Un
feligrés, procedente de un “campito” de la República Dominicana en la despedida
post missam, me susurró al oído en el abrazo mutuo, “hoy es mi cumpleaños, nadie
me ha felicitado, nadie me ha recordado. Mi fecha, Yo soy más que una fecha”.
A partir de aquel domingo, antes del sermón, la comunidad felicitaba cumpleaños
y aniversarios de los hermanos de la comunidad eclesial.
La NAVIDAD, fecha del que no tiene fechas ni genealogía ni gramática, día en que
Jesucristo se hizo carne y plantó su tienda en medio del campamento de los
hombres, tal vez, Jesucristo nos susurre al oído, “Son muchos los que ya no me
felicitan, los que han perdido la memoria”.
San Pablo suplicaba a su discípulo Timoteo: “Haz memoria de Jesucristo” y los
creyentes, anclados en Él, hacemos día sí y día también, memoria de Jesucristo.
“Somos desde hace tiempo aquellos sobre los que Tú no gobiernas, los que no
llevamos ya Tu Nombre”. (Isaías 63,19) Estos han convertido la NAVIDAD en las
navidades sin verticalidad, sin asombro, sin agradecimiento, navidades de luz y
sonido, de escapadas a las casas rurales, a la nieve, al Caribe…navidades
folklorizadas, sin protagonista, sin nombre, sin memoria. Nada ni nadie que
recordar. El cristianismo según el Nuevo Testamento no existe.
Como yo dejé a Viriato, héroe de mi infancia, estos han dejado a Jesús de cuyo
nombre no se quieren acordar ni mencionar.
La NAVIDAD de los que aún estamos uncidos al yugo de Jesucristo, cuanto más
mayores más memoria agradecida, más verticalidad, más anclados en lo esencial,
más libres de todos los inesenciales, hagiografía para los débiles e inseguros,
y menos frissons físicos.
“Digamos la verdad, dice Kierkegaard, con todas las letras, no somos capaces de
ser cristianos según el Nuevo Testamento”. Aun los más auténticos, hélas,
necesitan cubrir la desnudez de la NAVIDAD con piadosidades acarameladas.
La Navidad, la genérica, apta para todos los paladares, la toman los hombres de
toda raza, lengua, pueblo y nación., la original no tuvo testigos ni reporteros.
Los evangelistas, más teólogos que historiadores, ignoraron el pasado, les
interesa más el final de la historia que el principio.
Lucas, poeta y cuentacuentos, adorna la NAVIDAD de Jesús y hasta en su video
evangélico le añade, gracias, Lucas, por el detalle, la música de los angelitos
y de las esferas.
El cristianismo del Nuevo Testamento no es un traje prêt à porter, como dice la
publicidad “one size fits all”, una talla sirve para todos.
La Constitución americana consagra the pursuit of happiness como derecho
universal.
¡Qué majico queda en letra gótica! ¡Qué mentiroso en la sociedad más desigual de
cuantas existen!
Jesús, de todos y para todos, no nos viste con un traje de fábrica ni con un
chándal a rayas de colores sino con un traje a medida. Jesus, sastre que conoce
nuestras medidas, nos viste con su gracia y con su paz. Por favor, no diseñes tu
traje, que no te vista nadie, déjate vestir por Él Nosotros como Timoteo haremos
memoria de Jesucristo y animaremos a los creyentes a recordar, amar y seguir al
Protagonista de la NAVIDAD, Jesucristo.
Seguro que Jesús, como mi feligrés de la República Dominicana, se quejará de que
el arbolito, omnipresente en calles y negocios, eclipse su presencia.
Dejemos las navidades a “los que Tú no gobiernas y a los que ya no llevan Tu
nombre”, nosotros celebraremos la NAVIDAD con asombro y gratitud.