“Quien
a Dios tiene nada le falta,
Sólo Dios basta”.
Sólo Dios, existente necesario, basta y hace que nosotros seamos posibles y
plenificados.
Sólo Dios basta. “El silencio es alabanza para Ti”. Salmo 65,2
Sólo Dios basta. A mayor asombro ante tu total perfección, menor necesidad de la
pequeña religión.
Sólo Dios basta. A mayor unión con Él, menos palabras, el lenguaje humano, tan
limitado, tan pobre, cuanto más calle mejor.
Sólo Dios basta. Si enraizados en Él, menos necesidad de mediaciones humanas.
Sólo Dios basta. Sí, para Teresa de Ávila y para los cien por cien místicos que
aún existen.
Yo, con Teresa de Ávila, estoy convencido de que sólo Dios basta.
Yo sé que las imágenes de escayola que decoran las iglesias no son importantes,
en cierto sentido sobran, pero su presencia pesa, para muchísimos son
inspiradoras, bellas a los ojos y sensibles al tacto, para otros son
distracciones.
En nuestra vida personal y social los males se hacen presentes sin invocarlos,
nos visitan y se despierta en nosotros la necesidad de creer y esperar un futuro
mejor. Oramos.
Escuchamos la proclamación del Evangelio lo encontramos serio, sobrio, falto de
afectividad, poco sazón para el corazón. Oramos.
La doctrina de la Iglesia, tan intelectual, tan abstracta, no nos engancha.
Oramos.
Los “signos” que hacía Jesús los convertimos en “milagros", en pruebas de fe que
nada prueban. Oramos.
La piedad popular, sensible, folclórica, musical, verbenera casi siempre, es
nuestro refugio. Bailamos.
MARÍA, maravillosa María, omnipresente en imágenes, en oraciones, en cantos, en
fiestas populares y eclesiales, MARÍA convertida en el Quinto Evangelio.
Lo maravilloso de la fe, para nosotros los náufragos del sí y del no, es la
maravillada sencillez de María.
Mayo, Mes de MARÍA, presente en la Iglesia y en las iglesias, mes de reavivar
viejas y nuevas tradiciones marianas. Alabada, invocada y venerada bajo miles de
mantos y de nombres, recordamos tus “entrevistas privadas” con Lucía, con
Bernardette, con Juan Diego en la colina de Tepeyac, entre cantos de pájaros y
“rosas de Castilla”, siempre con los humildes de la tierra, nunca con los
poderosos, siempre en parajes apartados: árboles,majadas, grutas,
riachuelos…nunca en el Vaticano, ni en la Zarzuela ni en la Casa Blanca… ahí
saben mucho y creen poco.
Tú, como todas las madres, nos recuerdas la medicina tradicional de la vida
cristiana, ya la sabemos, pero hay que recordarla “a tiempo y a destiempo”:
conversión, confesión, oración, Biblia, paz.
A propósito, MARÍA, ¿tienes prevista alguna Aparición para este Mes de Mayo en
tu apretada Agenda?
Hoy sí que la necesitamos. Nos sobra el vino, pero nos falta el agua.
Si te apareces a alguien, a mí, por ejemplo, en el “Camino Viejo de la Estanca”,
cuéntame los pequeños secretos, esos que sabemos todos. No me extrañaría que tú
conocieras el Gran Secreto, por favor no me lo cuentes, no podría guardarlo ni
cinco minutos.
Sí, sólo Dios basta, pero parece que tú, María, como todas las madres eres
indispensable.