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“El
bueno quiere lo viejo y que lo viejo se conserve”.
Decisión que toma el Papa Francisco, guerra que se declara en el Vaticano.
La guerra de las Misas Individuales, mucho ruido y pocas nueces, es más el
frufrú de sotanas de seda que de argumentos teológicos.
Todo cura católico tiene el privilegio de celebrar su Misa Individual, sólo para
él, sin fieles. No sé si tiene que saludar con “El Señor esté con vosotros” a
una asamblea inexistente.
Seguro, seguro, que a ustedes habitantes de Pastriz, ni les interesa ni les
afecta.
En Pastriz, el Palacio en venta, las vaquitas rojas confinadas a orillas del
Ebro paren
terneritos sin parar y te miran bobamente al pasar, conversaciones sabrosas en
los
Jubilados Bar, y poco más, a no ser por el saxo, !qué bien suena!, de Alberto.
La
Alfranca. Todo en su sitio.
Yo, palabra de honor, no he celebrado nunca una Misa Individual. Y si algún día
después de tocar las primeras, las segundas y las terceras campanadas, not even
one shows up, me despediré del Jefe y con mucha paz cerraré la puerta.
El Papa Francisco, noticia menor elevada a categoría de herejía, ha prohibido en
el estado vaticano las Misas Individuales que sus funcionarios, clero con
títulos y clero raso, solían celebrar antes de comenzar su jornada laboral.
Once capillas y cuarenta y cinco altares han enmudecido. El Papa ha puesto un
STOP a esta costumbre nada litúrgica, nada conciliar y en nada parecida a la
Cena del Señor.
La Constitución sobre la Iglesia, número 28, afirma: “Por su oficio sagrado, los
presbíteros ejercen, sobre todo, en el culto o asamblea eucarística, donde,
obrando en nombre de Cristo...unen las oraciones de los FIELES al sacrificio de
su Cabeza”.
El Cardenal Robert Sarah, recientemente cesado como vigía de las esencias
cultuales, ha unido su voz al coro de los Tres Cardenales Tenores, Burke, Müller
y Brandmüller, para entonar los errores del Papa y exigirle que permita no sólo
las Misas Individuales sino también las Tradicionales.
Antes del Concilio Vaticano II, yo conocí y viví esta costumbre. Los curas, no
existía la concelebración, iban a sus altares, y en voz muy bajita, bisbiseaban
oraciones. El récord lo tiene un cura en la capilla de San Veremundo, en el
monasterio de Irache, 8 minutos.
¿Creen ustedes que había Eucaristía y devoción?
GRACIAS Francisco. Esta prohibición nos recuerda, a curas y a fieles, que la
Eucaristía es comunión, común-unión, asamblea del pueblo de Dios, presidida por
nuestro Sumo Sacerdote, Cristo.
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