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Homilías, 8 minutos VS Preachers, 45 Minutos

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El P. Hegesipo, el domingo que le tocaba presidir la misa de la parroquia, le decía al P. Angel: “Te doy la paga del mes, 14 pesetas, si me predicas el sermón”.

En los años 60 cuando las comunidades religiosas eran megacomunidades, los curas que tenían, no un saber bíblico, pero sí facilidad para llenar 10 minutos de un bavardage espiritual e insustancial, apto para todos los públicos, podían llenar sus bolsillos con unas pesetas sustanciales para el cuarterón.

El carisma escolapio nada tuvo que ver con la predicación, 30 horas semanales de clase, ahí comenzaba y terminaba su tarea. ¿Qué cura disponía de tiempo y ganas para orar, meditar y escribir un sermón? Ni sermón ni título de sermón.

Predicaban más con su presencia amable y sonriente que con su palabra.

El clero diocesano, a pesar de tener mucho más tiempo, no tuvo más entusiasmo por la predicación. El HOC est enim corpus meum, tan misterioso, tan fascinante, pesaba tanto que la literatura de la predicción era mera calderilla, algo de lo que se podía prescindir.

El Papa Francisco, poco entusiasta de todo lo que huele a Trento: Misa Tradicional Tridentina, Teología Perenne, Moral Sexual de Zalba y otras tonterías, y poco consumidor de redes sociales, sí está presente en la prensa y concede entrevistas a los periódicos del mundo, Francisco en estado puro, entrega sabrosos titulares que dan que hablar.

El 20 de febrero, en una de esas tertulias, calificó LAS HOMILÍAS de los curas católicos de “desastre”, suspenso general en Homilética. Adjetivo que ha dado que hablar.

LA HOMILÍA, dijo, no es dictar una lección de filosofía ni de teología y hay que huir de hacer exégesis. Su duración no debe exceder de 10 minutos.

El homilista tiene que estar familiarizado con la palabra de Dios y ser el primero en sentirse interpelado por la misma. El centro de la homilía no es San Abundio de Como, es Cristo.

Los homilistas dedican poco tiempo a preparar la homilía. Pocos rumian el texto bíblico a lo largo de la semana. Conocí a uno que, mientras desayunaba el domingo, leía el evangelio. Preparación próxima.

Los curas saben que los católicos prestan poca atención a las homilías y los católicos saben que los curas ni los van a sorprender ni los van a excitar, esperan poco o nada. Juego en el nadie gana nada y todos pierden mucho.

Hace unos años presidí la boda de un alumno, los que grababan la celebración no prestaron atención a la homilía, de rutina, lo de siempre, pensaron, terminada la misa, se arrepintieron de no haberla grabado. Sorprendió y excitó.

Los PREACHERS, título con el que son conocidos los pastores evangélicos, su tarea principal y única es la predicaciòn. La semana entera la dedican a preparar la Clase Bíblica y el sermón del Domingo cuyo título feligreses y transeúntes pueden leer en el tablón de anuncios.

Los fieles van al Templo, vestidos para la Fiesta, a escuchar la Palabra de Dios y el sermón del Preacher. Los hay muy buenos, casi todos son buenos, divertidos, profundos, informados, bíblicos e interactivos…

Nadie se queja de la duración, saben que son largos y “que vale más un día en los atrios del Señor que mil fuera de ellos”...

En el tema homilético prefiero el diagnóstico de Henri de Lubac al de Francisco.

En una iglesia en la que se predica con fe y entusiasmo, el reloj no existe, hay más conversión, más pasión por la fe, más gracia y más cercanía del Señor, que en un iglesia sin el fuego de la palabra y con comunión piadosa.

Francisco, a lo largo de su vida, ha escuchado muchos sermones “desastre” y quiere evitar que el pueblo de Dios ponga su corazón en off, mire constantemente al reloj y que los pies comiencen a impacientarse. No se fía de sus curas.

Hay homilistas que si no son mejores que los Black Preachers, están a su altura, y pueden predicar 45 y hasta 60 minutos. ¿Por qué poner tajaderas al flujo del Espíritu?

Cierto, hay curas que no deberían predicar ni un minuto.

A los que sólo saben leer, sin levantar los ojos del papel y sin vida, 4 minutos, una eternidad ventrílocua.
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A los que por pereza o ignorancia se olvidan del Tú solo Santo y de su mensaje y, Wikipedia en mano, cuentan hazañas del santito de turno, memoria libre, obligatoria, local, provincial… ayunos y cilicios.

A los que, en silencio y oración, rumian y se dejan conmover por la Palabra, dejen que el Espíritu, el mejor apuntador y socio del predicador, los utilice para gloria de Dios.