Las Puertas Giratorias

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Queridos jóvenes: “Sois el futuro de la Iglesia”. Amén

Es doctrina segura que la Agencia Principal de la transmisión de la Fe es la familia.

L
as otras sucursales, de utilidad e influencia transitoria, son efímeras. La familia es para siempre.

A los mayores y a las ancianas, consumidoras de rosarios y de novenas a los santos de la epacta, tan puntuales y tan fieles, hay que mimarlas como si de reliquias preciosas se tratara.

Son el pasado, un pasado cada día más distante, más mudo y más irreconocible.

Jóvenes, sois el futuro de la Iglesia. Afirmación, convertida en dogma, a fuerza de repetirla el Papa, los Obispos y los curas, a veces, con poca convicción y con mucho miedo.

En verdad, en verdad os digo, sin niños y sin jóvenes el futuro de la Iglesia será apocalíptico.

La España vaciada hace un poco de ruido, nos llegan sus gemidos lastimeros y sus estertores.

Las promesas de los políticos de turno, juramentos solemnes, y las nuevas medicinas, no la llenarán.

Vacío lunar bello y mágico, yo te saludo, no me asustas, no me preocupas.

Las iglesias vaciadas, gimen con gemidos inenarrables, también esperan un milagro de la primavera eclesial, del aggiornamento iniciado, pero ahora, en medio de tantas turbulencias, parecen estar en punto muerto.

La Pastoral Juvenil y la Pastoral Escolar, en las parroquias y en las escuelas de curas y monjas, es más obsesión y dolor de cabeza que realidad palpable. Estas instituciones invierten sus cada vez más sus escasos recursos humanos y económicos en esta tarea para que el futuro de la Iglesia sea menos dramático, para que el Evangelio no caiga en el olvido.

Tenemos que reconocer con humildad y -un poco de vergüenza- que a pesar de tantas horas dedicadas a la Pastoral Juvenil con los mejores métodos, los medios más modernos , los grupos más divertidos y con los nombres más imaginativos y estrafalarios, CHINO-CHANO por ejemplo, las guitarras más afinadas...niños y jóvenes bien entretenidos, la cosa no funciona.

Los niños y los jóvenes entran por la puerta giratoria de los sacramentos, unos pocos se afilian a un grupo de entretenimiento pastoral durante un tiempito y vuelven a tomar la puerta giratoria para salir a vivir la pastoral de la vida y de los mil entretenimientos que la sociedad ofrece.

¿
Dónde están los Josés? Los treintañeros, los padres de los niños y jóvenes, son los Josés.

Como San José, el esposo de María, no tienen biografía religiosa, guardan silencio, no tienen epifanías divinas y hasta se sienten incómodos el día del Bautismo de sus hijos si…

Estos Josés hace tiempo que cogieron la puerta giratoria y se despidieron, disfrazados de modernos, tatuados, aretados y peinados exóticamente, sin portazos y salieron a la sociedad a llenar sus bolsillos y vaciar sus almas.

Hay que salvar a los padres, los Josés desaparecidos, mudos. Los Josés que cogieron la puerta giratoria y viven de espaldas a toda religión, los que no creen ni pertenecen, los que llevan a sus hijitos al fútbol y los hacen socios del Numancia, pero no conocen el camino que lleva a la casa y a las cosas de Dios.

Hay que olvidarse por un tiempo de la Pastoral Juvenil e inventar e invertir en la Pastoral de los padres, de los Josés.

Me gusta contar, fui testigo ocular, lo que yo presencié en el Presbyterian Hospital de New York.

En la sala de espera aguardaba yo, con una docena de personas, mi turno para hacerme un stress test con unas diez personas. El silencio de los desconocidos fue roto por un niño que, en hebreo, comenzó a leer en voz alta la Torah. Su padre, vestía de negro y llevaba su yarmulke, y ajeno a los otros compañeros inesperados y desconocidos, corregía sus errores y sonreía sus aciertos.

Si así llenaba el tiempo de espera en un hospital, pensaba yo, ¿qué no haría en su casa?

Ese padre era el sacerdote, el maestro, el catequista y el mediador de su hijo. No puertas giratorias.

Salvar a los Josés es salvar a los niños, es salvar a la Iglesia, es eliminar las puertas giratorias.

No son los que estudian en un colegio de curas los que permanecen fieles a la fe y a la Iglesia sino los que crecen en el seno de una familia que cree en Dios, en la que se habla de Dios y viven como miembros de la Iglesia. Creer y pertenecer, dos dimensiones importantes de la vida cristiana.

Según la encuesta del Pew Research Center si la religión tienen peso e importancia en la familia el 73% de los hijos no hará uso de las puertas giratorias.

Sólo el 2% de los niños cuyos padres no practican la fe terminarán practicándola.

El papel del padre en la transmisión de la fe es fundamental. La presencia de los hombres en el culto es absolutamente necesaria.

En nuestras iglesias aún quedan las Marías, pero la ausencia de los Josés es tan llamativa, que duele.

N
uestra Iglesia Católica, a pesar del clamor de las mujeres y de las monjas por ejercer el poder ministerial, está feminizada. Las mujeres son lectoras de la Palabra, ministras de la eucaristía, servidoras del altar, ujieres, sacristanas, calentadoras de los bancos, cantoras...lo llenan todo, sólo les falta ponerse la estola y llegará.

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Qué contraste! Contemplar la estampida de los hombres que braman, jóvenes y viejos, saliendo de la mezquita un viernes y contemplar los bastones de las mujeres que salen a trompicones un domingo de la iglesia.

Para formar la minyan y poder celebrar el culto en la sinagoga se necesitan al menos 10 hombres. Las mujeres no cuentan.

En algunos movimientos eclesiales, cuánta sabiduría, se exige la presencia de los esposos y las esposas, de los hombres y de las mujeres, de los Josés y las Marías.