Los Camposantos
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....
Los turistas visitan los cementerios, cualquier fecha es buena para estos seniors ociosos, como si de parques temáticos se tratara. A los ricos no les pesa la tierra y sus mausoleos se sorprenden ante tantas exclamaciones. Los fans visitan los cementerios donde duermen sus ídolos: Jim Morsrison, Marilyn Monroe, Michael Johnson, JOHN Denver…ídolos de camiseta o de sudadera, resucitados en YouTube.. Yo, fan de Teilhard de Chardin, visité su tumba, siempre tiene flores, en Poughkeepsie. El cura que me acompañaba, después de rezar un padre nuestro, me dio un fuerte abrazo, comunión de vivos y muertos. Los familiares visitan los cementerios, para los santos, honrar padre y madre en la vida y en la muerte, para pagar la impagable deuda del amor. Unas flores, un bisbiseo y un “hace ya cinco años de…" Los creyentes visitamos nuestros camposantos, ámbitos sagrados de serenidad y recogimiento, esperanzados y sonrientes cualquier día, porque esta corta interrupción, llamada muerte, es una simple coma, no un punto final. “Yo sé que mi Goel, mi Redentor, exclama Job, vive”. Los camposantos son lugares de los vivos, no podemos despertar a nadie, sólo Dios es nuestro despertador. En algunos pueblos de Soria los camposantos son singulares, sin propietarios, son comunitarios. Las tumbas se van ocupando por turno. El que muere hoy puede ser enterrado con un familiar, un amigo o un rival. La última cita no se elige, la asigna la ruleta del turno. Los responsos en estos camposantos comunitarios, todos, generación tras generación bajo la misma tierra, tienen un sabor especial, el “nosotros”, a pesar de nosotros, se hace verdad en esta última cita. Estos camposantos, creo yo, son más resultado de la pobreza que de la teología. Pero la mística de “todos uno en Cristo” es una silenciosa lección, una maravillosa realidad. El camposanto, todo entero,un Mausoleo común. En esta sociedad descreída y secularizada son muchas las familias que ya no despiden a sus difuntos en las iglesias, pero les quedan las visitas protocolarias a los cementerios para reconciliarse con su propia mortalidad, y, cerrado todo horizonte, leer el THE END de la película. Yo, el día 2 de noviembre, Día de todos los difuntos, a las 7 de la mañana, como cualquier otro día, salí a dar mi caminata ritual, pero ese día la meta, programada y querida, era el cementerio de Zaragoza. Recorrí el cementerio triunfal, el de los ricos y famosos, panteones mudos, diseñados por arquitectos famosos. Ahora, sin flores, sin oraciones, sin descendientes, olvidados y algunos en ruinas, sus nombres sin brillo son tan comunes y prosaicos como los demás. Me detuve en la Fosa Común , La Humanidad, escultura monumental, me recordó las dos fiestas, la de Todos los Santos y la de Todos los difuntos. Todos los Santos, una multitud inmensa que nadie podía contar de toda raza, color, lengua, pueblo, nación, religión…son más los santos anónimos que los diplomados y más baratos y hasta más santos, y la Fiesta de todos los Difuntos, anónimos para nosotros, no para su Creador. Recorrido silencioso y sin distracciones, las flores olían bien y hablaban mejor. Llegué a la meta, el panteón de los PP Escolapios, sencillo, pobreza escolapia,. Leí todos los nombres e hice memoria de mis encuentros y desencuentros, de mis abrazos y conversaciones con los compañeros. Nada nuevo bajo el sol y todo nuevo, por encima todo nuevo.