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En un
pasado lejanísimo, los niños oíamos decir: "ese jura más que un carretero",
expresión hoy en desuso e incomprensible para los menores de cincuenta años.
Los
carreteros, ante las rugosidades del camino y la impotencia de sus jumentos,
soltaban unas letanías blasfemas contra Dios, contra su nombre, contra su morada
y contra todos los que la habitan.
Los
carreteros ya no existen, pero el lenguaje sucio, soez y obsceno sí existe.
Soltar
cuatro tacos y cuatro palabrotas sonoras para ventilar el alma cuando uno está
en estado de shock o ante una tragedia o un desprecio ha sido y sigue siendo
liberador. Soltar cuatro bombas lingüísticas y desahogarse verbalmente es más
liberador que una nocturna masturbación.
Viví
con un cura escolapio, siempre muy callado y muy educado él, que un par de veces
al año nos regalaba un monólogo soez y obsceno. Durante cinco minutos, siempre a
la hora del postre, lo escuchábamos en silencio como si estuviéramos ante el
séptimo ángel que iba a derramar al viento la séptima copa de la ira de Dios.
Terminado el monólogo apocalíptico pronunciado por el falso profeta seguíamos
comiendo una manzana mientras rumiábamos la oratoria profana, liberación, para
él, más que necesaria.
¿Se
habla hoy peor que ayer? El dirty talk, el lenguaje sucio es propiedad de los
hombres, el lenguaje santo, HolyTalk, es propiedad de Dios.
Mis
oídos siguen oyendo el dirty talk hoy como ayer. Lo que sí he constatado es que
lo que ayer era un fenómeno de carreteros, hoy todos, incluidos los niños, son
carreteros. En la calle he escuchado a niños de quinto o sexto de primaria decir
a sus madres a gritos: “por mis cojones no lo haré, no iré”. Su seriedad y su
energía me estremecían. Me parecía escuchar al ángel exterminador. Los niños de
ayer ciertamente no éramos carreteros. En los patios de los colegios se lanzan
más bombas lingüísticas que balonazos.
¿Y las
mujeres? Ahora ya son carreteros/as.
¿Es la
maldición del lenguaje la nueva normalidad? La sociedad no sólo tolera el asalto
al lenguaje sino que lo aplaude y en el ámbito público, en el congreso, se usa y
se nos enseña.
Según
Maimónides sólo existe una lengua, la lengua Hebrea, que es santa y la prueba es
que el Hebreo no tiene palabras para nombrar los genitales. El lenguaje sucio,
dirty talk, siempre se asocia con la sexualidad, el sexo y los genitales.
“Cuando
en el principio Dios creó el cielo y la tierra” leemos en el Génesis Dios habló
en Hebreo, HolyTalk, la única lengua santa.
“Yo
tengo también una razón y un motivo para llamar a vuestra lengua, la lengua
santa. No piensen que es una exageración o un error por mi parte, es
perfectamente correcto, la lengua Hebrea no tiene una palabra específica para
nombrar el órgano de la procreación de los hombres ni de las mujeres ni siquiera
para el acto de la procreación, ni para semen, ni para secreción. El Hebreo no
tiene palabras para esas realidades y sólo las describe en lenguaje figurado y
por alusiones para darnos a entender que estas cosas no deben ser mencionadas y
por lo tanto no deben tener nombres. Ante ellas sólo cabe el silencio” .
Maimónides
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