“No recuerdes lo de antaño,
No pienses en el pasado.
Mira que, realizo algo nuevo,
Ya está brotando, ¿no lo notáis? Isaías 43
La tentación de mirar al pasado y maldecir el presente, de comparar los
empinados números de ayer con los flácidos de hoy, es permanente tema de
conversación, parloteo de entretenimiento, y tema de estudio, encuestas y
estadísticas.
“Uno no puede ser judío -ni católico, diría yo- sin estar expuesto a un
determinado léxico”, escribe Amos Oz en LOS Judíos y las Palabras.
El Diploma, tenía yo 9 años, cuando obtuve mi Primer Diploma Bíblico en un
concurso diocesano sobre Historia Sagrada. Diplomado en los personajes
importantes, los creadores de un pueblo, heredero de un léxico, iniciación
temprana en el libro más literario y más espiritual.
Sin léxico, sólo vacío, a pesar del tambor y de la túnica de cofrade.
Conversando con un grupo de muchachos de 4º de la ESO, analfabetos, sin léxico,
me confesaba uno “recuerdo algo que comenzaba por padre nuestro”, punto final.
Las personas, hoy, viven conectadas, 50 Apps las conectan con su tienda, su
banco, su personal coach, su periódico, su cantante, su compañía de viajes, Con
Iberia, con sus 15 grupos de whatsapp… pero no están conectadas con Dios, porque
Dios es más que una conexión, Dios es una relación, I-THOU.
Las relaciones humanas, jugo de la existencia, give me some skin, son cada día
más escasas, más cortas, más a distancia, un selfie y un wasap hacen las veces
de un face to face cordial.
Dios es el único ser absolutamente necesario, es permanente, los hombres somos
provisionales, somos cada día más turistas de sofá, nos asomamos al escaparate
de las religiones y mercadeamos con lo último, lo novedoso, hasta que, agotados,
nos quedamos sin nada. Por fin libres.
El “para siempre” matrimonial, el “para siempre” católico, luterano, budista… el
“para siempre” dominical, tridentino, tradicional… Somos cada día más alérgicos
a cualquier forma de “para siempre”.
La religión de la infancia, entretenimiento impuesto, capricho familiar, espejo
retrovisor, corsé cada día más opresor, sus rules and regulations obsoletas,
hacemos mutis por el foro y nadie nos echa en falta.
La religión organizada está en crisis. A menor asistencia, menor influencia,
menor poder económico.
Según una encuesta reciente la quinta parte de los adultos de los países
cristianos han abandonado la religión en la que crecieron o han renunciado a
toda religión.
Las estadísticas de Alemania me han llamado poderosamente la atención. En 1962,
ayer glorioso y triunfante, se ordenaban 557 jóvenes de sacerdotes. Cosecha
óptima. La cosecha del 2024-2025, 29 jóvenes serán ungidos sacerdotes para las
27 diócesis del país. 11 diócesis no ordenarán a ninguno.
En 2024, 321.611 católicos se dieron de baja de la Iglesia, no lo hicieron
llamando a las sacristías, sí lo hicieron en la declaración de hacienda. 59% se
declaran ateos y menos del 2% asisten a la misa dominical.
El 87% de los españoles viven desconectados de la religión. Por falta de léxico
se sienten en un planeta que no es el suyo. Asisten a eventos religiosos,
pasividad fría, indiferente, aburrimiento en el reloj.
Filipinas, Hungría y Nigeria, oasis de fe y de pertenencia, el 95% de los
educados en la fe cristiana se mantienen fieles al “primer amor”.
En el Islam y el hinduismo, sus fieles, el 90% se mantienen fieles a sus
creencias y sus tradiciones.
“Mira, que realizo algo nuevo. Ya está brotando, ¿no lo notáis?
Invitación a olvidarse de los espejos retrovisores, el pasado vive congelado en
los archivos, no sirve de nada, el futuro borbotea fresco y poderoso.
La religión, institución, puede morir, “sprite, “obey your thirst” puede
desaparecer, pero la sed siempre permanecerá.
Sorprendente, 10.000 adultos y 7.400 adolescentes se bautizarán en la Vigilia
Pascual este año 2025 en Francia.
Todos, obispos, curas y pueblo de Dios, sorprendidos y dispuestos a cultivar
esta cosecha de Dios. Dios es el futuro.
Y pensar que los nuevos “apóstoles” de la Iglesia no llevan el título de Obispo
ni the Father ni de Reverendo sino el de “influencer” y que su púlpito no está
en la catedral ni en la iglesia parroquial sino en YouTube o en un podcast o en
un álbum de música o en un taller de teología… ¿No lo notáis?