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Los
Evangelios no hablan de sXe, la obsesión de la Iglesia fue y es el sXe.
Hoy, en la Alemania de Lutero, los Matrimonios del mismo sexo están siendo
aprobados, bendecidos y celebrados en las iglesias católicas. Unos,
escandalizados, los califican de sacrílegos y satánicos, otros, en voz baja,
hablan de rebelión y de cisma y otros cantan “El Amor Triunfa”. Por fin la
Iglesia se renueva y se pone al día. No se trata del sXe de los ángeles sino del
gran regalo de Dios a los seres humanos.
Hoy hablamos de los dineros, “raiz de todos los males”. Marcar la X.
Los Evangelios sí hablan del dinero y mucho y de los ricos y del mal uso del
dinero y de sus castigos.
El trato de los Católicos con los Evangelios es ocasional, superficial e
indirecto. NO lo leemos, nos lo leen.
El Bolsillo no se entera y no se convierte.
Quiero, a la luz de dos textos luminosos del Evangelio de Marcos, animarles a la
generosidad y a preguntarse: “No lo que la Iglesia puede hacer por mí sino lo
que yo puedo hacer por Mi Iglesia y por Mi Parroquia”.
Marcos 12,41-44. Historia del TODO. Telediario en directo. Jesús, reportero de
lo interno y de lo externo, observa la colecta del domingo en las iglesias del
mundo.
Muchos donantes dan “las sobras” y una mujer pobre, viuda y sin recursos da
TODO. Da NO el diezmo, el 10%, da el 100%.
Jesús no lee la cantidad de nuestros cheques, lee la cantidad de amor, de fe y
de confianza que alberga nuestro corazón.
Marcos 10,17-24. DEL TODO A NADA
¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?, le pregunta un joven a Jesús.
La historia de esta conversación, razón de tiempo y espacio, Marcos nos la
entrega abreviada, pero seguro que fue larga, íntima y cariñosa.
“Jesús se le quedó mirando, le amó y le dijo: Una cosa te falta, ve, vende TODO
lo que tienes y dáselo a los pobres”. El joven lo dejó plantado y se largó.
El TODO de la pobre viuda versus el NADA del joven rico.
¿“Y nosotros que lo hemos dejado TODO?, pregunta Pedro.
Iba un monje de camino al monasterio, a eso de las doce se sentó a comer y quiso
compartir su pobre comida con un mendigo. Cuando abrió el morral el mendigo vio
algo que brillaba, era una piedra preciosa. El mendigo quiso verla y después
quiso poseerla. El monje, desprendido, lo material no anidaba en su corazón, se
la dió sin más.
Al día siguiente el mendigo fue en busca del monje y le devolvió la piedra
preciosa.
Quiero, le dijo, que me digas el secreto que te permite desprenderte de lo
material y valioso con paz y alegría. Bendito y Santo desprendimiento.
Si el mensaje no ha bajado de la cabeza al bolsillo, aún no estás convertido al
Evangelio de Jesús.
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