Lutero, un Hereje Necesario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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"A no ser que yo sea convencido por el testimonio de las Escrituras o por razón clara, (yo no confío en el Papa ni en los Concilios que se han equivocado y contradicho frecuentemente), yo estoy obligado por las Escrituras que he citado y mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios. No puedo y no me retractaré de nada, ya que no es seguro ni justo ir en contra de la conciencia. No puedo hacer otra cosa, here I stand, esta es mi postura, que Dios me ayude".

Con estas palabras, pronunciadas ante el emperador Carlos V, los príncipes, los obispos y las autoridades académicas en la Dieta de Worms, Lutero defendía sus escritos y su fe y desafiaba todo poder humano para someterse al poder soberano de Dios.

Lutero fue un profeta y un hereje necesario.

Es justo y necesario que los cristianos, los católicos incluidos, celebremos este 500 aniversario. Lutero, hoy nombre común para nosotros, hace 500 años fue una celebridad, un santo, un profeta, un héroe y un escritor de best-sellers. En aquella Europa medieval y aún latinizada, llena de analfabetos, sus sermones gritados en alemán desde el púlpito o impresos como panfletos eran el breaking news de cada día.

Lutero fue una bendición camuflada para la Iglesia y sigue siendo una invitación a tirar por la borda los inesenciales de la fe y a acabar con “el enjambre de parásitos” de la corte -qué blasfemia- papal. Francisco, atrevimiento luterano, la califica de “lepra”, pero sólo un Lutero II acabará con ella.

Sólo hubo, hay y habrá un cristiano, Cristo. Sus seguidores, los de ayer y los de hoy, incluidos esos que la Iglesia, con gran solemnidad, declara santos con derecho a corona de oro, a producir reliquias sin cuento y a exigir oraciones y novenas, son cristianos in progress, siempre inacabados, a los que sólo Dios pone el punto final y da el VºBº.

Jesús de Nazaret, profeta ético y escatológico, vino a anunciar el Reino de Dios y los hombres lo han convertido en el fundador de una religión, en un maestro de sabiduría, en un predicador del amor. Inabarcable, Jesús es patrimonio de la humanidad, es de todos y de ninguno, es de Dios. Si Jesús de Nazaret levantara la cabeza se horrorizaría.

Sólo hubo un Protestante, Lutero. Sus seguidores han dejado de Protestar y han renunciado al nombre de Protestantes. Ahora exhiben otros nombres, miles de nombres, ya que existen más de treinta y tres mil grupos o iglesias engendradas por la Sola Scriptura, la Sola Fides y la Sola Gratia de Lutero. La Iglesia Luterana, ya en su origen, se convirtió en las iglesias. Si Lutero levantara la cabeza se horrorizaría.

Lutero, con sus 95 tesis, no quiso fundar una Iglesia. Quiso discutir y polemizar a nivel académico sobre la compra de la salvación. El Papa ofrecía grandes rebajas a los que invirtieran en la bolsa de valores del Vaticano. Las rebajas de Dios son su misericordia. Dios no necesita misas pagadas y rutinarias para abrir la puerta de la salvación y no necesita el proletariado clerical para celebrar misas gregorianas o encargadas a perpetuidad. Los Frugger eran los conserjes del cielo, pero al cielo se va sin hacer escalas y sin hacer la reserva.

Lutero quería Reformar la Iglesia, su Iglesia Católica. No lo consiguió del todo, pero sigue ahí recordándonos que la Iglesia es siempre un work in progress, semper reformanda, siempre inacabada.

Hoy, octubre 31, 2017, todos los cristianos estamos en deuda con Lutero. Los católicos, unos a regañadientes, otros más entusiastas, confesamos que gracias a Lutero la Iglesia Católica se ha purificado y, si no se atreve aún a confesar la Sola Scriptura, sí cree y predica la Scriptura.

Nuncio Galantino, obispo italiano, acaba de afirmar que “Lutero no es un hereje y que la Reforma es obra del Espíritu Santo”. Elogio más ecuménico que sincero. Monseñor, luteranícese un poco, por favor.

Yo tengo en mi mesa cuatro biografías recientes de Lutero y una de su mujer, amén de un libro que recoge sus sermones y escritos. Nunca es tarde para conectar con este hereje necesario.