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Julio
7, 2017. Primer Viernes de Mes.
New
York City, como todas las ciudades del mundo, tiene tres caras.
La cara
multimillonaria donde viven los del 1 %, los que comen, beben y hacen negocios
en sus Clubs privados, los de las aceras limpias, las puertas doradas siempre
relucientes por las que entran y salen los CEOs con trajes de tres piezas, cara
estetizada y perfumada.
La cara
turística, sólo para turistas distraídos y superficiales, consumidores de lo
último. Todos hacen los mismos recorridos, todos se encuentran en las mismas
colas, ya en la Estatua de la Libertad, ya en el Empire State building o ya en
la cola de un musical de Broadway. Los turistas se revientan recorriendo las
Avenidas y no se sientan a comer como dios manda en el Union Square Cafe, en
Casa Mono, en el River Café o en uno de los muchos y fantásticos Statehouses...
La
tercera cara, la de los pobres que son legión, no interesa a casi nadie, pero
ahí está, verruga grande y fea, la que yo visité, toqué y olí el 7 de Julio,
2017.
Son
muchas las devociones, los inesenciales de la religión, que a pesar de carecer
de sustancia espiritual seguimos cultivando por rutina. Los siete primeros
Viernes de Mes, hoy en baja, pero es que casi todo está en rebajas, en mi
parroquia todavía se celebran y yo tuve que recorrer la tercera cara de NYC
llevando el viático a viudas nonagenarias.
En NYC
son los pobres los que viven en los "proyectos". The projects, según el Urban
dictionary son "usually a group of dirty buildings made for really poor/homeless
people to live in".
Vivir
en los "proyectos" significa ser pobre, vivir de la caridad del gobierno que te
hospeda en su edificio. Hablar de los •"proyectos", hoy un poco, no mucho, más
aseados, es hablar de drogas, gangsters, ghettos, negros, peleas... Hoy conviven
boricuas, chinos, negros, todo el arco iris. Años atrás a los jóvenes hispanos
yo les recriminaba que imitaran en todo lo malo a los negros, en el hablar y en
el vestir y me decían: "es la influencia de los proyectos".
El
eslogan omnipresente en NYC, "if you see something, say something", si ves algo,
di algo, vale para la ciudad del 1 % y la ciudad turística, pero no vale para
los "proyectos". Aquí si ves algo, not say shit, no abras tu puta lengua.
Los
"proyectos" que yo visité en Campos Plaza y en la Avenida D imponen respeto.
Están muy sucios y huelen muy mal. Coger el ascensor acompañado por esos hombres
de color y enormes o viajar con cuatro jóvenes del hood al piso 12 no es un
viaje de placer.
El
paisaje no tiene nada de turístico, visto a distancia, ves cajas de colmenas
todas igualitas, pero para creer y perder el miedo hay que entrar y oler. El
dolor y la soledad están dentro del apartamento. La puerta tarda en abrirse y te
saluda con una bocanada de aire raro. Dentro siempre la misma imagen, una señora
muy mayor, sola y viuda, a veces, acompañada de una home attendant nada
profesional, nada eficaz. Todo es un reguero esparcido por doquier.
De pie,
no hay muchas opciones, saludo, hablamos de cosas pequeñas, salud, familia,
religión en TV, leo el evangelio, oramos, le doy la comunión y dejo a Helen y
visito a Rose, Catarina, Stephen…
Los
“proyectos” son de hoy, pero los “tenements” son de 1820 y de todo el siglo XIX.
Sólo se conoce bien la vida de los pobres si se conocen sus viviendas.
En el
número 97 de Orchard Street existe el “Tenement Museum” donde se puede revivir
la experiencia inmigrante. Merece la pena una visita para desintoxicarse del NYC
dorado y maravilloso. Jacob Riis describe los tenements en su libro How the
Other Half Lives y Scorsese, que se crió en el Lower East Side, los recrea en su
genial película Gangs of New York.
En la
calle 9 entre la Avenida A y B visité a DeFina Rose y en el 113 East de la calle
12, por error, allí no me esperaba nadie, subí seis plantas por una escalera
estrecha y más empinada que el Moncayo. Era en la calle 13 donde me esperaba una
señora en bragas, una de esas que creen en espíritus que violan las almas y los
cuerpos, me hizo esperar de pie mientras se vestía tranquilamente delante de mí.
Terminé
mi recorrido en la calle 16 y 3ª Avenida. Un edificio moderno, con conserje
trajeado, muy elegante y con su nombre, Angel Hernandez, en letras doradas en el
mostrador.
Pero
Agnes Flynn, irlandesa, sin familia, sin home attendant y enferma, no puede
limpiar ni ordenar su hermoso apartamento y hay que abrirse paso para llegar a
la sala. ¿Quién la heredará? Conozco varios pretendientes.
Después
de cuatro largas horas de compartir soledades en medio de la pobreza y algunas
confidencias amargas y unas sonrisas me dirijo a Union Square, entro en la gran
tienda de libros, Barnes & Nobles, compro un libro “Luther vs. Pope Leo,
Conversation in Purgatory” y me tomo un double espresso mientras leo el primer
capítulo.
Las
calles de NYC que pisan los ricos, los turistas y los pobres, ciertamente, no
están pavimentadas con oro.
Los
Primeros Viernes de Mes las recorren los curas con el Viático en el bolsillo.
Amén.
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