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La
Lista que más me gusta es la del Éxodo 20. Lista de las “Diez Palabras” salidas
de la boca de YHVH y escritas en Dos Tablas de Piedra con el dedo de Dios.
Amigo,
that’s heavy stuff.
Diálogo
con Dios primero y diálogo con los hermanos después.
Dios
habla en primera persona: “Yo soy el Señor tu Dios”. “No tendrás otros dioses”.
“No te
fabricarás ídolos, ni figura alguna”...
“No
tendrás otros dioses”, no niega la existencia de divinidades mil, creaciones de
nuestra imaginación y de nuestras manos, a las que no debemos nada y sin embargo
veneramos.
“No te
fabricarás ídolos, ni figura alguna… El becerro de oro fue el primer ídolo, la
primera estatua, el primer sacrilegio, la primera producción que salió de la
fábrica de los hombres.
Del
texto solemne de las “Diez Palabras” hemos pasado al texto, edición corregida y
adelgazada, regla nemotécnica, de los Diez Mandamientos de los catecismos.
Amigo, esto es light stuff.
¿Por
qué no aprendemos o re-visitamos la Lista del Éxodo 20? El texto es cristalino,
la letra y el espíritu son transparentes y envolventes.
Nunca
nos leyeron, la Presen, mi catequista, mujer muy importante en mi vida, como la
inmensa mayoría de las catequistas de hoy, el Éxodo.
Si
hiciéramos una encuesta, no a la gente de la calle sino a nuestros adictos a la
“pequeña religión”, nos llevaríamos un gran chasco.
“Regresaría
de buen grado del otro mundo para desmentir a quien me hiciera distinto de como
yo era, aunque fuera para darme el título de santo, para erigirme una estatua,
para dedicarme un himno, para colocarme en una peana y hacer, un día al año,
memoria obligatoria de mis virtudes heroicas.
San
Simón el estilita, encaramado en su empinada columna, él mismo se erigió en
estatua en vida. No ha tenido fans ni imitadores.
Amigos
míos, si la mayoría de los que tienen el título de santo, diploma que no han
buscado y no han pedido, volvieran y leyeran sus piadosas biografías, las que
han escrito sus fans o sus incondicionales devotos, exclamarían horrorizados,
“Ese no soy yo, ese nunca existió. Por favor, retiren esa escayola ”.
Dios no
quiere que seas otro Moisés, otro Ignacio de Loyola, otro Calasanz, quiere que
seas tú, más experto en ti mismo que en los demás seres humanos.
Soy fan, -fanático- de Jesús, mi Señor. Period.
Seguro
que en la Reforma Inacabada de la Curia Vaticana se ha colado en alguno de esos
16 Dicasterios un cubículo para seguir expidiendo Títulos de Santos, Diplomas de
Beatos y Declaraciones de Venerables…
¿Cómo
puede existir un país católico que nunca haya producido un Santo, un Beato…?
Son
muchos los grandes santos y los verdaderos mártires que han testimoniado con sus
palabras y con su sangre su fanatismo por Jesucristo, pero si para obtener los
diplomas oficiales hay que gastar más de ciento cincuenta mil euros, herejía
nunca aireada ni condenada, sin contar las propinas under the table, ya que en
el Vaticano como en USA las propinas son obligatorias, ineludibles. Esos son
lujos caros, sólo al alcance de las celebridades.
La
santidad, la que certifican los hombres, tiene muchas ramificaciones políticas,
sociales y económicas. Las galerías underground, prosaicas e invisibles, son
válidas con tal de conseguir el trofeo.
La
santidad, la que certifica Papá Dios, no necesita NADA, NOTHING, RIEN.
Los
hombres producen café “sin”, cerveza “sin”, leche “sin”...pero Dios no produce
hombres “sin”. Todos, con título o sin título, todos “con” pecados.
El
Dicasterio de los Dicasterios, el del Evangelio, solo Evangelio, produce santos
vivos, que caminan, que predican, que aman, sirven y heredan gratis el Reino.
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