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Los
chinos que no saben nada de la Navidad cristiana, sí saben mucho de las
navidades y nos venden Papás Noel, arbolitos de plástico, niños Jesús rubios o
morenos y todos los adornos horteras e innecesarios con los que adornamos el
rincón oscuro del salón.
El
Corte Inglés, con sus grandes fachadas luminosas, es el especialista de las
navidades. Tiene su sección navideña sofisticada y elegante, pero tan hortera e
innecesaria como la de los chinos.
Para mí
los belenes, lo confieso, representan lo superfluo, son el decorado navideño
inevitable de la Plaza Mayor y de las iglesias y cuanto más complicados y más
ornamentados tanto más innecesarios.
Las
navidades tienen su ritual y su ceremonial. Todos enviamos tarjetas con dos
palabras: Felices Fiestas o Feliz Navidad que nada dicen y a nada convocan.
Desparecidas
las tarjetas clásicas, ahora las tarjetas hablan de nosotros: foto de familia,
foto del hijo recién nacido, foto del negocio, foto con la iglesia de Santo
Domingo como escenario… los selfies del Yo, odiamos las ideas y nos quedan
nuestros autorretratos, las navidades somos nosotros y nadie más que nosotros,
nosotros en el mar o en la montaña, en la casa rural soriana o en el resort
caribeño.
Navidades
o solsticio de invierno, vacaciones gastronómicas, tiempo lúdico para hombres
que no saben cómo llenar el tiempo más alargado y más vacío del año. Sí, las
navidades han dejado de ser la fiesta cristiana de ayer en un mundo cada vez más
plural y más secular.
No seré
yo quien critique las mil y una visiones de las navidades. Los ateos americanos
han colgado a la entrada del Lincoln Tunnel una pancarta que dice: “You know it’s
a myth”, -ustedes saben que es un mito y a la salida del túnel los católicos
colgaron otra que dice: “You know it’s real”, -ustedes saben que es verdad-. La
guerra de las navidades, mito o realidad, pretender que Cristo sea el centro de
estas fiestas, es vivir en un pasado que, si alguna vez existió, hay que
enterrar.
En
España esta guerra no existe. La única guerra importante es decidir quién es
mejor, Messi o Ronaldo, el Barcelona o el Madrid. El fútbol es la droga total.
Las
navidades y la Navidad no son rivales. Las navidades son fiestas laicas para
gentes que han perdido o han crecido sin raíces cristianas por más gotitas de
nostalgia o de ternura con las que las queramos asperjar. Las navidades,
patrimonio de la humanidad, son para todos, creyentes, ateos y agnósticos. La
Navidad es para mí y unos pocos más. La Navidad es importante para los
cristianos porque Jesús es importante para nosotros. Es el cumpleaños de Jesús,
no el nuestro.
Es una
pena que nosotros hayamos hecho de lo normal algo anormal y hasta hayamos
traficado con el ADN de Dios y de su hijo. Me gustaría verificar su certificado
de nacimiento y reescribir su genealogía.
La
Navidad celebra el nacimiento de un niño, Jesús de Nazaret, acontecimiento tan
normal e insignificante que a los evangelistas Marcos y Juan no les interesa.
Mateo ensombrece la noticia con la represión cruel de Herodes de la cual se
libra huyendo a Egipto. Lucas, más grandioso y más idílico, empequeñece el
edicto del emperador Augusto para proclamar por boca de los ángeles y de los
pastores el edicto de la Buena Noticia, del nacimiento del que será el nuevo
emperador de la paz y del amor.
La
Navidad, desnudada de sus ropajes literarios y folclóricos y contemplada en
cueros, es tiempo de silencio y de adoración.
Son
muchos los grandes hombres que despiertan nuestra envidia y admiración por su
servicio generoso y desinteresado en aliviar los sufrimientos que oprimen a los
hombres en este mundo tan duro, tan injusto y tan inhumano.
Obama
en su panegírico para despedir a Nelson Mandela dijo: “He makes me want to be a
better man”.”Me hace querer ser un hombre mejor”.
La
Navidad nos convoca a los seguidores de Jesús a algo más que ser mejores
personas, mejores ciudadanos y mejores cristianos, nos convoca a entregar la
vida, no por mera filantropía, sino a ejemplo del mejor hombre, el mejor amigo,
el único Salvador.
A los
que celebran el solsticio de invierno y a los neopaganos del pensamiento débil,
les deseo unas muy felices navidades.
A los
adoradores del único hombre que es saludado todos los días con un “Te quiero”,
les deseo una Muy Feliz Navidad.
A todos
los lectores de HERALDO SORIA: FELIZ NAVIDAD y felices
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