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Los Últimos "Gracias a Dios"

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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En la Orden de las Escuelas Pías han existido dos formas de ser religioso, dos clases de Escolapios.

Los Escolapios sacerdotes y los Escolapios Hermanos Operarios. Los primeros, desde el día de la toma de hábito, orientados al estado clerical, recibían la formación teológica en las casas de formación de la Orden: Irache, Albelda y Salamanca, estudios, simultaneados, a veces, con estudios civiles para ejercer el ministerio de la enseñanza, ministerio principal.

Los Hermanos Operarios, Legos, el día que tomaban el hábito, a los 15 o 16 años, ese día terminaba su etapa formativa. Se les asignaba un trabajo que no exigía ni escuela ni universidad. Trabajos manuales en la cocina, en la huerta, en la granja, en la sastrería, en la limpieza de comedores…y se les enseñaban las oraciones, a decir palabras como magnetófonos, y esporádicas charlas sobre las Constituciones para inculcarles sumisiones y obligaciones.

A los 16 o 17 años nos mandaban a un colegio para desarrollar unos trabajos para los que no estábamos preparados.

A los Hermanos Operarios nunca se les dio la más mínima formación para enfrentarse a las tareas que se les asignaban en sus nuevos destinos. Nadie les acompañó ni creyó necesario darles clases de lectura, escritura, una cultura mínima.Conozco a uno que no sabe leer.

La mayoría de los Hermanos no tienen certificado de estudios primarios ni de Graduado escolar. Abandonados por la Institución, cada uno ha sobrevivido por su cuenta.

Muchos de los Hermanos que abandonaron la Escuela Pía, no válidos para el estudio, cursaron estudios de Magisterio y ejercieron el “ministerio escolapio” en la escuela pública con gran dedicación y competencia.

En los años 1956 y 1957 en el noviciado de Peralta se juntaron más de 12 Hermanos Operarios, superando a los novicios clérigos.

Los Hermanos Operarios en la fórmula de su profesión decían: Hago votos para Hermano Operario, Lego, de pobreza, castidad y obediencia y prometo no pretender el Estado Clerical en la Orden de las Escuelas Pías.

Otra situación penosa que ha causado tristeza y desasosiego en muchos Hermanos ha sido la poca implicación de estos en la vida comunitaria y en la toma de decisiones.

Se nos negaba la participación en las reuniones comunitarias y en los capítulos locales y hasta nuestra presencia en la quiete no era ni bien vista ni esperada.

Dos acontecimientos importantes en la vida de los Hermanos. El ICCE organizó un cursillo en Valencia que dirigió Melchor Ramirez para analizar las capacidades de cada uno pero antes de nada se necesitaba un tiempo de formación, incluso un curso de estudios primarios.

A unos se les capacitaba para cocineros, a otros para sacristanes y liturgistas, a otros se les ofrecía la posibilidad de hacer estudios de magisterio o estudios bíblicos …Regocijo y satisfacción general. Pronto todo se fue apagando, nadie empujó el proyecto, los Hermanos fueron olvidados y nada de lo proyectado se inició.

Antonio Valero y yo decidimos estudiar por correo, a distancia, MAGISTERIO orientados y dirigidos por un profesor del colegio de Escuelas Pías. Preparamos todo con mucha ilusión y se lo comunicamos al P. Provincial, su respuesta nos dejó tristes y derrotados. “Para la escuela hay muchos religiosos y para la atención y trabajo de los colegios muy pocos, en estos momentos tenemos muchos gastos y pocos ingresos y hay que atender a los estudiantes de Irache, Albelda y Salamanca”.

Su respuesta, lápida mortuoria, marcó para siempre mi vida y mis aspiraciones.. Me faltó valor para dejar la Orden, miedos, cobardía y falta de formación para emprender un trabajo.

Otro acontecimiento que marcó la vida de muchos Hermanos Operarios fue otro cursillo en Peralta. Lo fomentó y realizó un canónigo de Zaragoza, Don Mariano Mainar, amigo de los Escolapios y del H. Valero.

A este cursillo acudieron muchos Hermanos, se trataba de animarnos a recibir el Diaconado.

Terminado el cursillo unos cuantos Hermanos: Damián, Rafael, Justino, Casimiro, Lucio, Valero y otros… decidieron aspirar al Diaconado.

Años más tarde decidieron subir el último escalón y se ordenaron de sacerdotes.

Gracias a Dios la historia de los Hermanos Operarios de Aragón, historia que a nadie interesa, llega a su final, sólo falta redactar el epitafio., Sólo quedamos Jacinto Barrio, Zacarías Martínez, Pedro Gil, José A. Gambao, José Meseguer, Saturio Laredo, Joaquín Ariño y Pantaleón Sorrigueta, todos muy mayores y cada uno con sus limitaciones físicas y enfermedades.

Los Hermanos Operarios, la base de la pirámide, superiores, clérigos y legos, legitimada y bendecida en el pasado, no necesita ni oraciones ni lágrimas, sólo merece desaparecer por pecaminosa.

En una Orden como la Escela Pía, dedicada a la formación en la Piedad y en las Letras, los Hermanos Operarios nunca tendrían que haber sufrido el abandono y olvido en el que han vivido sus vidas.

Yo nunca me he sentido totalmente integrado en la vida de la Orden y San José de Calasanz nunca ha sido mi santo favorito.

Este es el gran pecado de las Escuela Pía para con los Hermanos , pecado que nunca ha confesado ni expiado.

Con sentimiento personal, pero no con amargura, estos son mis pensamientos.

Pantaleón Sorrigueta

POST SCRIPTUM

Lo escrito son mis sentimientos y pensamientos personales, pero no guardo rencor ni amargura en mi dilatada vida. En la vida de muchos Hermanos Operarios, mis compañeros y amigos, me imagino hay también una cosecha de alegrías y de muchas desilusiones.

Muchos y, yo también, hemos tenido muchos momentos y muchas vivencias estupendas,llenas de alegrías y de felicidad.

Yo, en este largo camino he encontrado personas estupendas que me han comprendido y acompañado tanto en los buenos como en los malos momentos. Recuerdo la ayuda y los consejos de Moisés Rubio cuando quise hacer magisterio. Luis Jorcano, en Soria, me confió responsabilidades que me ayudaron a madurar, me nombró responsable de una sección de internos entre otras. Angel González González, con paciencia, me formó para poder asumir el cargo de ecónomo y administrador del colegio de Logroño. El P. Dionisio Cueva, Escolapio sabio, me invitaba a ir a Salamanca para iniciar el proceso académico hacia el sacerdocio.

Recuerdo con cariño la ayuda y amistad de los profesores seglares de Logroño.

El director Ernesto López confió en mí y me confió proyectos importantes: responsable de comedores y organizador de cocina, profesor y tutor de los cursos 6 de E.D. P. Me nombró miembro permanente del equipo directivo del colegio con voz y voto.

Como responsable de las actividades deportivas siempre agradeceré la desinteresada colaboración de Francisco Jiménez, Belarmino Gsómez y el siempre fiel y querido José Luis Goñi.

Logroño fue mi vida, siempre en mi recuerdo, le quise y le entregué mi tiempo y mis energías, y siempre me sentí aceptado y querido por todos.

Este escrito sin valor alguno es importante para mí, un puñado de pensamientos y sentimientos de un ayer muy feliz.

Pantaleón