xº

La Gran Jubilación

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 



Declararás santo el año cincuenta y promulgaréis por el país liberación para todos sus habitantes.

Será para vosotros un jubileo, cada uno recobrará su propiedad y retornará a su familia”.

Levítico 25,10El pueblo de Israel, perseguido, desterrado y martirizado, ha sobrevivido a todos los intentos de acabar con él.

Arrojados al exilio, entre los pocos enseres que llevaban consigo no faltaba nunca el Libro, el TANAKH, su gran catedral, su casa de oración, su refugio, su templo, su conexión con el Eterno, su Gran Esperanza.

Su mera existencia es un auténtico milagro.

Las primeras comadronas del Éxodo, Shiphrah y Puah, creadoras de Esperanza, dejaron convida a Moisés, y cuando nace un niño nace un mundo nuevo, éste organizó la gran peregrinación de la Esperanza a la tierra que mana “leche y miel”, y los dejó a la puerta de la Tierra Prometida.

Establecidos en la tierra que mana “leche y miel” los que no tenían un Goel humano esperaban, esperanza diferida, el Año Séptimo y el Gran Jubileo del Año cincuenta, a celebrar después de siete Séptimos Años.

La Esperanza que nunca decepciona la grita Job, “yo sé que mi Goel, mi redentor vive”.

El gran efecto del Jubileo era social y económico.

Los esclavos quedaban libres, las deudas olvidadas, la tierra conocía a su auténtico dueño.

Todo sancionado por Dios, dueño de la tierra, de Israel.

Dios era más que una Esperanza futura, su presencia reconcilia la sociedad y hace posible una existencia ética y moral.

¿Alguna vez se puso en práctica el Gran Jubileo? Tal vez no, pero sólo el soñarlo basta.

“Mira, he dejado delante de ti una puerta abierta, aunque tienes poca fuerza has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre”.

Ap 3,8El Papa Francisco en Roma, y todos los Obispos del mundo han abierto, gesto ritual y solemne, las puertas de sus catedrales para inaugurar el Jubileo de la Esperanza.

Puertas espirituales, abiertas a los peregrinos de la Esperanza.

“Yo soy la PUERTA, dice el Señor, quien entre por Mí se salvará”.

Jn 10,9“Y la ciudad no necesita del sol…sus Puertas no cerrarán pues allí no habrá noche y llevarán hasta ella la gloria y el honor de las naciones”.

Ap 21,25De la liberación y la restauración del Antiguo Testamento, Jubileo social y económico, exigencia divina, hemos desembocado en el 27 Jubileo de Roma, litúrgico, espiritual y purificador.

El pueblo de Dios, invitado a renovar su relación personal con Dios.

¿Acaso no lo hace todos los días? Yo creo que la vida entera ha de ser vivida con júbilo y como Jubileo, sin mirar a Roma.

La Ciudad de Dios, sin murallas, sin puertas y sin centinelas, Ciudad de la Esperanza, abierta24/7, 365 días, se ríe de las medidas de seguridad, cada día más sofisticadas, que los hombres inventan.

¿Quién tiene las llaves del Reino? ¿San Pedro? Sólo las metalizadas.

¿Quién puede poner puertas al Amor de Dios? ¿Los funcionarios, ayer indispensables? Hoy, elTú solo santo,Tú solo Señor tiene por oficio abrir las mil y una puertas que los funcionarios delas religiones se empeñan en cerrar.

El efecto esencial del Jubileo es ser el herbicida que mata nuestras adicciones y distracciones ynos conecta esencialmente con Dios.

Los efectos secundarios, inevitables y asumidos por los peregrinos, son dos: las peregrinaciones a Roma y las indulgencias plenarias, parciales… Roma, embellecida y esperanzada, imán turístico y religioso, abrirá sus Puertas, de par en par, a los 35 millones de peregrinos que, antes de emprender viaje, visitarán la página “Eat and walk Italy”.

Mr. Google será su Cicerone por las cinco basílicas jubilares.

Bendita y abundante platita para las arcas romanas y vaticanas.

Las indulgencias plenarias o parciales o…son el caramelo, regalo de la religión.

Los pre-jubilados tienen que cumplir x horas de trabajo antes de gozar la plena Jubilación.

La indulgencia plenaria, ganado el Jubileo, gratis y sin esfuerzo, nos libra de las x horas a cumplir en el Purgatorio por nuestras pequeñas fechorías.

¿Pequeña o Gran Esperanza? Yo aspiro a la Gran Jubilación sin hacer horas extra y sin hacer escala en una etapa interespacial inexistente.

Si queda algún Lutero, ni p…caso, que se calle.