|
Si le
pregunta usted a Google por Peralta de la Sal, le señalará un puntito en el
mapamundi, le indicará su ubicación exacta y le proporcionará un montón de
estadísticas innecesarias y hasta le informará sobre la filiación política de su
alcalde.
Este
rincón, a pesar del barranco encantado de Gabasa y de sus ermitas en los altos,
expresión de la piedad popular, está incomunicado. No tiene aeropuerto, ni
estación de tren ni de autobuses, ni autobús turístico, ni taxis…una carretera
estrecha y zigzagueante le conducirá al Santuario.
Peralta,
como tantos pueblos del mundo rural, vive sus horas más tristes y no necesita
que nadie lo llene ni lo despierte. Pero Peralta tiene un plus de vida.
Aquí
nació un hombre que es conocido en múltiples rincones del mundo, porque donde
hay un Escolapio allí está presente José de Calasanz. Un santo, un pedagogo, un
influencer.
La casa
donde nació Calasanz, convertida en un gran templo, tuvo su historia, sus días
de gloria, de culto para el pueblo y para generaciones y generaciones de jóvenes
que engrosaron las filas de la Orden de las Escuelas Pías, su Obra.
Yo no
quiero desenterrar el pasado para embellecerlo y vestirlo con trajes
esplendorosos y alquilados para la ocasión.
Peralta,
durante muchísimos años, se contentó con ser la cuna de San José de Calasanz,
una nota biográfica para los lejanos, para nosotros, los aragoneses, fue casa de
paso, la aguantamos sin más, no creó adicción en nosotros.
Peralta
ha sido muchas cosas, algunas disparatadas y esperpénticas: macro granja de
patos, de pollos… -negocios para apagar fuegos económicos- ha sido noviciado,
seminario, escuela del pueblo, residencia para ejercicios espirituales, albergue
juvenil, escuela de hostelería, una de las seis ciudades refugio del Libro de
los Números, a place to play hide and seek…
El
cartel a la entrada y salida del pueblo reza: SANTUARIO de San José de Calasanz.
José de
Casandraz, no educado para el préstamo y la mendacidad, emigró a Roma, la ciudad
asentada sobre grandes aguas, la ciudad de los clérigos ambiciosos, y allí, para
siempre, se quedó.
San
Pantaleo es el corazón de la Orden de las Escuelas Pías. Peralta is just a
second thought and plays second fiddle to Rome.
HOY, 60
años después, Peralta es mi presente. De las estrecheces de ayer a la holgura de
hoy, del bullicio y la animación de ayer al silencio, sacred stillness, de hoy,
hasta el SANTUARIO está tan mudo como el columbario domiciliado bajo sus
bóvedas.
Los cuatro Escolapios que formamos la comunidad, somos responsables de la Unidad
Pastoral de Peralta,19 pueblos (pueblo es un eufemismo) rurales de la Litera y
la Ribagorza, más entretenimiento que servicio pastoral a distancia, la Pastoral
exige presencia, la nuestra es la visita de la media hora dominical.
Hoy,
decir Peralta es decir SANTUARIO, CONVENTO, MONASTERIO, de recessu a secularibus,
espiritualidad in the wild, alejamiento de la ciudad secular y mundana y de sus
mil distracciones. Vana ilusión, la caldera hirviente la llevamos dentro y
ningún monasterio la puede apagar. Mi MONASTERIO es Peralta, Santa María de
Huerta y New York City, Dios sigue siendo intimisimo dentro de mí.
Una
cosa que Peralta nunca ha sido es un Centro de Espiritualidad, un Centro de
Estudios. A Google le hemos confiado la memoria de los siglos y nos la sirve con
elegancia y prontitud. Google, omnipresente, no necesita ni aeropuertos ni
medios de transporte.
Me
dicen que “aquí” los niños celebran las Aulas de la Naturaleza, unos días
divertidos para abrazar los árboles, escuchar los pájaros, reír y liberarse de
la tutela paterna y de la ducha matinal.
Peralta
duerme, sueña y busca…
|