¡Qué desdicha no poder contemplar una puesta de sol o un rojo amanecer!
Pero mayor desdicha, para mí, sería no poder abrir un libro y leer sus páginas
de principio a fin, palabra tras palabra.
Casi todos los libros merecen una segunda lectura. El ULYSSES de Joyce, leído
entero una vez, puede ser la excepción.
Acabo de re-leer “The Future of Faith”, lo leí por primera vez en 2009, año de
su publicación.
Merece una tercera lectura. Harvey Cox, profesor de Divinity en
Harvard, es una voz que tiene que ser escuchada, la voz de los profetas de ayer
y de hoy es siempre actual, urgente.
Harold Kushner, autor del celebrado libro “Why bad things happen to good people”,
escribió otro libro que acabo también de re-leer, “Nine essential things I’ve
learned about life”. Lo he dejado descansar y morir en la biblioteca de la
comunidad.
Hoy, se envían y se leen wasaps sin ton ni son. ¿Queda tiempo para leer libros?
“De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con sangre.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino
aprendido de memoria”. Así habló Zaratustra
Llevo un año sin comprar un libro.
En mis paseos urbanos curioseo los escaparates de las librerías, los mismos
libros en todas, superventas de última hora, títulos que no me atraen. No están
escritos con sangre sino con dinero en la mente y en los bolsillos.
“Algunos libros tienen que ser saboreados, otros tragados y otros, muy pocos,
tienen que ser masticados y digeridos”, -Francis Bacon- leo en una placa de
bronce en el Library Walk de New York.
Mi libro “masticado y digerido” es la Biblia, esa biblioteca que contiene lo
sagrado, lo profano, lo cómico, lo prohibido, el jardín de las delicias, la
hoguera de las vanidades, el juicio a Dios y todas las exageraciones propias de
la imaginación humana.
Cuanto más lo leo, oh libro siempre antiguo y siempre nuevo, más lo amo, más me
hiere y me pone high.
Incluso Shakespeare, en el Mercader de Venecia, nos recuerda que el diablo
también lo ha masticado: “The Devil can cite Scripture for his purpose”.
Los scholars judíos avisan a los lectores, el Biblicismo es una herejía, el
fundamentalismo es peligroso, provoca violencia y odio.
Si todo libro necesita interpretación, la Biblia revestida con un ropaje muy
caro, borrachera del Espíritu, es interpretación siempre inacabada, hay que
palpar con las dos manos lo que el vestido cubre y oculta, el alma.
“Yo lloraba porque nadie en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra era
capaz de abrir el Libro ni de mirarlo”.
Los judíos y los protestantes creen en el Libro, leen el Libro, siguen el Libro,
pasean el Libro, proclaman el Libro y algunos lo cumplen… los católicos
priorizamos otras cosas, el Libro se lo dejamos a los expertos.