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Sí,
hace 365 días que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa y la luna de miel
parece no tener fin.
El Papa
Francisco, Persona del Año para la revista Time, no me extrañaría que repitiera
portada y portadas en el año 2014.
Francisco
es el menos Papa de todos los Papas. No se le ha subido la cosa a la cabeza. No
se siente el rey del mundo ni la mano derecha de Dios. Estoy seguro de que eso
de Vicario de Cristo le da vértigo y lo rechaza como una de las tentaciones de
la serpiente de los jardines vaticanos. No le gusta el título de Papa y prefiere
llamarse Obispo de Roma, título más cercano, más igualitario, más ecuménico,
“primus inter pares” que dicen nuestros hermanos ortodoxos y menos polémico.
Francisco
ha renovado su pasaporte argentino y despreciado el pasaporte vaticano.
¿Significa que no cree en la mundanidad del Estado Vaticano?
En
1870, Pio IX, el último Papa-Rey, prisionero en el Vaticano, termina su reinado
temporal, el del Papa y su corte de príncipes, no el de los católicos, ajenos a
estas ambiciones nada evangélicas.
¿Será
Francisco, en el siglo XXI, 144 años más tarde, el que convierta el Vaticano en
la sede del Obispo de Roma? No estado vaticano, no embajadores, simplemente una
gran tienda abierta a todos los seguidores de Jesús y a todos los hombres de
buena voluntad.
El
contraste con sus dos predecesores, que ejercieron el poder absoluto, sin
necesitar ni consultar a nadie, es tan abismal que vivimos desconcertados. Lo
nuestro era obedecer, hoy, hasta se nos pide nuestra opinión.
Francisco
es también el más Papa de todos los Papas.
La
Iglesia Católica, gracias a Francisco, vive un nuevo amanecer. Nunca un Papa ha
suscitado tanto interés, nunca los medios de comunicación de derechas y de
izquierdas, sobre todo de izquierdas, le han dedicado tantos piropos a un Papa.
Elton John, cantante gay, ha dicho: “es un milagro de humildad en un tiempo de
vanidad”.
La
Iglesia Católica, mofada y desacreditada durante el reinado del tímido y
arrugado Benedicto XVI, hoy parece resucitada por la bondad de un Papa, un cura
carismático que predica mejor con su vida y sus gestos que con sus sermones
improvisados. El adjetivo “católico” está de moda en Estados Unidos, país donde
cada día nace una iglesia nueva, y ahora en sus títulos incluyen el adjetivo de
católico, “Iglesia Católica Ecuménica de Cristo”.
365
después la luna de miel de Francisco con el pueblo de Dios y los miles de
simpatizantes esperanzados sigue y deseamos que siga porque queremos ver los
frutos, los cambios que la Iglesia Católica necesita.
“Las
nuevas inseguridades van a derrotar a las viejas certezas” afirma un insider.
Hay católicos preocupados, barruntan cambios que no desean: matrimonios
recasados abiertos a la sanación de su segundo matrimonio y admitidos a la
eucaristía, visto bueno a las uniones de homosexuales, en definitiva una
revisión de la moral sexual, cruel y discriminatoria, el papel de la mujer que
tiene que pasar de la exclusión a la inclusión, cambios mil por los que clama el
pueblo de Dios. John Vanneri, católico más que preocupado decepcionado, dice que
“nunca permitiría a Francisco enseñar religión a mis hijos”.
Muchos
católicos preocupados, mientras dura la luna de miel, optan por un silencio
angustiado para no desentonar en este coro maravillado de extasiados. Gracias a
Dios somos más los extasiados que los preocupados.
Antes
de Francisco la obsesión por la ortodoxia, lo correcto, resucitó la inquisición.
Se excomulgaba y se imponía silencio a los teólogos: Hans Küng, Leonardo Boff,
Curran, Gustavo Gutiérrez…hoy son los invitados de Francisco.
“No
tengan miedo a las cartas de la Congregación de la Doctrina d la Fe” aconsejó
francisco a las monjas, sí sirvan a Jesús en los pobres. De nada sirve la
ortodoxia, fariseísmo redivivus, sin la praxis, el servicio a la persona.
365
después, Francisco celebra su primer aniversario en Ariccia, haciendo una semana
de ejercicios espirituales con el personal de la Curia. Sentado en una silla
cualquiera, como uno más, escucha al conferenciante, se deja evangelizar.
Sí,
Francisco es el menos Papa de todos los Papas y el más Papa de todos los Papas.
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