El futuro es negro, pero

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El mundo gira en torno a nuevos valores y nuevos discursos y, sin darnos cuenta, respiramos aires nuevos, percibimos olores nuevos y oímos palabras nuevas.
Los hombres, dioses superfluos, se ciñen coronas, se cuelgan medallas y se adornan con títulos pomposos.

El hombre, Zaratustra, no es puente hacia el superhombre, fijo en su ser, como los maniquíes de los escaparates, simplemente, cambia de traje cada mañana.

El futuro de la Iglesia, foto fija en el album infantil de muchos católicos, es negro, muy negro, pero a pesar de nosotros la victoria es esgura.

Durante siglos hemos asociado la influencia de la Iglesia a su vocación de transmitir valores e ilusiones, sus ministros enseñaban a un pueblo ignorante y la asistencia a la Misa Dominical, certificaba su poder y justificaba su existencia.

Hoy, decir Misa Dominical, es decir aburrimiento, pasividad, soledad.

Hoy en la cartelera de los templos leo, Misa Disco, Misa Jazz, Misa Power Point, Misa ilustrada con imágenes, videos para rezar… la sociedad del entretenimiento, de lo superfluo ha entrado en los templos, modernidad que llega tarde y a nada invita.

La asistencia a la Misa Dominical, necesidad vital, es un indicador menor de la persistencia de la fe en el mundo. Asistimos a la rebelión de los bancos vacíos, signo que no pregona el fin sino el principio de algo nuevo.

Las procesiones de ¨marías, roques y antonio 's¨, al son de campanas, minoritarias, folklore a reciclar, han sido sustituidas por las procesiones multitudinarias que hacen girar al mundo en torno a nuevos valores.

¨Permaneced fieles a la tierra¨, mandato a crear nuevos valores, los hombres procesionan al son de nuevos tambores y nuevos eslóganes.

Procesión por el cambio climático, we have no other planet.
Procesión contra el racismo, all men are created equal.
Procesión a favor del aborto, My body, my choice.
Procesión por la paz, men need bread not guns.
Processión del Orgullo Gay, God made me like this.

Procesiones, manifestaciones de un mundo en estado de alerta, procesiones constantes creadoras y proclamadores de nuevos valores y celebración de las nuevas fiestas y de los nuevos héroes, en la Plaza Mayor.

Todo lo que es humano tiene su procesión. No hay que paniquearse, es la rebelión de lo olvidado.

La Religión con mayúscula no necesita ser reciclada, las “devociones”, calderilla tan apreciada por el pueblo fiel, necesita ser diariamente reciclada. No es lo mismo la Palabra de Dios rica, abundante, sabrosa, inspiradora, dadora de sentido, radiografía del corazón, despertador sonoro de la responsabilidad para crear un mundo más fraterno y terrenal y menos celestial, que plantarse ante una escayola símbolo de la imperfección.

“Religion is for people who are afraid of going to hell, spirituality is for people who have been there”. “La religión es para la gente que tiene miedo de ir al infierno, la espiritualidad es para aquellos que han estado en él”.

La Religión, en este oficio de tinieblas, su mensaje reprimido y su voz asfixiada, ha perdido protagonismo no sólo en el atrio de los gentiles sino en el atrio interior del templo. Y es que no está llamada a ser protagonista de nada, su misión es ser levadura que fermenta la masa.

Nuevos legisladores crean nuevos valores y nuevos códigos que la ciudadanía bendice y agradece.

El siglo XXI, a pesar de los enormes progresos, vive en una gran orfandad. No se puede parar el reloj de la Creación ni matar a su Creador.