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Hacer Cola

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Nos pasamos la vida, signo de los tiempos, haciendo cola.

Hay colas OBLIGATORIAS.

Para hacerse una analítica en el Centro de Salud de Sagasta, cola larguísima que se prolonga a lo largo de la calle. Cualquier gestión en el banco, cola sin reloj. En el supermercado del Corte Inglés, número 66, en cola hasta que llegue el turno. La cola más odiosa, la del aeropuerto del Kennedy to go through Customs. Y el postre se te puede indigestar.

Por favor, no mencionen las salas de espera para ver al urólogo, el dentista y sus colegas.

Hay colas TURÍSTICAS.

La cola del Museo del Prado, abandonada por saturación.

La del Louvre, por ver y sonreir a la Gioconda, se aguantan horas en la cola.

La Catedral de Chartres sin hacer cola, sin pagar, sin orar, wow, asombro mágico.

El Monasterio del Ciprés de Silos y de Gerardo Diego, “Enhiesto surtidor de sombra y sueño…hoy llego a ti”... lo que dura leer un soneto.

Hay colas PIADOSAS

“Sorprendidos, desbordados” dicen estar los PP Carmelitas por la cola sin fin que, las gentes piadosas, hacen alrededor de la Basílica de la Anunciación para curiosear el cadáver de Santa Teresa.

La historia de Alba de Tormes este final de mayo es la avalancha de gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación exótica (Zanzibar, Madagascar, Goa, USA…) haciendo cola porque como dicen los PP Carmelitas: Santa Teresa muerta despierta pasiones”.

Ojalá las colas sacramentales para celebrar la fe, recibir el perdón, comer el pan y beber el cáliz se alargaran un poco y las colas de los inesenciales de la religión se acortaran un mucho y desaparecieran.

Todas las colas, aun las piadosas exigen el óbolo correspondiente.

Para contemplar una hermosa puesta de sol o la Vía Láctea no hay que hacer cola ni dar una propina.

Santa Teresa, viva en sus obras, olvidemos sus exageraciones teológicas, y en los poemas que recitamos en el Oficio Divino, es la que visitamos sin hacer cola. Esa es la Teresa que interesa.

La Teresa, la de la carne seca, sin pulso, sin latidos, sin sonrisas, profanada, nunca debería haber sido exhibida.

De sobra sabemos el cebo que atrae a las gentes piadosas e ignorantes, dispuestas a hacer cola por nada y para nada.

PP Carmelitas, a mí no me sorprende la cola sin fin de Alba de Tormes, como no me sorprende que medio millón de personas hayan visitado hace unas semanas Argenteuil donde se guarda una túnica, a la que alguien, anónimo, ha apellidado “de la Virgen”.