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“Te
tengo en mi favoritos”, me confesaba un cura que espigaba alguna historia o
alguna idea para sus sermones en mi portal.
Todos en esta sociedad, cada día más abierta y más plural y más libre, tenemos
“nuestros favoritos”. Favoritos de siempre, favoritos reciclados, favoritos de
temporada, favoritos sosos y divertidos…¿y por qué no? Un cura favorito.
Yo no tengo un programa favorito de televisión, llevo años sin verla, pero tengo
un versículo bíblico favorito, tatuado en el corazón. Cuando la tristeza o la
depresión me embisten, Juan 3,16, me echa un capote y me salva.
¿Y usted, no tiene aún un “versículo favorito”? Rumie despacio el Nuevo
Testamento y lo encontrará. Please, Just Do It.
La Biblia es la primera enciclopedia y la primera biblioteca de la humanidad.
Sin saberlo, todos la citamos y sus héroes, más legendarios que históricos,
pueblan los museos del mundo y nuestra imaginación.
Difícil señalar uno, pero a los que vuelvo una y otra vez, los que leo y re-leo
y re-leo, esos están entre mis favoritos.
¿Cuántas veces he leído el Libro de JOB? ¿Y EL CANTAR DE LOS CANTARES Y EL
ECLESIASTÉS? Son mucho más que favoritos.
Este verano, de playa o de montaña, de Pastriz o de NYC, pongan una Biblia en su
mochila y descubran un Libro, sólo uno, y léanlo y re-léanlo, al menos, 3 veces.
La última vez que entré en La Casa del Libro, caí en la tentación y compré un
libro.
Luis Landero, entre los novelistas vivos, es “mi favorito”. “El Huerto de
Emerson”, su último libro merece una segunda lectura.
Pero tengo que confesar que ya no me dejo llevar por lo último, el último Best-seller,
el último premio Nobel. Todo lo importante ya está dicho y escrito. Más que
leer, ahora re-leo “Mis Libros favoritos”.
“Judaism’s 10 Best Ideas”, libro de bolsillo, me acompaña en trenes, autobuses y
sentadas en lugares tranquilos.
“Revelation” de la teóloga Elaine Pagels es mi submarino para bucear en las
profundidades del Apocalipsis.
“Así habló Zaratustra” lo re-leo a sorbitos en distintas traducciones.
“Guía de Perplejos” del Rambam, olvidado en una caja de cartón en un sótano,
pide ser rescatado y calentado con el calor de mi aliento y de mis manos ávidas
de tocar.
Y los Pensamientos de Blaise Pascal y los Ensayos de Montaigne y las
Meditaciones del Emperador romano y…
Viva los clásicos, los que nunca acaban de morir.
En el siglo XXI nos queda la basura de las redes sociales, lo enviado y
“re-enviado muchas veces”.
Mi “Fiesta Favorita” es Pentecostés.
Navidad es la fiesta del Cava y del Turrón. El Corte Inglés es su mejor
pregonero y predicador. La “religión” es Coca Cola dice el guitarrista Carlos
Santana.
Pascua, misterio profundo, esperanza, futureidad, pero la mona de pascua y
Ferrero Rocher también venden la Pascua.
Pentecostés, fiesta del Espíritu, es puro espíritu, ni los creyentes saben qué
hacer ni qué decir del Espíritu Santo. Y el Credo niceno-constantinopolitano se
despacha con una frase, handle with care. No existen productos para anunciar y
vender el Espíritu.
La “espiritualidad” es agua fresca que los “adoradores en espíritu y verdad”
beben sin parar, concluye Carlos Santana.
El Sínodo de los Obispos alemanes es el acontecimiento eclesial que merece mi
atención, está en “mis favoritos”.
La Iglesia, parte visible de ese gran iceberg, ha impuesto a sus fieles muchos
preceptos humanos. Todo lo humano es revisable, mejorable y eliminable. Lo hemos
experimentado con gozo en el post-concilio.
Si hemos eliminado el Limbo, verdad milenaria, ¿que no podremos eliminar?
La Iglesia, el peso de la historia, a veces, es más obstáculo que gracia, se
mueve con pasmosa lentitud, pero se mueve. El Papa Francisco ha desactivado la
carga eléctrica del sexto mandamiento.
La Iglesia alemana, quiere dejar de ver a la Iglesia luterana como una
hermanastra molesta y empezar a vivir en comunión.
Tres son los grandes temas que abordará el Sínodo.
Comunión. ¿Podrán recibir la comunión los re-casados, los fieles de las iglesias
luteranas o todos? Yo compruebo en mi experiencia parroquial, aquí y en América
que, según los criterios con los que yo crecí, el 90% de los que se acercan a
comulgar no deberían hacerlo.
¿Criterios revisables, eliminables?
Bendición -casi sacramental- de las parejas gays.
Ya se hace en las iglesias alemanas. ¿Contagiarán a las otras iglesias y se
generalizará esta desobediencia a una ley de los hombres?
Sacerdocio. Hablar del celibato sacerdotal es deshojar la margarita, siglos
jugando al juego tonto del sí, no, no, sí. Es hora de acabar con él. Los obispos
alemanes lo tienen claro.
¿Y las mújeres diaconisas y sacerdotes? El siglo XXI es el siglo de las mujeres,
cuando termine este siglo, cantarán victoria.
Tres HURRAS para el Sínodo alemán. |