“Saludaos
unos a otros con un beso santo”. 1 Cor 16:20
“No me diste un beso, mas ésta, desde que entré no ha dejado de besarme los
pies”. Lucas 7,45.
“Terminadas las oraciones, nos damos el beso de la paz”.San Justino, Mártir
Los seguidores de Jesús, en sus asambleas, expresaban su pertenencia, su
reconciliación, su identidad, poseedores del mismo password, -el credo- con un
beso.
Las palabras de Pablo, más que una recomendación, en imperativo, son un
mandamiento.
San Justino, Mártir, nos recuerda su puesta en práctica, el beso ritualizado.
Praxis que los cristianos observaron durante años y que la Iglesia de rito
oriental sigue manteniendo.
La misa postconciliar al beso del altar, mesa de y para lo esencial: el pan y el
vino, (convertida muchas veces en repisa de biblioteca) y al beso del
evangeliario, añadió un tercer beso, el beso de la paz. Tres presencias de
Jesús: en el pan, en la palabra y en el hermano.
El beso de la paz se ha convertido en un rito vacío de contenido. Con dientes
apretados y con cara hierática dibujamos una mueca nada litúrgica. Y si el cura
se olvida de mencionar “el saludaos”...nadie lo echa en falta.
Los neocatecumenales, los Kikos, escrutadores de la Palabra de Dios y obedientes
al mandato de San Pablo han recuperado el beso santo en sus gozosas eucaristías.
Beso recuperado, hermandad celebrada, reconciliación experimentada, comunidad
edificada, fe afirmada e identidad sellada con el beso santo de la paz.
Las comunidades religiosas donde se destila la miel más dulce en pláticas
espirituales, con el vocabulario más limpio y trascendente, todo paz y piedad,
fraternidad aparentemente perfecta, el Rito de la Paz es tan insulso y frío como
el de los fieles en sus bancos. Le falta el sazón de la humanitas.
Los frailes, capados tres veces, muchas veces pretendemos ser lo que no somos.
La castidad, gozosamente vivida y querida, nos convierte en eunucos por el Reino
de los cielos.
El sueño, tiempo que no sabe de censuras, docta ignorancia, a walk on the wild
side, nos despierta a nuestra realidad más animal.
La contaminación informativa, consumo de las armas de distracción masiva,
breviario de banalidades y frivolidades, es una capadura intelectual. No
menciones a Teilhard de Chardin, George Orwell, Murakami, Michel de Montaigne,
de Lubac, Vattimo… Viva la Wikipedia.
La ascesis, anestesia del cuerpo, nos hace olvidar que la santidad no es esto o
lo otro, cuerpo vs espíritu, es el cuerpo y el espíritu, juntos, inseparables,
together, conjugación de ambas dimensiones. El hombre unidimensional no existe.
Capadura emocional, hieratismo, frialdad de estatuas marmóreas, seriedad de
coronas de hojalata mal ajustadas…
No somos extraterrestres, nos santificamos y salvamos en este mundo, en esta
carne, en un diálogo del Yo con el Tú, y del Yo con los hermanos…Somos siameses.
Bernardo de Clairvaux, monje y hombre de estado, organizador de las Órdenes
Militares y predicador de la guerra a los paganos e infieles, gran santo y héroe
fracasado, la Segunda Cruzada, la suya, fue una humillación para él y para toda
la cristiandad. Pero es el predicador de los Tres Besos del cristiano y de su
Señor.
San Bernardo, entusiasta de El Cantar de los Cantares, llamado por Akiba “el
Santo de los Santos”, a partir del primer versículo: “Béseme con los besos de su
boca. Tus amores son más dulces que el vino”, hace exégesis de los Tres Besos.
El Cantar de los Cantares por más que mitiguemos su fuego y su pasión con el
agua bendita de la piedad, sigue rezumando erotismo y es uno de los más bellos
poemas del amor humano.
¿Qué lector -aun el más asceta y frígido- no se emociona y arde un poco leyendo
y releyendo esas líneas santas?
Donde hay amor hay presencia de Dios.
El beso de los pies,es expresión del arrepentimiento. Ésta, sus pecados se han
amontonado hasta el cielo, arrepentida, no ha dejado de besarme los pies.
Primer beso, acercarse a Jesús con un corazón dolorido. Jesús imprime su beso en
el corazón arrepentido y ofrece el vino del perdón.
El beso de las manos y Jesús las llena con sus bendiciones y sus virtudes.
Recibimos el beso de la virtud y nos ofrece el vino de la gracia.
El beso en la boca. El beso de los besos. El esposo se hace presente, “bésame
con los besos de tu boca”, en el tálamo nupcial, éxtasis, embriaguez total.
“He entrado en mi jardín, hermana mía, esposa, he recogido mi mirra y mi
bálsamo, he comido mi néctar con su miel, he bebido mi vino con su leche. Comed,
amigos, bebed, embriagaos de amores”. Cantar de los Cantares 5,1
Beso santo, beso de la paz, beso litúrgico, beso pasional…todos necesarios,
todos tienen su tiempo y su lugar.
Dice el Talmud quien salva una vida salva el mundo entero y déjame que te diga
quien besa un ser humano toca y anticipa el cielo.
Bernardo de Clairvaux, orador profundo, dijo cosas mucho antes que yo, mis
“escayolas” que no dan besos, ya estaban en su mente, voy a rastrear sus
escritos, tenemos coincidencias.
San Bernardo “rechazaba las imágenes porque distraían la atención de los monjes,
los apartaban de encontrar a Dios a través de la Escritura”.
“Las esculturas y adornos eran un gasto inútil, despilfarran el pan de los
pobres”.
En el cielo, la mala noticia es que, según los evangelios, no hay sexo, pero la
buena noticia es que sí hay besos.
“Bésame con los besos de tu boca que mejor que el vino son tus amores”. Amén.
Aleluya.