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“La
hipocresía, no la herejía, es la causa de la decadencia espiritual”. A.J.
Heschel
En
política el bipartismo funciona bien en muchos países: Demócratas y
Republicanos, Tories y Whigs, derechas e izquierdas...y como no hay nada puro ni
existe el pensamiento único a los partidos les crecen alas blancas, azules o
rojas.
Sólo en los campos de futból hay un bipartidismo total.
¿Y en la Iglesia Católica, apostólica y romana, -como aún dicen los antiguos-
existe el bipartidismo?
Bajo el pontificado imperial de Juan Pablo II y Benedicto XVI sólo había una
voz, una autoridad, un jefe que tenía la razón, toda la razón y toda la verdad.
El Sínodo de los 270 obispos ha terminado. No sé si con un punto final
decepcionante o con una coma esperanzadora.
En la iglesia, unas épocas dormido, otras vociferante, siempre ha existido el
bipartidismo.
Bipartidismo:
conservadores vs. Progresistas.
Francisco describe a los conservadores como “los corazones cerrados”, “los
sentados en la cátedra de Moisés”, “los que juzgan con superioridad y
superficialidad”, “los defensores de la letra” y los que exhiben sus títulos:
Beatitudes, Exceclencias, Eminencias. Son los de NO al cambio.
Francisco y su escudero Walter Kasper son el martillo de los conservadores.
Los progresistas se contentan con el hermoso título de hermanos y hermanas.
Defienden el hombre, odian los anatemas, perdonan, abren y acogen y les sobran
los catecismos y el Derecho Canónico y se cobijan bajo el evangelio de Jesús y
de su misericordia. Se dejan guiar por el Espíritu para vivir la libertad de los
hijos de Dios.
Bipartidismo
Pastoral, -sexual-.
El mundo occidental, sin grandes traumas, ha aceptado la revolución sexual. La
tiranía de todo es pecado en el sexto mandamiento se ha evaporado y creyentes y
no creyentes se han instalado en un nuevo clima.
La Humanae Vitae de 1968 sigue ahí, congelada en el tiempo, como Ley dictada en
el Sinaí, como símbolo del rechazo a la revolución sexual, como señas de
identidad de la Iglesia oficial. Ley que la inmensa mayoría de los curas en su
pastoral de cada día ignora y silencia.
¿Qué cura se atreve a prohibir o a desaconsejar a sus feligreses el uso de la
píldora anticonceptiva o a predicar la castidad a un quinceañero?
Bipartidismo
Jerarquía vs. Fieles.
Los 270 obispos del Sínodo, después de un maratón de discursos y de discusiones
talmúdicas, no han resuelto nada. Para ellos todo está claro, la doctrina es
inmutable y hasta el mismo Sínodo era innecesario.
En la historia del Horno de Ajnay el propio Dios intenta intervenir en un debate
rabínico y termina derrotado.
“¿Qué hizo el Santo, Bendito El, en ese momento?
Se rió con alegría y dijo: Mis hijos me han derrotado, mis hijos me han
derrotado”.
¿Han derrotado los obispos a Dios o a Francisco?
El pueblo de Dios vive bajo el signo de la revolución sexual, lo aceptemos o no,
lo entendamos o no, y vive, sin remordimientos, de espaldas a las enseñanzas de
la jerarquía.
Nuestros feligreses, incluidos los más piadosos, cohabitan, toman la píldora
anticonceptiva, se divorcian, aceptan los matrimonios gays y los divorciados,
con o sin permiso de sus párrocos, se acercan a comulgar”.
Bipartidismo
Continental
Francisco dixit: “Hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de
un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo para el obispo de
otro continente”.
Los obispos de África, continente donde el celibato es menos guardado por el
clero, son los enemigos más acérrimos de la revolución sexual. (Tal vez sea por
la cuarta razón que dice Maimónides en el capítulo XXXIV de su “The Guide for
the Perplexed”)
El
Sínodo “no significa que se hayan encontrado exhaustivas soluciones a todas las
dificultades y dudas que desafían y amenazan a las familias” dijo el Papa
Francisco.
El documento sinodal ofrece buenas palabras, no ofrece soluciones.
Cada obispo, según el partido al que pertenezca, ofrecerá las soluciones de
siempre o soluciones de acogida y de misericordia.
“Mejor es caer en las manos de Dios que caer en las manos de los hombres”, dijo
el rey David.
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