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Las
navidades de la inmensa mayoría de las gentes de esta generación tienen poca o
ninguna religión, pero los kioscos de prensa, en estos tiempos de desactivación
espiritual, están llenos de religión, gracias a la buena estrella del Papa
Francisco.
Las
iglesias se pueden vaciar, los curas nos podemos ahorrar los sermones prosaicos,
aburridos y archirrepetidos, Francisco se ha convertido en el activo religioso
más importante de la Iglesia Católica y habla por todos y para todos.
La
severidad se ha transformado en ternura, la tristeza en alegría y el hieratismo
bizantino en sencillez franciscana. Ya nada es igual en el Vaticano, museo de
reliquias y doctrinas antiquísimas tan falsas como la urnita de San Pedro
exhibida como tesoro rescatado de las profundidades del Tiber; ahora, aunque
todo sigue igual, Francisco ha eclipsado a un Benedicto que nos deprimía y que
queremos calladito en su rincón. El cura Francisco nos ha eclipsado a todos los
curas, a pesar de ese calendario dedicado a los curas, hombres very hot and very
sexy. Al verlo me he puesto a pensar si no serán jóvenes vestidos de curas con
un celibato activo y activado fuera de las portadas. Hay cosas que no se pueden
desactivar.
Los
curas cuantas menos portadas tengamos mejor noticia seremos.
Las
portadas son todas para el Papa Francisco.
Nancy
Gibb, editora de la Revista TIME y nacida en una familia muy Presbiteriana, se
ha atrevido a poner en la portada de TIME a un Papa Católico.
Francisco,
recién llegado a la Roma eterna, ha ganado la partida a todas las celebridades
mundanas y ha sido proclamado Urbi et Orbi, una vez más, no desde un balcón sino
desde las portadas más importantes del mundo como la estrella que más ha
brillado en el firmamento de los hombres en este 2013.
Francisco
es una gran sorpresa para ateos y creyentes, para protestantes y católicos y
muchos se preguntan, ¿qué sorpresa nos dará mañana?
¿Quién
no ha pronunciado su nombre con admiración alguna vez?
Su
popularidad es global. Ha captado la atención de todos y nos ha hecho conversar
sobre nuevos temas y sus abrazos a los desfigurados y enfermos no les han
curado, pero sí les han sanado el corazón y han hinchado de esperanza sus vidas
desesperadas.
Yo sé
que el sector más conservador y reaccionario de la Iglesia, los portaestandartes
de la ortodoxia estéril y castradora, sienten celos de Francisco y se ven
relegados, como San José, a ser extras en esta nueva película. Ahora son simples
conspiradores.
“Dado
que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una
conversión del papado”, escribe el Papa en el número 32 de la Alegría del
Evangelio.
El Papa
Francisco no quiere ser la punta de una pirámide que no apunta a ninguna parte,
quiere refugiarse en el sensus fidelium, tomar decisiones importantes no desde
un despacho insonorizado sino armonizando la pluralidad de las voces de todos
los continentes y quiere, sobre todo, que no nos olvidemos de los pobres.
La
revista más intelectual y más literaria de América, THE NEW YORKER, muchos
escritores famosos publicaron sus primeros escritos en esta revista, se ha unido
también a este coro de admiradores de Francisco y la ha dedicado su portada en
su último número. Francisco como un ángel gozando en la nieve, en las nubes, en
un cielo más cercano que nunca.
THE
ADVOCATE, revista especializada en el universo gay, sabía que nombrar a
Francisco “Persona del Año” provocaría todo tipo de discusiones entre sus
destinatarios. Al fin y al cabo el mayor enemigo de los gays ha sido y sigue
siendo la Iglesia Católica. Amar al pecador y odiar el pecado es una fórmula que
demuestra ningún amor y no explica ni entiende la realidad del amor.
En la
mejilla del Papa Francisco se lee “NO H8”,-No Hate- no odio. Una de las frases
más citadas del Papa es ¿quién soy yo para juzgar? Esta simple frase repetida
como una contraseña ha acercado al colectivo gay a la Iglesia y ha roto el hielo
que hacía imposible toda conversación y comunión. No ser juzgado es signo de
aceptación.
Las
portadas de ESQUIRE, revista que sólo miro de reojo en el kiosco, son las de la
frivolidad, hombres y mujeres que se empeñan en enseñar cuando no tienen nada
importante que enseñar. Esquire ha definido a Francisco como “el hombre más
interesante del mundo”.
Tengo
la impresión de que la prensa española se contenta con autoflagelarse y
castigarnos a todos recordándonos, día tras día, los escándalos que aquejan a
esta sociedad enferma. Francisco es fuente inagotable de buenas noticias.
Escuchémosle.
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