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“Es una
perfección absoluta, y como divina, saber gozar lealmente del propio ser.
Perseguimos otras condiciones porque no entendemos el uso de las nuestras, y
salimos fuera de nosotros porque no sabemos lo que hay dentro”.
La
Biblia que abrimos todos los días, más que de geografía, es el Libro del Tiempo,
de la historia, memoria de un ayer lejanísimo, y de un hoy, nuestro hoy y del
futuro, nuestro futuro.
Vivimos
bajo el imperio del AHORA y nos lamentamos del tiempo perdido y de las mil
oportunidades desaprovechadas. Las prisas extinguen el misterio del tiempo.
Huimos del tiempo y nos refugiamos en el espacio.
Sabemos
cómo llenar los espacios. Somos coleccionistas de todo tipo de artilugios y nos
cuesta desprendernos hasta de los trastos más inútiles. Vamos de los grandes
almacenes, a las rebajas, a los flea markets, dejamos que Amazon nos envíe sus
cajas, compramos en eBay… Compramos Trasteros o alquilamos espacios en Mini
Storages near me, para guardar la basura acumulada que ya no revisaremos.
¿Es
FaceBook el Gran Trastero Abierto al mundo, el retrete donde depositamos
nuestros excrementos favoritos, mero bavardage intarissable?
Los
espacios religiosos,Trasteros Divinos, convertidos en museos, en Edades del
Hombre, para hombres de la tercera edad, los hemos llenado de escayolas
policromadas, de retablos admirados con ojos silenciosos y con piedras
milenarias que se miran con indiferencia, son más los espacios de la curiosidad
que de la divinidad.
¿Y
pensar que ahora lo tenemos todo almacenado en un celular omnipresente,
omnisciente y omnipotente? Este sí que es el Gran Trastero de todas nuestras
bendiciones y maldiciones.
Dios no
necesita tu espacio, necesita tu tiempo, tu oración, total attention.
Nuestro
gran problema es cómo llenar el tiempo. “Time is the heart of existence”.
Las
actividades espirituales, poco o nada apetecidas por los niños, destinatarios de
la pastoral, viven tiempos de rebajas y hasta los frailes, responsables de
cuatro casas, van de reunión en reunión o de aeropuerto en aeropuerto como si
fueran importantes CEOs, su tiempo, locura lírica, lo malgastan en cualquier
espacio menos en la soledad de la capilla.
Tiempo
vacío, cheque en blanco a depositar, día tras día, en el banco de la eternidad.
Lo sepamos o no, el Tiempo es nuestra posesión más preciosa y no necesita un
trastero.
¿Cómo ser fieles a la tierra y al cielo a la hora de presupuestar nuestro
tiempo?
Como
Dios no nos deja mensajes en el mailbox ni en los mil reenviados wharsapp no le
contestamos ni le reenviamos. Dios es el que nos tiene unidos a El, a nosotros
nos toca activar la conexión.
Uncidos
como estamos al pesado yugo de la rutina martirial, buscamos en la superficie,
afuera de nosotros mismos, cuando Él está adentro.
Sufrimos
la enfermedad de las prisas, ricos en “tiempo”, son muchos los que viven
superestresados doing nothing.
En la
larga lista de los to-dos, todos los días de la semana, domingos incluidos,
están llenos.
Dios no está en ninguna lista.
Slow
cities, slow down, turn down the volume, mindfulness, nuevas consignas para
todos los deprimidos y estresados.
Nosotros,
los que tenemos un “adentro”, experimentamos la plenitud, la totalidad del ser
en la presencia de Dios en mí, y huimos de la fragmentación de la vida, mosaico
de relaciones y trabajos, nunca conjuntados.
El
trabajo de los hombres es conquistar el “espacio” y santificar el “tiempo”.
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