La Catedral
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....
“Mira, te mostraré la novia…tenía la gloria de Dios, su resplandor era semejante a una piedra preciosa”. Ap 21 Los arquitectos, los ingenieros y los más de 500 obreros después de haber realizado su trabajo con profesionalidad y devoción, bien hecho y mejor pagado, han entregado la NOVIA al novio, el pueblo de París y del mundo. Quemadas las viejas sayas en la hoguera purificadora y cicatrizadas sus heridas, andamios y grúas guardadas, la Novia se ha revestido de gloria y majestad. “Notre-Dame trasciende a todos los que han contribuido a su recuperación”. Y trasciende a toda autoridad civil y religiosa. Si celebráramos las fechas de los aniversarios de los que la han cortejado, amado y hasta prostituido necesitaríamos el calendario hebreo, el musulmán y el romano. Fechas imperiales, matrimonios reales, funerales de estado, victorias celebradas, derrotas lloradas, novelas ambientadas bajo sus bóvedas…los calendarios entonarían también largas quejas. Paul Claudel, “te tengo entre mis favoritos”. Bien joven era yo cuando te encontré a través de L’Annonce faite à Marie y Le Partage de Midi. Hoy, Fiesta de la Inmaculada, recordando tu conversión en el seno materno de Notre-Dame, he releído La Vierge à Midi. “Il est midi. Je vois l’église ouverte. Il faut entrer”. “Es mediodía. Veo la iglesia abierta. Hay que entrar. No tengo nada que ofrecer y nada que pedir. No decir nada, regarder votre visage”. Entraste y saliste transfigurado. Bienaventurados los Claudel del pasado. Ojalá la novia, la de ayer, la de hoy, y la de siempre, abierta y amable, engendre nuevos hijos para la Iglesia de Jesús. Ya tengo una Catedral, ¿para qué quiero la religión? Ir al Templo, socializar en el Templo, consumir en el templo, pertenecer al club de los adictos al Templo… son actividades buenas, inocentes, piadosas, nos impresionan más las piedras milenarias y las bóvedas flamígeras que el Dios que nos convoca. Son muchos los Templos sin la WIFI de Dios. He visitado, turista distraído, diez veces la Catedral de Notre-Dame. No experimenté una subida de tensión o de temperatura. Yo era ya un Paul Claudel convertido, un funcionario en su templo. Cientos de catedrales salpican la vieja Europa. Todas las novias visitadas, 13 millones piropean anualmente a Notre-Dame, pero son pocos los que experimentan el calambre claudelino. Mi Novia, mi Catedral, es la Cathédrale de l’Assomption de Notre-Dame de Chartres, la he circunvalado diez veces, sus portadas me impresionan y sus vitrales bien conservados son pura lujuria para los ojos, descanso amoroso, olvidada por un momento la basura ambiental. Notre-Dame de París, Novia vestida de lino blanco y resplandeciente, ataviada y enjoyada para acoger a tus hijos. Quisiera visitarte y cortejarte una vez más.