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Érase
una vez un monje agustino, doctor, profeta, fundador y agitador sin más poder y
sin más
capital que el de la Biblia en la mano y en el corazón y un emperador, más
poderoso que
sabio, frente a frente en la Dieta de Worms.
“La
edad moderna comenzó con la Reforma de Lutero el 31 de octubre de 1517 y se
inauguró a
martillazos en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg”. Adolf
Harnack.
En 1521 comienza la decadencia del emperador y de su imperio, año de Villalar y
de los
corajudos comuneros, año en que España comienza a aislarse del mundo civilizado.
Hoy,
500 años más tarde, todos recordamos a Lutero y actualizamos sus palabras
proféticas
pronunciadas en 1521 ante el emperador Carlos V.
“Estoy
obligado por las Escrituras que acabo de citar y mi conciencia es cautiva de la
Palabra
de Dios. No puedo y no me retractaré de nada y es que no es seguro ni justo ir
contra la
conciencia. No puedo hacer otra cosa, “here I stand”, esta es mi postura, que
Dios me ayude”.
¿Alguien
recuerda las palabras que pronunció en la Dieta de Worms el emperador?
Lutero
invocó la autoridad de Dios y se refugió en el santuario de la conciencia
iluminada por
las Escrituras, en lo que no pasa nunca, en el evangelio que es fuerza de
salvación.
“Preferiría
más bien que todos mis libros desapareciesen y que sólo las Escrituras fueran
leídas. De lo contrario, afirma Lutero, nos fiaríamos sólo de los escritos y nos
olvidaríamos de la
Biblia”.
El
emperador se apoyó en las malditas muletas de las leyes y tradiciones humanas,
en lo que
pasa, en lo que no hay que confiar y menos obedecer. No es de extrañar que nadie
las
recuerde.
Lutero
sigue presente y vivo en este hoy, en 2017, a pesar de haber sido excomulgado
por el
Papa León X, el cazador de jabalíes y haber sido declarado hereje por el
emperador y sus
teólogos.
“Por
esta razón prohibimos, a partir de hoy y en el futuro, que nadie ose, ya sea de
palabra o
de obra, recibir, defender, apoyar o favorecer al dicho Martín Lutero. Queremos
que sea
prendido y castigado como probado hereje. A los que ayuden a su captura serán
recompensados generosamente por su buen trabajo”.
La
Biblia fue el centro de la Dieta de Worms y la Biblia fue el centro de la vida
de Lutero, no
sólo la Biblia como libro de estudio sino como respuesta a sus interrogantes
existenciales sobre
la salvación y el pecado.
“Uno
tiene que saber que la Biblia sin glosas es el sol y toda la luz de la cual los
maestros
reciben su luz y no al revés”.
Lutero
repetía con frecuencia que no era un innovador. Pero el hecho de haber sacado la
Biblia
de las bodegas vaticanas y haberla colocado en el centro de la teología, la
escolástica estaba
agotada y le faltaba la sangre del espíritu, la justicia de la fe y la eficacia
de la gracia, y en el
centro de la liturgia y de la predicación, organizada en un santoral de muertos,
y en el centro de la vida cristiana para recordar a los cristianos que las
parcelas del cielo no se compran con
indulgencias y que el Papa no es un agente inmobiliario ni dueño del solar
celestial, fue un acto revolucionario. Revolución que la Iglesia Católica no
acaba de asimilar.
¿Y las
“obras” qué? Las obras, ese saco lleno de milagros, novenas, sacrificios y
renuncias,
practicadas de mala gana, que tenemos que presentar para merecer algo o esa
batería de
medallas que tenemos que exhibir para identificarnos, sí las “obras” tírenlas
por la borda, no
sirven de nada.
Las
Iglesias surgidas de la Reforma de Lutero no tienen un centro geográfico, Roma
es
cualquier centro de culto y no tienen un centro personal, humano, vestido de
blanco.
Todo
predicador está sometido sólo a Cristo y a su palabra.
Con
Lutero comenzó todo, escrutando un versículo de la Carta a los Romanos 1,17. “El
Espíritu
me hizo esta revelación en la cloaca”. “El Espíritu me reveló las Escrituras en
la
torre”.(testimonios recogidos en Table Talk)
Lutero
vive en los miles de luteros que con distintos títulos: profetas, apóstoles,
mensajeros,
obispos, servidores y predicadores recorren el planeta. Su tarea gira en torno a
la Biblia, la
predicación y Bible Study.
Su gran
púlpito es la televisión. Atónito y asombrado me adentraba yo en esas asambleas
multitudinarias, entusiastas e intoxicadas con el espíritu divino, de
testosterona divina estaban
embriagados predicadores y predicados y yo frente al televisor sentía una
envidia alegre
porque el mensaje de la Sola Scriptura, la Sola Fides, la Sola Gratia y el Solus
Christus era
predicado.
Sus
canales de televisión: SBN The Word Network, TBN, Hillsong Channel, GMS Gospel
Music...llegan a todos los rincones del planeta. Sus “preachers”: T.D. Jakes,
Joel Osteen, John
Gray, Joseph Prince y otros muchos, se toman muy en serio su trabajo y su
ministerio tiene
ámbito local y nacional.
500
años después, Lutero de Wittenberg y los luteros del mundo siguen siendo
cautivos de la
Palabra de Dios.
Érase
una vez un monje agustino, pequeño David, que venció a un emperador, gigante
Goliat,
con la espada de doble filo que salió de su boca.
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