xº

En el Desierto

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 


Enamorarse, dicen, es cuestión de atención. Uno fija su mirada en un puntito, queda hipnotizado y carga con él día y noche, el resto, difuminado se vuelve invisible, el puntito se convierte en obsesión, en tatuaje indeleble, en berrea incontenible, en elegante babear. Enamorado.

He confesado ya alguna vez que yo, como los personajes de Fahrenheit 451, “bums on the outside, libraries inside”, me propuse recordar un libro y lo conseguí. Fijé mi atención en el libro de los Números y me enamoré.

¿El libro de los Números, muestra del mayor tostón bíblico? Me preguntaba un feligrés.
No lo entiendo. El corazón tiene razones que la razón no comprende digo con Pascal y los místicos.

REBELIÓN contra Dios, contra Moisés y Aarón, mi puntito de atención, mi aguijón.

“En el desierto”, título original del libro, nos recuerda que ahí, en la inhóspita soledad, se nos dio el regalo de los regalos, la Torah. La voz de Dios resonó en el desierto, lugar propicio para escucharla si el corazón sabe escuchar.

“En el desierto” Dios hace números y cuenta a su pueblo cada hora. Los contó cuando salían de Egipto, los contó el día que adoraron el becerro de oro, los contó cuando su Shechinah sobrevolaba sobre sus cabezas y nos sigue contando día tras día. Enamorado.

Las estadísticas de Dios no tienen nada que ver con los números de la Biblia.

“En el desierto”, dejamos atrás los nombres propios de los Patriarcas y sus excentricidades para transitar por los personajes de las doce tribus organizadas militarmente a 2.000 cúbitos alrededor de la Tienda del Encuentro.

“En el desierto, trece meses después del Éxodo de Egipto comienza la aventura del libro de los Números”.

“En el desierto”, cuadro carente de belleza aduladora, sin el dramatismo del Génesis,
Abraham, como un mendigo regateando el precio de la salvación e Isaac atado para el sacrificio…sin la teología liberadora del Ëxodo, sin los discursos y las enseñanzas del deuteronomista, sin el Código de la Santidad del Levítico…sin glamour, sin gestos heróicos de los protagonistas, nos ofrece 40 años en el desierto, la historia de una de tantas migraciones, signo de ayer y de hoy.

Moisés, el líder carismático, y Aarón, el Sumo Sacerdote, el de la vara florecida, 40 años merodeando por el desierto y guiando, no un puñado de emigrantes, sino un pueblo elegido, rebelde, de dura cerviz, uncidos a un yugo insoportable.
La rebelión del pueblo contra el liderazgo de Moisés y Aarón fue más profunda y teológica que el normal intento de “quítate tú para que me ponga yo que lo haré mejor que tú”.

A los hombres de todos los tiempos y de toda condición social nos encanta la vida estabulada y aborregada. Por la seguridad terrenal, renunciamos a todo.

Por la seguridad de la salvación celestial aceptamos el yugo de la religión, el yugo de la Regla, el yugo de la penitencia y hacemos apología de la ascesis, elevada a categoría suprema.

U
Los yugos humanos son todos interesados, do ut des, sólo el yugo del Señor es libre e incondicional.

Korah le dijo a Moisés y a Aaron: “Os habéis pasado mil pueblos, ya que todos los miembros de la comunidad son santos y el Señor está en medio de ellos. ¿Por qué os habéis erigido por encima de la asamblea del Señor? Nm 16,3

Si todos somos santos, ¿por qué necesitamos que Moisés nos instruya y por qué necesitamos más leyes que nos hagan más santos?

Pregunta de Korah, el levita, que sigue resonando a través de los tiempos.

Los salmos atestiguan que en otro tiempo los levitas eran sacerdotes y cantores en plenitud pero más tarde fueron reducidos a meros conserjes de la Tienda del Encuentro.

Korah reclama a Aarón, el de la vara florecida, los derechos y privilegios perdidos.

Dathan y Abiram de la tribu de Rubén, el primogénito de Israel, se rebelan contra la autoridad de Moisés. La tribu de Rubén desalojada de su lugar preeminente, queda tan mermada y desdibujada que reclama su protagonismo.

Moisés y Aarón firman la doctrina de Korah: “Todos los miembros de la comunidad son santos y el Señor está en medio de ellos”. Su desacuerdo está en la segunda afirmación: ¿Por qué os habéis erigido por encima de la asamblea del Señor?

Los portavoces de la libertad, apoyados por el pueblo, dejan que sea Dios el que responda a el discutido liderazgo.

“Y la tierra abrió su boca”.

Final decepcionante. Korah, Dathan and Abiram fueron fulminados.

“Korah fracasó porque quiso hacerse grande y fuerte para sí mismo con sus propias manos.La grandeza es buena si es otorgada por el cielo, el hombre no puede salir y apoderarse de ella por sí mismo”. Chassidic
Algunos comentaristas para quitar hierro y dulcificar la tragedia dicen que “la boca de la tierra se abrió” y se tragó sólo la tienda de Korah. Él estaba dando un mitin.

No se pierdan la historia de Balaam, un libro dentro del Libro, ni la de la Vaca Roja, ni las Ciudades Refugio, ni los Nazarite ,ni el castigo de Miriam sin llanto y sin funeral…

“En el desierto”, a pesar de los números y árboles genealógicos, tan de moda hoy, un Gran Libro.