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Los Grados de Catolicidad

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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¿
Cuántos grados de catolicidad tiene la Escuela Católica?

“El mundo de la educación es un campo privilegiado para promover la inculturación del Evangelio”.

Las bodegas, Templos del vino, “poesía embotellada”, se han convertido en lugares turísticos y como se hace el Camino de Santiago, se hace también el Camino del Vino, la Ruta del Campo de Borja o de la Rioja...

En las Bodegas, el Enólogo es más importante que las uvas. Gracias a él los sumilleres harán el elogio del vino y las etiquetas nos revelarán sus secretos: sabor a fresas salvajes, aroma de fruta madura y especias y un tufillo a tabaco, un color rojo de puesta de sol o un rojo cardenalicio y sedoso...

El Enólogo, experto en procesos, aquilata los grados del vino, lo teologiza y lo hace perfecto, divino.

A la Escuela Católica le falta el Enólogo, experto en el Evangelio y en procesos de fe, lujo que ya no se puede permitir y que, por decisión de lo alto, no lo considera ni oportuno ni necesario.

La etiqueta de Católica, transparente hoja de parra, no tapa sus vergüenzas.

¿Quién piensa y decide los grados de catolicidad de su Escuela? La preocupación de la dirección es una escuela llena, no una escuela católica.

¿Se quejan los padres de la poca catolicidad de la Escuela Católica a la que asisten sus hijos?

Esa dimensión no es prioritaria. No se lo plantean.

¿Se quejan los alumnos de que su Escuela sea poco o nada católica? No, lo agradecen. Viven más en las redes sociales, poderosa e influyente escuela, que en la escuela formal..

“Donde no hay bueyes, el granero está vacío”. Proverbios 14,4

Los viejos no nos cansamos de engrandecer el ayer. Pero nuestro ayer está muerto. El hoy nos mortifica y nos deprime, ni tenemos necesidades ni somos necesitados.

Ayer, el Catolicismo de la escuela no se cuestionaba, la presencia de curas y de monjas era la nube de fuego que iluminaba todo el campamento escolar.

Hoy, la Escuela Católica no necesita ni curas ni monjas y le cuesta desprenderse de la etiqueta de Católica, suena, en lenguaje coloquial, a Made in China, para salir del apuro, barata.

La Escuela Católica no necesita a Dios, no necesita símbolos religiosos, ofenden la sensibilidad y hasta ponen los pelos de punta, no necesita oraciones, sólo mindfulness y mucho Harry Potter...

La iglesia, Aula Magna, símbolo de la catolicidad siempre presente en todas las Escuelas Católicas, vacía, calla. Las bellas y abundantes imágenes de los Fundadores fruncen el ceño y se cabrean en sus peanas el día en que son noticia en el almanaque. Y sus hijos se ruborizan y entonan el Mea Culpa Ante la Debacle.

Ayer, Todos los muchachos, gracias a los Enólogos del Espíritu, salían con unos grados de catolicidad, sabían dónde habían estado y con quien y a quien habían rezado.

Hoy, los Enólogos son católicos en el currículum vitae, son casados, divorciados, solteros, “viviendo en pecado”, la graduación de su catolicidad va de inexistente, titubeante, dubitativa a asumida.

La Escuela Católica, la aconfesional, la bilingüe, la digitalizada, la neutra...tienen que competir con muchas escuelas, cada día más poderosas y mejor armadas: la escuela de la familia, de la calle, de los compañeros, de las pandillas, de los omnipresentes medios de comunicación, las redes sociales la música y sus estribillos, versículos profanos y blasfemos...

¿Y la Escuela de Jesús? La menos demandada y la menos influyente necesita más y mejores Enólogos.