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No Existen Grandes Santos

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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No existen grandes santos, sólo existe el Tú Solo Santo.

Los “mejores” tienen sus pecados y los “peores” tienen sus virtudes.

“Encuentra tu persona Vitamina” leo en la tapa de un libro expuesto en la vitrina de la Casa del Libro. Título sugerente.

No sé a quién está dedicado. Ignoro su primera frase, llave que abre el apetito, la primera vitamina, o lo apaga. ¿Se Trata de un libro-autoayuda? ¿Se nos ofrece como nuestro personal coach?

Ayer visité a mi médico en el ambulatorio y después de examinar los distintos niveles, los altos, los bajos y los desbocados me dijo: “Está usted muy bajo de Vitamina B 12”. Escribió una receta y, sin decir adiós, dirigí mis pasos a la farmacia. Dos horas más tarde tomaba mi Vitamina B12.

Hasta mi móvil, datos muy limitados, necesita más vitaminas. Hay vitaminas para caballos y para jockeys.

Los católicos hemos convertido a los “santos con diploma” en nuestra vitamina.

San José Esposo, Vitamina de la castidad.
San Pedro, las llaves, Vitamina del poder.
San Francisco de Asís, Vitamina de la ecología.
San Francisco de Sales, Vitamina del buzoneo parroquial.
San Pancracio, Vitamina del perejil y de la buena suerte.
San Antonio, Vitamina de lo perdido, B 12.
San Abundio de Como, Vitamina de los que, como yo, somos un poco faltos.
Lista que no tiene fin, forever and ever. Amen.

Nosotros, los católicos, hemos encontrado desde pequeños nuestra persona Vitamina, nuestro santo.

Cada ciudad, en España, tiene su santo oficial, su San Saturio o su San Fermín o…

Cada congregación religiosa necesita, para justificar su existencia, un fundador, que tiene que ser declarado Santo porque sí. ¿Si no a quién va a rezar o quién va a ser su vitamina? Vitaminas caras, pero un título bien vale una misa y hasta empeñarse.

Mención aparte merece la Mujer de las Mujeres, la vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza.

Alcañiz, mi destino efímero, tiene su ermita, -La Virgen de Pueyos.
Un pastorcito, género literario universal, de nombre Pueyo, fue visitado y saludado, muchos siglos atrás, por la Virgen María y desde entonces los quintos cuidan y embellecen el santuario y su maravilloso entorno.

¿Existe algún pueblo de la España vaciada que no tenga su imagen, su ermita, su leyenda, su himno, su fiesta, su procesión por las calles vacías y su propia advocación a María?

¡Tantas vitaminas y tan poca fe! Son genéricas, caramelizadas, baratas, se consumen sin receta médica.

La Semana Santa callejera, saetera y tamborilera tiene pocas vitaminas, no está programada para los peregrinos, ya no quedan, sino para los turistas y sus celulares.

“Oh, insensatos Gálatas! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, a cuyos ojos se presentó Cristo crucificado? Por las obras de la Ley no será justificado nadie”.

Dorothy Day, bohemia, pecadora, pacifista, vida vivida en las trincheras de las manifestaciones, de los manifiestos contra la guerra, fundadora del Catholic Worker, casas de acogida para los sin techo, decía: no quiero ser santa, quiero ser hermana de los pobres.

Su proceso, obtener el diploma en el laberinto vaticano, siempre está cercano y sin embargo cada día más lejano.

¿Qué hacer con una mujer tan santa, tan política y tan pecadora?

Su perfil no encaja en el modelo de santidad apadrinado por la factoría vaticana de la santidad. Pero encaja perfectamente en el de Dios.

No sé si es una pequeña “santa”, sí sé que su espiritualidad, Dios fue un íntimo en su tienda, es distinta de la de los frailes y monjas, vidas vividas bajo el yugo de la observancia puntillosa de las normas.

Los “pequeños santos” se drogan con las “pequeñas virtudes”: la humildad, el cuello torcido como un junco, la obediencia cadáver, la observancia fiel a los actos de oración, uncidos al yugo de la ley nunca se han rebelado ni criticado, sin grandes amores han navegado por el mundo ausentes del mundo. “Un hombre no tentado no puede presumir de ser casto”.

Podemos hinchar con un fuelle el curriculum vitae de los propuestos para “pequeños santos”, pero, casi siempre, sólo sale aire.

Feliz Glicerio Landriani, eterno venerable, por falta de vitaminas eurísticas. No se te ocurra hacer milagros, te reducirán a una escayola.

Los vivos, los vivos, son los que te alaban, Señor.

Los “santos”, pequeños o grandes, pero vivos son los que importan.

¿Quieren invertir en diplomas de santidad?

El P. Fernando Guillén Preckler, mi confesor, es un digno, mejor es un fantástico candidato.

Se definía a sí mismo como “biológicamente sacerdote”, siempre sonriente, siempre servicial, siempre orante,siempre estudioso, no perdió la inocencia bautismal, no tuvo mucho mérito, no fue testado y vivió rodeado y amurallado por el amor de Dios, testigo de la Palabra y del testimonio de Jesucristo fue siempre fiel.

“Dividir el mundo entre santos y pecadores, entre salvados y condenados, entre los hijos de Dios y los hijos del diablo, es el primer paso en el camino hacia la violencia en nombre de Dios”. Jonathan Sacks

La Biblia, Vitamina de la A a la Z, no es un libro de “santos” porque es un libro sobre los hombres, sobre nosotros y para nosotros que tenemos grandes pecados y pequeñas virtudes.