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Nos ha
hecho reir durante la Misa. ¿No es eso pecado?
Pecado
es poner cara de imagen seria, rígida y muerta. Nos sobran imágenes muertas y
nos faltan imágenes vivas. En el templo sobran todas las imágenes si nosotros,
los que entramos, nos sabemos creados a "imagen de Dios", somos su imagen.
Antes
el cura nos soltaba latinajos que nadie entendía, adorno frío que se congelaba
en sus labios. Ahora usted nos suelta frases en inglés que sólo entienden
nuestros nietos y nos suenan a adorno necesario y que nos hacen reír. No olviden
"Y Sara se rió". Sara aquella matriarca vieja, tan vieja que ya no esperaba nada
de su marido Abrahán y menos placentero. Y Sara se rió cuando el mensajero de
Dios, no sé en qué idioma, le dijo que Abrahan le daría placer y un hijo.
La
liturgia ha eliminado la risa y se ha revestido de un hieratismo glacial. Los
inesenciales de la religión marcan el territorio. Nuestras Saras, a falta de
Abraháns, necesitan un poco de humor, una sonrisa maliciosa que las rejuvenezca.
Quería
escribir sobre el Misal Romano y me he perdido en el camino.
El
nuevo, recién estrenado Misal Romano se ha convertido, de la noche a la mañana,
en objeto de culto.
"El
Misal Romano que tiene en sus manos ha sido fabricado de acuerdo con la dignidad
propia de un libro litúrgico desde la elección del papel... Y se nos dan
instrucciones de cómo tomar el libro, cómo abrirlo, guardarlo,
limpiarlo"...porque es digno de veneración.
Y antes
de hacer cualquiera de estas cosas tan importantes, los liturgistas, los
vicarios y los arciprestes han mandado a los párrocos impartir sesudas charlas,
charlas cuaresmales incluidas, sobre el Misal Romano. Han mandado procesionarlo,
entronizarlo y mostrarlo a los fieles como si de una valiosa reliquia se
tratara. Lo inesencial elevado a grado de lo esencial. Mi teoría sobre el viejo,
ahora llamado nuevo Misal Romano, tiene para mí una sencilla explicación.
Nos han
entregado un libro carísimo y gordísmo, tan gordo que oculta lo esencial: el pan
y el vino. Lo han engordado con piensos compuestos, artificialmente, con
cincuenta "acuérdate", con música incantable, con instrucciones que nunca se
leerán...Tan gordo que me cae muy gordo.
La
oración colecta, oración que nadie entendía ni atendía (lo he comprobado con
múltiples encuestas) ahora las nuevas son más difíciles y enrevesadas y si
leídas como prosa aburrida hasta dejarán de ser oraciones. Pero, pero lo
increible, esta es mi convicción, es que nos han impuesto un libro gordísimo
para que digamos "POR MUCHOS", en lugar de "POR TODOS", en lugar de "FOR ALL",
más ecuménico, más teológico y más verdad. Todas las demás consideraciones son
razones piadosísimas e innecesarias.
El
mismo Misal Romano de siempre, pero con este mínimo cambio que tanto le gusta a
Benedicto XVI.
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