La Mala Religión Mata

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Hace cuatro días celebrábamos la primavera árabe, entonábamos himnos a la ansiada democracia y hasta el olor agrio del sudor de los miles de manifestantes de la Plaza Tahrir se expandía por el mundo como un perfume de suave olor. Las ventanas de los países árabes se abrían para aspirar a bocanadas el aire fresco del cambio y hasta el Islam, religión de la conquista, mitigado y casi domado volvía a su sitio, a la Mezquita.

Hoy, el vacío abismal dejado por los dictadores caídos ha sido llenado por los terroristas. De los terroristas de Al Quaeda, los terroristas de las Torres Gemelas de New York han nacido los terroristas de ISIS. Ahora, éstos cortan cabezas. James Foley, católico, y Steven Sotloff, judío, dos torres del periodismo, dos hombres buenos, más valiosos que las Torres, han sido degollados, a sangre fría, en la plaza pública por la mala religión. “Nuestro cuchillo seguirá cortando los cuellos de vuestras gentes”, anuncian sin pestañear estos bárbaros. El mundo entero tirita de frío y se siente impotente frente a este salvajismo.

El ejército de ISIS, disciplinado, fanatizado, engrosado por jóvenes insatisfechos y por los dineros de occidente es el protagonista menos deseado en el escenario del gran teatro del mundo.

Occidente, perplejo, no tiene quien reescriba el guión y no sabe cómo echar del escenario a estos actores en busca de acción, de gloria y del Estado Islámico. “Les perseguiremos hasta las puertas del infierno” es una amenaza poética.

Estos muchachos de ISIS no tienen nada de fundamentalistas religiosos, han asumido el papel del terror para asustar a occidente, echarle en cara sus pecados e intimidar a sus propios seguidores y forzarles a obedecer. La obediencia ciega siempre es exigida por las Iglesias y los movimientos totalitarios. Al único que no le gusta la obediencia ciega es a Dios.

¿Tiene Dios un papel en este drama apocalíptico?

La mala religión habla de Dios, toma en vano el nombre de Dios, defiende a Dios y mata en nombre de Dios.

La buena religión calla, defiende al hombre, da la vida por los demás.

Uno aforismo de Ciorán, cito de memoria, dice: “Un Dios en cuyo nombre no se mata no merece el nombre de Dios”.

Me llama la atención que las tres grandes religiones monoteístas han sido las religiones de la violencia organizada y meticulosamente ejecutada. Su Dios, único y verdadero, no soporta la competencia y declara la guerra a todos su rivales.

El cristianismo, con sus cruzadas, su inquisición, sus guerras de religión, sus quemas de brujas, sus cismas…ha necesitado siglos para abrazar la paz y dejar en paz a los herejes, a los infieles y a los sodomitas. Ya no es martillo de nadie y, perdida su ferocidad proselitista, ha perdido su mística guerrera. Ahora “La Misericordia, clave del evangelio y de la vida cristiana” no asusta a nadie. Todos tenemos garantizada la salvación. A mí me gusta mejorar la frase se San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. Mi versión light y optimizada dice: Dios que te creó sin ti, te salvará a pesar de ti”. Los fundamentalistas cristianos se manifiestan y protestan, pero la guerra es cosa del pasado. Ahora es tiempo de pedir perdón, de entonar muchos “mea máxima culpa” por haber usado y abusado de Dios.

El judaísmo, nada proselitista, mata sin remordimiento, por necesidad de supervivencia, la de Israel. No necesita pedir perdón a nadie. El nuevo cuerno del Islam, el de ISIS, es el que mata, no sé si en nombre de Dios o por odio a occidente. “Conviértete, paga impuestos o muere” es el grito de guerra y de muerte de estos energúmenos desencadenados. Lo primero es la religión y esta llevada hasta el extremo proveerá el bienestar del pueblo. Es la perversión de la modernidad.

La primavera árabe fue un fuego fatuo. Hoy, el Islam, siempre guerrero, nos está enseñando su cara más fea, la de la violencia y la muerte.

John Lennon, profeta inspirado, escribió y cantó un himno a la paz y a la buena religión con el que muchos soñadores han vibrado y orado para ver cumplida esta profecía:


Imagine no possessions
I wonder if you can
No need for greed or hunger
A brotherhood of man
Imagine all the people
Sharing all the world.