“Si la
culebra no se deja encantar y muerde, no supone ventaja ser encantador”.
Eclesiastés 10,11
Me gusta recordar a mis feligreses que las dos palabras más importantes cuando
nos congregamos en la iglesia son: HOY y NOSOTROS.
HOY, Dios es puro presente, siempre HOY, no tiene gramática, no es conjugable
como nosotros. Hoy, no echéis en saco roto su gracia y su presencia.
NOSOTROS, la oración congregacional es más importante que la personal. Todas las
oraciones de la anáfora están en primera persona del plural, NOSOTROS, el pueblo
de Dios, WE the people of God.
Formar asamblea con los que comparten las mismas creencias, el mismo Credo, es
más importante que las palabras que decimos. Es la afirmación de unos valores,
los nuestros, en un contexto plural y social.
El Sínodo de la Sinodalidad es el Sínodo del NOSOTROS sin nosotros. 365 miembros
de los cuales 45 son laicos, todos juntos emprenden el camino y juntos llegarán
al final del camino. Tienen voz y voto. No ensotanados, pero no son mera
comparsa. Tienen la misma mesa que el Papa Francisco y se sientan alrededor de
la misma mesa.
En la sala Pablo VI, no tarimas, no estrados, no sillas jerarquizadas, todos al
mismo nivel, verdadero eclipse de los títulos, del más rimbombante al más
sencillo, el de laico.
Decoración minimalista, 35 mesas con sus sillas, todas iguales, para los
miembros del Sínodo, estampa maravillosa, humilde y democrática. El Papa, siervo
de los siervos, un miembro más.
La Iglesia que preside el Papa Francisco ha encontrado el camino, si lo
contrastamos con las afirmaciones de algunos de sus predecesores creemos estar
en otra Iglesia.
Gregorio VII. “ El Papa es la autoridad que preside a todas las autoridades”.
Inocencio III. “Yo soy la autoridad de la que se derivan todas las otras
autoridades”.
Vaticano I. “ Primacía del Papa sobre todos los obispos e infalibilidad tanto en
materia espiritual como material”.
Del centralismo romano a la colegialidad episcopal y de ésta a las 35 mesas del
Sínodo de la Sinodalidad del Papa Francisco.
Los Cinco Jinetes del Apocalipsis, los Cinco Magníficos, los Cinco Cardenales de
los Dubia, piafan y echan espuma como sus caballos desbocados.
La Mesa 28. Sólo sé que el Fr. Martin, jesuíta americano, vocero, predicador,
defensor del movimiento LGBT, y amigo del Papa, recibe los dardos más
envenenados del Cardenal Sarah, está en la Mesa 28.
Los miembros de la Mesa 28 tienen el plato bien lleno. Los otros comensales les
observan de reojo para que no se les atraganten los alimentos y no atraganten a
los demás.
Su tarea, la más pastoral, quiere ofrecer espacios en la Iglesia para que los
que nunca han sido bienvenidos, los que están muy heridos, puedan ser curados,
sanados y alimentados sacramentalmente.
¿Cómo sanar in radice los matrimonios de los divorciados y re-casados?
¿Puede la Iglesia bendecir las uniones homosexuales?
El Cardenal Holleric afirma que la moral sexual, piedra de molino atada al
cuello de los fieles, necesita una reforma.
Tal vez la Iglesia llegue tarde, de tanto calificar a estados hijos de Dios de
pecadores, a lo mejor ya no quieren ni necesitan su perdón ni la reinserción en
el redil eclesial.
La Amoris Laetitia del Papa Francisco entreabrió la puerta, espero el Sínodo
termine abriéndola de par en par.
Estoy seguro de que la Mesa 28 no nos va a decepcionar.
La Mesa 28 está encantada y muerde. Dejemos al encantador hacer su trabajo.