Católica Americana, empieza a romperse. Esta trinidad ha dejado de ser
un dogma para convertirse en una verdad mercantil.
Muchas
escuelas han cerrado, otras se han fusionado, there are no nuns left and no
monies, y ayer me enviaron la lista de las 20 escuelas parroquiales de la
diócesis de NYC que no abrirán sus puertas este mes de septiembre.
La
escuela de Corpus Christi Church está en la lista. Thomas Merton, el autor de
The Seven Storey Mountain, estudiante en Columbia University, comenzó su carrera
más importante, la de seguidor de Jesucristo, en la iglesia de Corpus Christi.
Escuelas
cerradas, templos en venta, curas,frailes y monjas, trabajadores sin sueldo y
sin sindicato...hay que diseñar nuevas plataformas para pasar la fe.
Las
iglesias evangélicas no tienen escuelas parroquiales, sólo tienen The Bible
School.
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