xº

Esquelas II

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 


Sólo tenemos “futuro” cuando no tenemos presente”.

La muerte es la prosa de la vida, el misterio es la lírica del día después.

Prosa farragosa, repetida sin interrupciones, bostezante, alergia a la finitud, prosa de la vida cotidiana.

Lírica, invitación del Cantar “corramos, condúceme a tu alcoba, disfrutemos y gocemos juntos, saboreemos tus amores embriagadores”. Cantar 1,4

Fe del creyente en la alcoba del “amor más fuerte que la muerte”.

La prosa, inevitable e inacabable, se convierte en oración desesperada, en petición de un poco de eu-tanasia para poner fin a la banalidad existencial.

Fe aceptada y resignada de la inexorable finitud.

El periódico, depositado a las 7 A M en el buzón, nace viejo. Los grandes titulares, la edición digital ya los ha remendado. Pero sólo dos cosas son siempre verdad, la fecha del día y los nombres de las Esquelas.

Los lectores tenemos nuestras benditas manías. Algunos, no satisfechos con los minutos del Larguero o del Partidazo, comienzan la lectura del periódico por las páginas de deportes, otros empeñados en sobrevivir a sus amigos y enemigos, comienzan por el final, la sección Esquelas.

El resto del periódico es literatura de la mala.

Las Esquelas, último breviario, último selfi sin foto, genealogía abreviada, los inesenciales quedan para el te acuerdas de…

El nombre del difunto, el verdadero, no el alias, es el del DNI.

La mayoría de las Esquelas contienen la información, la que se supone, para ser religiosamente correcta, debería existir.

-falleció “cristianamente” en Soria.
-habiendo recibido los santos sacramentos y la bendición apostólica de su Santidad.
-a quienes le conocieron les pedimos oraciones y buenos recuerdos.
-el funeral por su “eterno descanso” se celebrará en el Espino.

Banderillas “sociales” que no hieren pero sí adornan y santifican la vida del difunto.
Los frailes, perdida la memoria del difunto, lo recuerdan con la consabida consueta: retahíla van de destinos, fechas, cargos, trabajos y una corta letanía de pequeñas hazañas con las que los escribientes hacen más alarde de sus dotes literarias que de las virtudes del difunto.

Hoy, muchas consuetas quedan por escribir, favor que hacemos a los difuntos. El silencio y el olvido es el mejor tributo que podemos pagarles por sus grandes o pequeñas contribuciones a la posteridad. Esto también es vanidad.

“Más vale reprensión de sabio que escuchar palabras de necio, pues crepitar de zarzas bajo la olla es el jolgorio de los necios”. Y también esto es vanidad”. El Qohelet, el que se dedicó a investigar y a explorar con método todo lo que se hace bajo el cielo, dixit.