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La Iglesia Arde

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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La única Iglesia que ilumina es la que arde”.

Esta afirmación la leí por primera vez en uno de los muros de la iglesia del Salvador de Soria, las grandes letras negras sobre fondo rojizo no gritaban una blasfemia sino que provocaban una gran indignación.

Tiene su cara y su cruz, su verdad metafórica y su verdad literal.

Son muchas las iglesias que, literalmente, han ardido e iluminado la noche, pero a la mañana siguiente, muertas, quedan reducidas a un diminuto montón de cenizas.

Deja que te cuente, amigo, una bonita historia. Existe una pequeña iglesia en lo alto de una colina, construida hace muchos años, es hermosa pero sin electricidad y lo que es mejor, se niegan a instalarla. Celebran la Misa a la puesta del sol.

Cada feligrés que sube la colina porta su antorcha encendida que cuelga en uno de los ganchos de la pared, si son muchos los que suben son muchas las antorchas, es mucha la luz que ilumina el interior de la iglesia y es mucho el resplandor que los que no subieron contemplan en lo alto. Habrá tardes muy oscuras y otras muy luminosas, ¿de quién depende?

No es la electricidad de Endesa ni las llamaradas de fuego sino las antorchas de los creyentes las que arden e iluminan la oscuridad del pueblo en el valle.

La iglesia, minimalismo decorativo, no tiene imágenes, creen que no las necesitan, una cruz vacía preside el presbiterio.

Cada feligrés es una imagen viva que ora, canta y alaba a su Señor.

La Iglesia que ilumina y arde es un pueblo sacerdotal, pequeño, pero se sabe pueblo de Dios.

La Iglesia, llamada a ser la zarza que arde y no se consume, las piedras podrán caer, las vigas podrán arder, pero su luz tiene que iluminar la tiniebla del mundo.

La Iglesia ideal, zarza que arde y no se consume, es signo y misterio para los creyentes, los descreídos y los distraídos se acercan a coger sus bayas.

La Iglesia real, la jerárquica, la clerical, la de los bautizados, muchas veces deja de arder y se consume en batallas tribales, numéricas, sinodales, en quién coge más y las mejores bayas, y en lugar de ser imán que atrae intimida y ofende con su afán de poder, de grandeza y mundana ostentación.

Leo en la prensa que los “padrinos” de bautismo y de confirmación, según el ritual, colaboradores de los padres en la transmisión de la fe, ayer indispensables, hoy, en las diócesis del sur de Italia, han sido eliminados por los obispos. Domenico Mogavero, obispo de Mazara del Vallo, ha sido el último en eliminar los padrinos, comparsa decorativa.

Tiene su explicación, la Mafia colorea, blanquea y compra todas las bayas eclesiales y asperjada y bendecida se cree dueña de la zarza.

Nuestras diócesis, creo yo, tienen razones tan poderosas como las italianas para sacudirse este pesado e inútil yugo. ¿Por qué imponer una obligación tan seria a unas personas que por razones geográficas, sociales y religiosas jamás ejercerán de padrinos? Nombres en un papel.

Recuerdo haber leído en LES ESSAIS de Montaigne, hombre sabio, noble y rico que sus padrinos de bautismo fueron dos pobres de solemnidad para uncirlo al mundo de los pobres.
“Y por la misma razón, escribe, hizo que en la pila del bautismo me sostuvieran personas de la más abyecta fortuna, para unirme y apegarme a ellas”.

Un titular de La Croix arde: "En Belgique, polémique autour d'une Église sans prêtres”.
En Bélgica, polémica en torno a una “Iglesia sin curas”.

La Iglesia arde, parece que son muchas las antorchas las que se van apagando. Y la iglesia, en lo alto de la colina, ilumina poco.

El Sínodo de la Iglesia Alemana es una bomba de efecto retardado. Las votaciones a favor de la bendición de los matrimonios del mismo sexo, la eliminación del celibato, el sacerdocio ministerial de las mujeres y la homilía de los laicos en la liturgia…no sólo eliminan el “pecado” sino que se consideran con autoridad para eliminarlo y retan la autoridad del Papa. Cisma silencioso, ¿quién prenderá la hoguera?

Roma “protesta”, siente el fuego de las llamas.

Asombrado, contemplo una iglesia, cinco sacerdotes celebran la Eucaristía, ante ellos, un mar de sillas vacías, sólo hay una silla ocupada. No a r d e, se apaga.

“Si l’on avait voulu figurer les tribulations du christianisme en Europe occidentale, on n’aurait pas pu trouver mieux que de Notre-Dame de la Nativité de Bercy”.
Edificada en 1677, destruida en 1821, inundada en 1910, bombardeada en 1944, finalmente ardía en 1982. Leo en una de las 729 páginas de la novela ANÉANTIR de Michel Houellebecq.