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Persecución Silenciosa

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Recuerdo aún aquella vigilia quijotesca para recibir el año 2000.

Qué lejos queda el amanecer del Nuevo Milenio, del Nuevo Siglo! Amanecer temido, los efectos del Y2K garantizados, la gente había almacenado provisiones por miedo sin saber a qué ni a quién.

Nosotros, los marcados con el sello del Espíritu, convertimos el 88 de Convent Avenue en un templo bajo las estrellas y dimos la Bienvenida al Nuevo Milenio con cantos, con lecturas bíblicas, con oraciones, con vivas, abrazos y besos. Vigilia para despertar a Dios que duerme. Queriamos gritarle: Despierta.

Esperábamos el Milenio del Espíritu, de la mística, de la felicidad y del brotherhood of man…

Imagine un cielo nuevo y una tierra nueva, era la cara amable, la cara deseada, the impossible dream, a pesar de que cada amanecer nos abre los ojos a nuevas tragedias.

El telediario de las malas noticias, adictos a la CNN, 24 Horas: ciclones, huracanes, Katrinas, tsunami, palabra nueva añadida a nuestro vocabulario, plaga de langostas en África, fuegos australianos, los viejos “ismos” y los Voxismos...sí, la tierra arde y los malos augurios se siguen amontonando.

Nos hemos olvidado de Greta Thunberg, la voz más apocalíptica de nuestra sociedad, que amenaza y exhorta a los poderosos, a los ricos y a todos los habitantes de la tierra a salvar el Planeta A. Greta, te tendremos que despertar.

Este mes de junio 2020 George Floyd, The Invisible Man, con su grito “I can’t breathe” ha apagado todos los gritos y ha eclipsado a todos los poderosos, ha hecho hincar la rodilla al presidente Trudeau, a Nancy Pelosi, presidenta del Congreso,a los congresistas americanos, a los policías, a los futbolistas, a los cantantes y a todos los hombres bien nacidos.

George Floyd, mártir a su pesar, ha comenzado a desatar el nudo de víboras del racismo aparentemente irrompible e invencible y, convertido en héroe internacional, ha convocado al mundo entero a destronar a la Bestia Blanca. ¿Quién como la Bestia? ¿Quién puede combatir con ella?

George, te tendremos que invocar má de una vez.

Y de repente, out of the blue, sin anunciarse, como Satanás, arrojado a la tierra, aparece un nuevo enemigo que no se propone acabar con el Planeta sino con sus habitantes.

Solo conocemos su nombre, Coronavairus. No tiene padre conocido y está por encima de todo principado, de los serafines y querubines y viaja con un pasaporte universal. El Coronavairus solo asusta y mete miedo a viejos y jóvenes, a ricos y pobres y a los niños de todos los colores. Al fin y al cabo nada más universal, más natural y más necesario que la Muerte.

Adictos al telediario de las malas noticias, hay que estar al día, el Coronavairus nos ha sobrealimentado con normas sobre horarios, viajes, salidas, complementos que hay que lucir y avisos, detenciones, castigos, multas, cárceles...Catequesis diaria, más tortura que consuelo.

Las Religiones, de tener el monopolio de las grandes verdades y de la esperanza, se han sometido, se han empequeñecido y sin resistencia han obedecido,santo temor al Coronavairus, a la autoridad sanitaria.

No han esgrimido el arsenal de sus argumentos teológicos, los púlpitos silentes, Francisco confinado sin vena apocalíptica, un poco de ética ha sido suficiente.

La salvación en este mundo, la salud de los cuerpos, es lo urgente, nuestro radar no detecta el mundo venidero.

Este mundo, maravilloso y embriagante, pasa y a pesar de las alarmas de seguridad y de los simulacros de evacuación hay que vivir en constante tensión.

El Coronavairus, más que un virus, es un signo de la naturaleza que nos avisa de la inminente llegada de un virus verdaderamente letal, de Armageddon.

La Iglesia Católica, ayer “extra ecclesiam nulla salus”, hoy, una institución entre otras muchas, ha perdido a los católicos culturales y nominales, ignorantes e indiferentes ya no saben quién fue el profeta Elías, Jesucristo es solo una estampita y no saben citar un versículo del NT.

Ardo en celo por Yahveh. Solo quedo yo y buscan mi vida para quitármela”, grita Elías y los pocos Elías que aún quedan.

La persecución de la sangre es gloriosa, significativa, victoriosa y necesaria.

La persecución de la indiferencia es dolorosa y humillante, no merece ni gestos ni palabras, no tiene ni lágrimas ni herederos. Es un mal síntoma.

La persecución del Coronavairus es silenciosa y eficaz, ataca a las almas y a la vida de las Iglesias. Ha conseguido, milagro insólito, lo que no han conseguido ni los emperadores ni sus ejércitos, taparle la boca durante más de cien días.

Cerrados los templos, las lenguas se han callado, los corazones se han parado, los ídolos han sido derribados de sus pedestales de mármol, la pequeña esperanza se ha mermado muchísimo, la palabra “vacuna”, no Dios, es la más invocada, tregua corta, a la larga el Coronavairus y sus aliados tendrán la última palabra.

Solo nos queda organizar un gran Revival para inaugurar el 2021.

Dios, Diosito mío, Tú no necesitas Revivals, no me necesitas. Yo te necesito.