|
En los
palacios, con escudos de armas y escaleras imperiales, de los reyes y de los
Grandes de España, no faltaba la Capilla, Oratorio Privado, en el que su Cura
Privado, su capellán, bautizaba a sus hijos. No tenían necesidad de mezclarse
con los hijos de la plebe. Su dios y su religión tenían un plus de privacidad y
de fastuosidad que la plebe sospechaba pero nunca presenciaba.
En esos
palacios, hoy, sólo quedan imágenes, escayolas doradas, y cuadros religiosos más
de museo que de piedad. Los rezos se apagaron para siempre y las devociones
quedaron encerradas en los Libros de Horas.
La
aristocracia, en América, es la del dinero no la de los apellidos. Los ricos
pagaban un banco en la iglesia de Grace Church or Trinity Church...era el banco
de su propiedad y tenían que mancharse los zapatos para sentarse en él. En
algunas iglesias episcopalianas aún se puede leer el nombre,grabado en bronce,
de sus propietarios. No existían los oratorios privados.
Los
superricos de nuestra sociedad, “Material Girl” canta Madonna, en sus mansiones
de muchos metros cuadrados, tienen piscinas, saunas, gimnasios, sala de cine,
garajes para guardar sus coches de alta gama, jardines Versallescos… todo es
material,tangible y fungible, la dimensiòn trascendente, cuento de hadas, se ha
evaporado.
Bien lo
dice el libro de Job que se asombra y pregunta: ¿”Por qué siguen vivos los
malvados que envejecen y aumenta su poder?
Y eso
que dicen a Dios: !Déjanos en paz!, no nos interesa para nada conocer tus
caminos. ¿Qué sacamos con invocar al Todopoderoso? Job 21,14
Lo que
en los palacios y fincas de los nobles fue un privilegio en los conventos es una
necesidad.
Las
comunidades de monjas y de Hermanos, y las de los frailes, en los años de
fertilidad y de pobreza, las boca-ciones surgían de debajo de las piedras,
tiempos de austeridad y de estricta clausura, todo se tenía y se hacía en casa.
Dios en casa, Misa en casa, Rosario en casa, Devociones y Novenas en casa...y un
cuarto para el cura privado en casa.
El
Oratorio privado. La Capilla, libraba a sus moradores de mancharse los zapatos y
de mezclarse con la massa damnata.
Me
cuentan que un religioso si le falla su cura privado no se molesta en bajar
veinte escalones para asistir a la misa de la parroquia y los domingos, para no
pecar mortalmente, se planta en el coro de la iglesia desde donde cuenta pelucas
y lee calvas y cree, ignorante y mal educado y peor catequizado él, que ha
cumplido con Dios.
Hoy,
tiempos de fertilidad programada y de bocas satisfechas, los Oratorios privados
se cierran, los curas privados difìciles de encontrar, las monjas han
descubierto por fin el camino que lleva al Templo y han aprendido que la
Liturgia es más hermosa y más rica y que el NOSOTROS es más grande que el
nosotros de tres o cuatro monjas perdidas en su laberinto. Las monjas,
despertadas tras siglos de piadosa sumisión a una obediencia que Dios no quiere,
hoy, aspiran, en la Iglesia de Jesús, a TODO.
En su
Oratorio son mero número, en la Gran Asamblea son protagonistas y servidoras de
la comunidad.
En los
palacios episcopales el Obispo, el primer evangelizador, tiene su Oratorio
Privado y es el que menos lo necesita, su Oratorio es la diòcesis entera.
Los
curas diocesanos no tienen Oratorio privado en su apartamento y las familias
cristianas, iglesias domésticas, no tienen Oratorio privado en sus apartamentos,
todos tienen que ir al Templo y formar asamblea santa y todos pueden convertir
su casa en un Templo sin necesidad de tener el Sagrario, llamado por los niños
de Primera Comunión “El Joyero”.
En las
comunidade religiosas hay mucho Oratorio y poca oración.
El
Oratorio Privado, refugio atómico, se convierte en Oratorio si está entronizado
el Sagrario.
No
sagrario, lugar profano.
Me
encantan los Oratorios de los Neocatecumenales, con cuatro símbolos desmontables
y transportables transforman el salón de cualquier hotel en un Gran Templo donde
dan culto a Dios con muchas palabras, con gran música, con hermosas flores y con
castos besos.
Amén
|