Los Números
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....
Un grupo de párrocos, en torno a un café, conversaban jocosamente sobre las incidencias e interrupciones de su ministerio sagrado. Un cura, muy mayor, preguntó a sus compañeros por el número de feligreses de sus parroquias. Todos, supersatisfechos, contaban cómo gracias a la predicación bíblica y a los medios,- mal llamados de distracción masiva- sus asambleas dominicales eran más numerosas, algunos presumían de haberlas duplicado y otros triplicado. Los números, acompañados con los euros de la colecta, son la Gran Bendición del Todopoderoso. El cura, el que había formulado la pregunta, más eufórico que sus compañeros comentó, en mi parroquia, por fin, hemos encontrado la paz y la alegría del evangelio. Cincuenta alborotadores y veinticinco insatisfechos y descreídos se han dado de baja. Asistencia disminuida. ¡Qué paz! Menos euros, más centrados en lo esencial y menos distracciones con las cosas innecesarias. Vivimos en la sociedad de los números y de las estadísticas. Todo es cuantificado. Todos somos un número. Hasta la Bestia tiene su número. Todas las instituciones, civiles y religiosas, se definen y justifican su existencia por los números. Su valor se mide por el valor de su chequera. Somos adoradores de los números. “Quien tenga miedo y tiemble,vuelva y márchese por el monte de Galaad”. Jueces 7,3 “Os salvaré con los 300 hombres.” Jueces 7,7 El Vaticano, la agencia religiosa de todas las agencias, conectado con la WIFI celestial, acaba de enviar Urbi et Orbi, sus números, cerrados el 31 de diciembre de 2022. 1.389.573.000, número de católicos que pueblan la tierra. Los números son fríos, no dicen si son laodiceos o carismáticos, numerarios o simpatizantes, no importa. Importa el número. Hay que corregir el evangelio, donde dice que “los obreros son pocos”, debería decir “son muchos”, ese número larguísimo de diez números. 13.721.000 católicos más que en las estadísticas del 2021. Esta noticia, digna de contarse y celebrarse, tiene sus sombras y sus peros-Pero Europa mira hacia atrás y como Job se lamenta, “Si pudiera revivir el pasado cuando Dios velaba sobre mí, cuando era íntimo en mi tienda”... Sí, el pasado nos ha dejado catedrales, iglesias y ermitas que los jubilados, turistas ociosos, visitan y admiran, pero los archivos parroquiales se van adelgazando peligrosamente. 474.000 católicos europeos han sido borrados de los libros. Los que oficialmente se dan de baja, dando un portazo, son pocos, pero los que sin decir adios se pierden en la oscuridad de la noche son legión. En Europa, tiempo de rebajas, el número de sacerdotes, vocación que no cotiza en la Bolsa, lleva cinco años con pérdidas, 2745 menos que en el 2021. Los seminaristas, a pesar de la liga de futból, de los nuevos tenores, de los watsap y de los calambres en FaceBook no suman, 2745 menos que ayer. África y Oceanía, por razones obvias, son el nuevo granero, el Egipto afortunado, al que los hijos de Jacob tienen que acudir en este tiempo de vacas flacas. ¿Ocurrió esto por azar, O tal vez por petulancia, Como cuentan los viejos poetas? Mas yo, el dubitativo, lo dudo, Pues vengo de Europa, Que es más incrédula que todas Las esposas de cierta edad, Dios la mejore!
Amén!