Movera, Hijo no Deseado

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Movera, antes de ostentar el título menor de barrio periférico de Zaragoza, fue un conjunto de Torres, casas de campo, autosuficientes económica y religiosamente, diseminadas por los campos.

La Torre de los Morlanes, la Torre del Pilar, la Torre Larraz, la Torre del Lugarico de Cerdán, La Virreina... puntitos en un viejo mapa, restos y ruinas, nombres que perduran más en la geografía que en el alma de la región.

Guiado por la alcaldesa de Movera y un concejal visité la Torre de Santa Engracia, caserón en su mitad abandonado, que fue convento de los jerónimos. Si fue convento de jerónimos, ha tenido tantos propietarios, celdas no vi, iglesia no vi, bodegas no vi, sí vi la caja de la escalera cubierta con una cúpula sobre pechinas con cuatro personajes: un monje, Zacarías, un poeta, Virgilio, un senador romano y un científico cuyos nombres no recuerdo. Las peras y las granadas de la hermosa huerta morían sobre la hierba sin enterrador.

Hoy es propiedad del ayuntamiento y está en vías de restauración.

A un tiro de piedra de la Torre de Santa Engracia se encuentra la ermita de San Pedro, durante muchos años fue la parroquia de Lugarico de Cerdán y de Movera.

Antes de que yo visitara la Torre y la Ermita, éstas tuvieron otros visitantes más ilustres, más sabios, con mejores ideas,con más autoridad, con plata y con un gran proyecto.

La búsqueda de la casa perfecta para entretenimiento, juegos, convivencias, fines de semana...de nuestros alumnos, como la búsqueda del santo grial aparece y desaparece, está en cualquier lugar y en ningún lugar.

La idea, aparcada en un parking de larga duración, espera ser re-visitada.

Las autoridades competentes no encontraron ni la casa perfecta ni el huerto del Cantar de los Cantares, sí encontraron una parroquia muerta y adoptaron una vieja enferma creyendo que era una niña. Sigue aún en la UVI, estado crítico de pronóstico reservado.

Su primary care physician no le encuentra el pulso y con tiritas y mercromina no se resucita un muerto. En este momento, viva la realidad, se circula con las luces cortas y sobran.

No existe ni se espera un buzón de sugerencias.

Don Benedicto Royo Gimeno, párroco vitalicio, sigue presente en el barrio, todavía encabeza la lista de los 114 miembros de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y los efectos de esta larga travesía por el desierto, 54 años, se sienten y pesan. Pocos entraron y entran en la tierra prometida. El sábado, octubre 5, 12 personas entraron en la iglesia y dejaron un euro y setenta céntimos. Todo está en números rojos y ni importa ni se alumbran medidas.

Me llama mucho la atención la lista de los Cofrades por un día, una decena de apellidos con distintas combinaciones, son las familias de siempre con los apellidos de siempre. No existen los Jiménez, los Garcías, los Negros, los Pérez, los Irizarris… En mi primer y único contacto tuve la impresión de estar en un club privado más que en una asamblea eclesial.

Movera, hijo de la ancianidad, hijo no deseado, exige poco, una misa de martes a viernes para dos señoras y alguna monja. Los sábados y los domingos una misa para un puñadito de gentes.

Pastriz y el Lugarico de Cerdán exigen nada, se contentan con una misa el domingo y no quieren nada más.

Tre curas y una misa, bendita carga, mi yugo es suave. No exigen. No dan.

Viva la austeridad. No tenemos periódicos, no tenemos biblioteca, no compramos libros, la cultura es un lujo de pequeños burgueses, no tenemos sala de estar y comemos más con Arguiñano que con los hermanos. La lista de los noes, letanía para el confesionario, es mucho más larga que la de los síes y algún no es escandaloso, puro pecado. L’enfer, c’est les autres, dice el filósofo. Y yo digo: Je ne veux pas passer une saison en enfer.

Este hijo no deseado, como todo lo impuesto, es una factura difícil de pagar y si juntas a tres E.T. de diferentes planetas en el planeta Movera el hijo ya no es ni deseado ni de nadie. Amén