El Día de la Felicidad

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Cada uno de los 365 días del Calendario Católico tiene asignado un santo. (Muchos católicos no tendrían religión si no tuvieran un santo al que rezar y una estampita que besar) A las siete de la mañana, Alsina, el de Onda Cero, lee los santos del almanaque, para ser dignos de ser nombrados tienen que ser nombres, raros, feos, impronunciables y que ningún mortal cargue con ellos. Cada día del año su santito, sólo santitos, Santazo sólo hay uno y ese no está en la lista.

La Torá cuenta con 613 mandamientos. Los “sabios” del Talmud, tras sesudas discusiones, determinaron que 365 mandamientos son prohibiciones, una para cada día del año y 248 son mandamientos positivos, tantos como corresponden a las partes de la anatomía humana.

Cada uno de los 365 días del año del Calendario Laico tiene asignado un deseo que soñar o una actividad que realizar o un amor que cultivar o… Y así desde la ONU hasta el último alcalde de Soria dedican un día a la Utopía.

La ONU ya eligió su día y su deseo: El Día 20 de marzo, ólvidense del santito y del mandamiento talmúdico, es y será oficialmente el DÍA de la FELICIDAD.

Un Día Sin: un día sin coche, un día sin televisión, un día sin sexo, un día sin banderas, un día sin futból, un día sin viagra, un día sin palabras… letanía que se hace eterna.

Un Día Para: un día para plantar un árbol, un día para amar un musulmán, un día para sonreír al vecino, un día para besar un árbol o un enemigo, un día para hacer las paces...letanía que se hace eterna.

Un Día De: Día de la Felicidad, Día de la Paz, Día del Amor, Día del Pene, Día del Padre, Día de la Madre, Día de la Alegría, Día del cáncer de mama y de próstata, Día del niño y Día del abuelo, Día de la Tierra...Letanía que se hace eterna. Y si te quedas sin ideas, consulta el Eclesiastés y encontrarás un día y un tiempo para cada actividad que los hombres realizan bajo el sol.

Yo me quedo hoy con la ONU, que sirve tan poco como su mandamiento de ser Feliz el Día 20 de cada mes de marzo.

Yo quiero ser muy Feliz y, te lo creas o no, casi lo consigo, por un milímetro no he llegado al éxtasis Total.

Y ya antes, mucho antes que la ONU, Jefferson, inmortal por su primer párrafo de la Constitución “WE the People”, proclamó con total solemnidad el derecho de todo ser humano a vivir en constante pursuit of Happiness.

Y ya antes el Qohelet decía: “Examiné todas las acciones que se realizan bajo el sol y comprendí que todo es vanidad y caza de viento”. Ecl 1,4 “Y así he comprendido que el único bien del hombre es disfrutar y pasarlo bien en la vida. Pero que el hombre coma, beba y se regale en medio de las fatigas es don de Dios”. Ecl 3,12-13

Y ya antes un tal Jesús de Nazaret, profeta escatológico judío nos dio dos versiones de la Felicidad. Las Bienaventuranzas de Mateo a los oídos de los creyentes suenan verdaderas y programáticas, aunque no las recojan ningún catecismo ni ninguna programación eclesial.Tienen gran mérito, suenan tan bien. “Felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Ocho veces, sí, ocho Felicidades.

A los oídos de los que viven bajo el Calendario Laico, si alguna vez las oyen, les suenan a mofa, a tomadura de pelo. Su Felicidad viaja por otra autopista y ningún GPS las localiza. A estos habría que recordarles las Malaventuranzas de Lucas: “Ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis ahora vuestra Felicidad”. Los hombres programamos el hoy, Jesús programa el mañana.

En uno de mis paseos por la ciudad saludé, hace unos pocos días, a dos Testigos de Jehová. Hieráticos, serios, educados y bien vestidos me ofrecieron un folleto que avivó mi curiosidad: “El Camino de la Felicidad”, justo lo que necesitaba.

Las religiones predican poco la Felicidad. Tienden a cargar las tintas en la culpa, el pecado, a recordarnos que somos tan pecadores que deberíamos estar golpeándonos el pecho con una piedra como lo está el San Jerónimo del retablo de mi pueblo.

El lado oscuro de la religión es el cilicio, la mortificación, la negación, la austeridad, las privaciones, el autocastigo, la obsesión por el pecado que vacía el alma y nos incapacita para experimentar el calor de Dios y su bondad.

El Camino de la Felicidad en la versión de Jehová consiste en “estar contentos con lo que tenemos y ser generosos, en la salud y la resilencia, en el amor, el perdón y la esperanza y tener una vida con propósito”.

La ONU, además de mandarnos ser Felices un día al año, ha tomado la temperatura de la Felicidad del mundo entero y ha certificado que los habitantes de Finlandia, país liliputiano, no sólo son Muy Felices sino que son más Felices que Yo y más que los otros habitantes del planeta.

La ONU habla de la Felicidad de las gentes que viven bajo el Calendario Laico, gentes que ganan grandes sueldos, viven muchos años y cumplen la profecía de Isaías “será joven el que muera a los cien años y será maldito el que no los cumpla”, son libres, les gusta pagar impuestos y se dejan mimar por papá Estado desde la cuna hasta la tumba.

Esa Felicidad es pura anestesia. No me imagino el mar sin oleaje ni el océano sin espumosas tormentas.

Si usted me pregunta qué es la Felicidad, no sabría darle una definición científica ni sociológica, pero sí sé que soy Feliz, a pesar de que ya no duermo de un tirón y de que no tengo ni voy a una sauna finlandesa.