¿ Referendums en la Iglesia Católica ?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El primer referendum de la historia se celebró el año 30 de nuestra era.

Pilato, desde el balcón de la autoridad y del poder militar, consultó al pueblo que quería tener voz y voto sobre el destino de Jesús de Nazaret y le preguntó: “¿Qué voy a hacer con este hombre que decís es el Rey de los Judíos?”

A gritos, el pueblo entero contestó: “Crucifícalo”.

Pilato escuchó el clamor del pueblo, se lavó las manos y acató el resultado del referendum.

Para unos un referendum es el ejercicio de la “democracia directa”,para otros es la “dictadura de la mayoría”. El sistema perfecto de gobierno está todavía por inventar. Una cosa es cierta, de vez en cuando es justo y es necesario escuchar el clamor del pueblo. Cuatro años sin auscultar a este paciente que sólo tiene paciencia puede ser mortal.

Dejar nuestro destino en manos de unos desconocidos, que tienen menos luces que muchos ciudadanos y que son unos morrales totales, por haber sido votados a ciegas y a voleo, es una gran irresponsabilidad. La voluntad popular, invocada por estos extraterrestres, es mucho más que un número de votos o de escaños.

El 22 de mayo 2015, los Irlandeses celebraron un importante referendum. El Gobierno y el Parlamento se lavaron las manos como Pilato, se declararon indignos de imponer su criterio o su falta de criterio y preguntaron al pueblo: ¿Dicen Sí o NO al matrimonio de las personas del mismo sexo?

El 61,1 % dijo SÍ.

Viejos y jóvenes, hombres y mujeres, católicos y protestantes y hasta muchos curas, ignorando la consigna episcopal, dijeron SÍ al Amor.

La sociedad occidental, permisiva y libertaria, se ha sacudido el yugo secular y esclavizante de las doctrinas religiosas y ha abrazado los derechos humanos sin la letra pequeña de la moral veterotestamentaria.

“Homosexuals Must Repent or go to Hell” reza un gran letrero a la entrada de una iglesia del cinturón bíblico americano. “Los homosexuales deben arrepentirse o ir al infierno”. Propaganda impensable en Irlanda o en cualquier país de Europa.

El resultado del referendum Irlandés fue calificado de “catástrofe para la humanidad” por el Vaticano, más uncido al yugo del Levítico que al yugo de Jesús.

Irlanda, España, Polonia e Italia, ayer bastiones del catolicismo clásico y puro, hoy viajan por autopistas de tan alta velocidad que ese ayer ya no huele a nada.

El catolicismo tal como lo conocimos y vivimos los mayores de 65 años ha muerto.

Yo me pregunto, en mis pesadillas nocturnas, ¿y si a esta doctrina restrictiva del Vaticano, ahora que parece sintonizar más con el mundo real y los hombres de carne hueso, convocara un Referendum en la Iglesia?

A los católicos del mundo no nos quita el sueño la alta teología: aceptamos el misterio de la Santísima Trinidad y hasta el dogma de la Asunción sin pestañear, pero nos asusta y nos grifa el vello la actitud de la Iglesia frente a los problemas vitales como el matrimonio, el celibato, el sexo, la eutanasia...al fin y al cabo la vida, para la mayoría de los humanos, se reduce al estómago, la reproducción y unos pocos juegos florales intrascendentes.

Si la Humanae Vitae en lugar de haber sido impuesta por un solo hombre hubiera sido sometida a referendum ¿se imaginan el resultado?

Los católicos del mundo, de hecho, votan todas las noches y dicen NO a su doctrina restrictiva y dicen SÍ al amor. ¿Quién tiene la razón, un puñado de obispos o la inmensa mayoría de los fieles?

¿Y si se sometiera a referendum el celibato de los curas? No me cabe la menor duda de que SÍ sería más rotundo y más redondo que una luna llena. El sensus fidelium, la democracia eclesial, es algo que no se puede ignorar.

Un referendum eclesial, el nombre es lo menos importante, no estaría de más y no empañaría la sagrada y absoluta autoridad vaticana, al contrario la ensalzaría y haría más creible.

Jesús también hacía sus referendums y encuestas y quería saber lo que la gente opinaba sobre El.

La Iglesia sabe lo que sus fieles no aceptan y no cumplen, pero sus llaves sólo cierran y no abren casi nada.