La
escuela es la profesión que para promocionar su mercancía necesita embellecerse
con innecesarios y llamativos adjetivos.
Se presentan en el mercado como: escuelas laicas, confesionales, públicas,
privadas, concertadas, de curas, de monjas, bilingües, católicas, inglesas,
lycée francés.
Ha llegado el día en que todos los adjetivos resultan redundantes.
No necesidad de ofenderse si muchas escuelas sólo conservan en la fachada el
nombre de algún santo más desconocido que Viriato.
Los bomberos apagan fuegos, salvan vidas y se largan.
Los médicos operan próstatas, mutilan, y se lavan las manos.
Los albañiles, piedra a piedra, levantan una catedral y dejan que otros la
llenen.
Los bueyes, gracias a su trabajo silencioso, labran los campos y llenan los
graneros.
No adjetivos decorativos, sí trabajos eficaces.
En este hoy que nos toca vivir, el Estado, padre rico, generoso y compasivo,
satisface las necesidades sanitarias y educativas de todos los ciudadanos.
“Calasanz, por moción sobrenatural, propuso a sus compañeros la práctica de los
consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
Y quiso que educadores preferentemente sacerdotes, llevaran a su plenitud esta
acción educativa mediante el ministerio de la PALABRA Y DE LOS SACRAMENTOS”.
(Constituciones de las Escuelas Pías 3) Las Escuelas Católicas, agujereado
paraguas y sin remedio, nacieron más para catequizar, PALABRA Y SACRAMENTOS, que
para enseñar.
Los Fundadores y sus circunstancias y su visión original, perdidos en la nube,
mero recuerdo, madeja de Penélope tejida y destejida, es, hoy, una edición
corregida y disminuida.
Las Escuelas Católicas, en este 2025, aunque nos neguemos a ver, -lo que todo el
mundo ve y comenta- no son ni teóricamente religiosas.
Les falta lo esencial, la presencia de curas, de frailes, de monjas, los
poseedores del carisma, “los que siguen al Cordero a donde quiera que vaya, los
que no se contaminaron con mujeres porque son vírgenes”.
Ap 14 Los que reciben 140 euros al mes.
Los que tienen la maleta preparada.
Los que no tienen derecho a que se les pingue el pincho.
Sólo quedan jirones arrugados.
El bilingüismo de Calasanz, Piedad y Letras, fe y cultura, alta literatura, hoy
viaja por autopistas más prácticas, las que la sociedad demanda.
Asépticas, se han sacudido el peso de lo trascendental y han caído en la prosa
de la vulgaridad.
Tristeza y risas me causan los encuentros no buscados ni deseados.
“Soy el encargado de alimentar el carisma”, me dice con solemne seriedad un
profesor seglar.
Barnizado y tuneado en el taller de reclutamiento durante un fin de semana, éste
arrincona al fraile que ha mamado y vivido el carisma durante toda su vida.
Bienvenido a heredar, le digo.
Harry Potter y el cáliz del fuego, catequesis de magia y de hechicería.
El colegio, decorado con todos los utensilios de la saga, llenan aulas y
escaleras y los profesores disfrazados reciben a las familias y las introducen a
un nuevo mundo, el único que existe para sus hijos.
Ahora toca Asterix y Obelix.
Lo que no toca es la PALABRA Y LOS SACRAMENTOS.
“Donde no hay bueyes, leo en el libro de los Proverbios, no hay trigo”.
PRIVADO.
SÓLO PERSONAS AUTORIZADAS.
Todas las Escuelas Católicas tienen una iglesia, Aula Magna, años atrás visitada
diariamente, ayer semanalmente, hoy, terreno sembrado de minas unipersonales,
out of service.
Ayer las Escuelas Católicas no tenían un polideportivo, hoy es indispensable,
algunas tienen piscina, restaurante y salón de masaje.
En este tiempo de escasez, no niños para tanta oferta concertada, los colegios
tienen que hacer ostentación de instalaciones deportivas y de actividades
extraescolares para llenar sus aulas.
La fe no debiera ser una extraescolar, desgraciadamente no figura ni como
extraescolar.
De la parresía evangélica hemos pasado a la tolerancia, cobardía institucional.
“No renunciéis a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa”.
Hebreos 10 Las órdenes y congregaciones religiosas diezmadas, han entregado su
reino por absoluta necesidad a los profesores, herederos a su pesar, ya ha
pasado en más de un centro, que no han acabado con el negocio, pero sí le han
dado un puntapié en el c- l- al carisma.