Enamorarse,
dicen, es cuestión de atención. Uno fija su mirada en un puntito, queda
hipnotizado y carga con él día y noche, el resto, difuminado se vuelve
invisible, el puntito se convierte en obsesión, en tatuaje indeleble, en berrea
incontenible, en elegante babear. Enamorado.
He confesado ya alguna vez que yo, como los personajes de Fahrenheit 451, “bums
on the outside, libraries inside”, me propuse recordar un libro y lo conseguí.
Fijé mi atención en el libro de los Números y me enamoré.
¿El libro de los Números, muestra del mayor tostón bíblico? Me preguntaba un
feligrés.
No lo entiendo. El corazón tiene razones que la razón no comprende digo con
Pascal y los místicos.
REBELIÓN contra Dios, contra Moisés y Aarón, mi puntito de atención, mi aguijón.
“En el desierto”, título original del libro, nos recuerda que ahí, en la
inhóspita soledad, se nos dio el regalo de los regalos, la Torah. La voz de Dios
resonó en el desierto, lugar propicio para escucharla si el corazón sabe
escuchar.
“En el desierto” Dios hace números y cuenta a su pueblo cada hora. Los contó
cuando salían de Egipto, los contó el día que adoraron el becerro de oro, los
contó cuando su Shechinah sobrevolaba sobre sus cabezas y nos sigue contando día
tras día. Enamorado.
Las estadísticas de Dios no tienen nada que ver con los números de la Biblia.
“En el desierto”, dejamos atrás los nombres propios de los Patriarcas y sus
excentricidades para transitar por los personajes de las doce tribus organizadas
militarmente a 2.000 cúbitos alrededor de la Tienda del Encuentro.
“En el desierto, trece meses después del Éxodo de Egipto comienza la aventura
del libro de los Números”.
“En el desierto”, cuadro carente de belleza aduladora, sin el dramatismo del
Génesis,
Abraham, como un mendigo regateando el precio de la salvación e Isaac atado para
el sacrificio…sin la teología liberadora del Ëxodo, sin los discursos y las
enseñanzas del deuteronomista, sin el Código de la Santidad del Levítico…sin
glamour, sin gestos heróicos de los protagonistas, nos ofrece 40 años en el
desierto, la historia de una de tantas migraciones, signo de ayer y de hoy.
Moisés, el líder carismático, y Aarón, el Sumo Sacerdote, el de la vara
florecida, 40 años merodeando por el desierto y guiando, no un puñado de
emigrantes, sino un pueblo elegido, rebelde, de dura cerviz, uncidos a un yugo
insoportable.
La rebelión del pueblo contra el liderazgo de Moisés y Aarón fue más profunda y
teológica que el normal intento de “quítate tú para que me ponga yo que lo haré
mejor que tú”.
A los hombres de todos los tiempos y de toda condición social nos encanta la
vida estabulada y aborregada. Por la seguridad terrenal, renunciamos a todo.
Por la seguridad de la salvación celestial aceptamos el yugo de la religión, el
yugo de la Regla, el yugo de la penitencia y hacemos apología de la ascesis,
elevada a categoría suprema.
U
Los yugos humanos son todos interesados, do ut des, sólo el yugo del Señor es
libre e incondicional.
Korah le dijo a Moisés y a Aaron: “Os habéis pasado mil pueblos, ya que todos
los miembros de la comunidad son santos y el Señor está en medio de ellos. ¿Por
qué os habéis erigido por encima de la asamblea del Señor? Nm 16,3
Si todos somos santos, ¿por qué necesitamos que Moisés nos instruya y por qué
necesitamos más leyes que nos hagan más santos?
Pregunta de Korah, el levita, que sigue resonando a través de los tiempos.
Los salmos atestiguan que en otro tiempo los levitas eran sacerdotes y cantores
en plenitud pero más tarde fueron reducidos a meros conserjes de la Tienda del
Encuentro.
Korah reclama a Aarón, el de la vara florecida, los derechos y privilegios
perdidos.
Dathan y Abiram de la tribu de Rubén, el primogénito de Israel, se rebelan
contra la autoridad de Moisés. La tribu de Rubén desalojada de su lugar
preeminente, queda tan mermada y desdibujada que reclama su protagonismo.
Moisés y Aarón firman la doctrina de Korah: “Todos los miembros de la comunidad
son santos y el Señor está en medio de ellos”. Su desacuerdo está en la segunda
afirmación: ¿Por qué os habéis erigido por encima de la asamblea del Señor?
Los portavoces de la libertad, apoyados por el pueblo, dejan que sea Dios el que
responda a el discutido liderazgo.
“Y la tierra abrió su boca”.
Final decepcionante. Korah, Dathan and Abiram fueron fulminados.
“Korah fracasó porque quiso hacerse grande y fuerte para sí mismo con sus
propias manos.La grandeza es buena si es otorgada por el cielo, el hombre no
puede salir y apoderarse de ella por sí mismo”. Chassidic
Algunos comentaristas para quitar hierro y dulcificar la tragedia dicen que “la
boca de la tierra se abrió” y se tragó sólo la tienda de Korah. Él estaba dando
un mitin.
No se pierdan la historia de Balaam, un libro dentro del Libro, ni la de la Vaca
Roja, ni las Ciudades Refugio, ni los Nazarite ,ni el castigo de Miriam sin
llanto y sin funeral…
“En el desierto”, a pesar de los números y árboles genealógicos, tan de moda
hoy, un Gran Libro.