EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Doctores tiene la Iglesia que os sabrán responder.

En tiempos remotísimos, antes de la televisión y de Internet, el extinto catecismo del padre Astete que aprendíamos en los bancos de la iglesia, ante los misterios que no nos interesaban, nos remitía a unos doctores más misteriosos que los misterios ignorados.

Yo, los domingos, remito con frecuencia a mis feligreses a Google, el doctor que lo sabe todo. Pregúnteselo a Google que lo ve, sabe y está en todas partes. A mis simpáticas nonagenarias les sobra Google porque ni esperan ni quieren saber nada.

Hoy he preguntado a Google por el número de especies ya extinguidas o en peligro de extinción. Interesante baile de cifras. He aprendido que algunas especies, las que están en peligro de extinción, son custodiadas en reservas carísimas, como piezas de museo, para que las contemplen los turistas y otras especies amantes de lo exótico y primitivo.

La única cosa que Google no sabe es cuando se extinguirá la especie humana. Definitivamente Google no es Dios.

Yo no soy uno de esos que van besando los árboles centenarios para tener donde grabar un corazón, una flecha y una fecha. Todo tiene su tiempo dice el Qohelet, su tiempo de nacer y su tiempo de morir. A mí no me impresiona ni mi propia extinción.

Lord Carey, ex-Arzobispo de Canterbury, ahora tiene su sede en la Cámara de los Lores, sí sabe que “dentro de una generación la Iglesia Anglicana se habrá extinguido y que si no se invierte en la gente joven no habrá futuro para nadie”. Sólo le regala 25 años más de vida. Atrevimiento profético de este hombre de Dios que muchos comparten y otros muchos quieren acelerar.

¿Qué Arzobispo celebrará su funeral y echará la llave del chiringuito?

Esta profecía la hizo el 16 de noviembre 2013. Más que una profecía es la crónica de una extinción anunciada. Llevamos ya muchos años como el Rey Baltasar contemplando la misma visión: “unos dedos de mano humana se pusieron a escribir en la cal del muro del palacio real y el rey vio el trozo de una mano que escribía: tienes los días contados, te falta peso, tu reino ha sido entregado a los persas”.

Son muchos los que han profetizado y siguen profetizando el fin de la religión en el primer mundo. La religión en la vieja Europa está llena de arrugas, los síntomas de la enfermedad los perciben mejor los de fuera que sus acríticos y arrugados consumidores de productos reciclados.

El diagnóstico que hace Lord Carey lo podemos suscribir al pie de la letra los católicos. Más que hermanos separados, somos hermanos reñidos por razones de herencia.

“En muchos lugares de Inglaterra las iglesias están en dificultades, los sacerdotes viven inseguros, acobardados, les falta confianza; un sentimiento de derrota se palpa en el ambiente. La carga se antoja muy pesada y la alegría del ministerio ha sido sustituida por un sentimiento de angustia”.

Existe un gran pesimismo en el ambiente clerical, resignados y sin energías, aceptamos una realidad que nos aplasta. Somos muy pocos y muy viejos.

A la Iglesia Anglicana, con mujeres sacerdotes y mañana ordenadas obispos, le quedan 25 años de vida, al clero católico de Europa, si no encontramos piezas de recambio, nos quedan 24 años.

La religión, tal como la hemos conocido y vivido los mayores de 60 años, tiene los días contados, le falta peso y se le dará a otros.

El hombre del siglo XXI no tiene nada del homo religiosus tradicional: el hombre que reza, que va a la iglesia los domingos, que peregrina, que lleva medallas, que cree en dogmas imposibles y en credos ininteligibles, que tiene miedo a vivir en pecado porque cohabita, es gay, usa anticonceptivos…esta religión tiene que morir. Para los jóvenes de hoy ya ha muerto porque no saben para qué sirve la iglesia, porque desconocen la enseñanza oficial de la Iglesia y si la conocen la ignoran y desprecian. Estos jóvenes son una especie en peligro de extinción o más exactamente una especie ya extinguida.

“Cielo y tierra pasarán. Mis palabras no pasarán”, profecía de Jesús es más escatológica que presente.

Todas las religiones cuanto más estáticas más pasajeras, cuanto más pesa el aparato jurídico y controlador menos pesa el factor divino, cuanto más humana menos transcendente y menos religiones, cuanto más celebremos el pasado menos futuro tenemos.

O’Brien pidió a Winston, héroe de la novela 1984, brindar por el futuro. Winston le dijo mejor brindar “to the past”, - por el pasado-. Brindemos por el pasado es más importante.