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Los
títulos de algunos libros son epitafios memorables, evangelios que no necesitan
una exégesis oficial, el lector, luterano bíblico, es libre de interpretarlos
con total libertad.
"Les
Nourritures terrestres", mi breviario de juventud, fue la ronda de la sed
insatisfecha. "El hombre unidimensional", válido para mis sermones dominicales
es un huevo cerrado a toda trascendencia. "Crónica de una muerte anunciada", por
ejemplo, la de Jesús de Nazaret que fue anunciada el primer día de la creación.
"The Heart of darkness" y el "Apocalipsis", crónicas de ayer, de hoy y de
mañana.
No he
leído la novela "El hombre sin atributos", pero se me antoja de pasmosa
actualidad. El hombre de hoy desprecia los atributos que indican perfección y se
viste cada mañana con los atributos de la vanidad, la fama, la belleza y como
narciso se enamora de sí mismo, lo más efímero de la creación. Todo es
superficie, es el hombre hueco, sin atributos. No es un hombre feliz y Jamie
Shupe proclama: "I am the first official genderless person in the United States".
Tengo atributos, pero no soy ni él ni ella, sin género.
A estas
alturas del juego de la vida, cuando uno está viviendo la prórroga o los minutos
basura, poco pensaba yo que un escritor nacido en Córdoba en el siglo XII
pudiera interesarme.
El
título del libro de Maimónides "Guía de perplejos", epitafio sempiterno, escrito
para disipar las dudas religiosas de su discípulo Ibn Aknin, siempre me había
resultado atractivo y misterioso y yo que vivo en la perplejidad religiosa y
teológica, más en la frontera que en el centro, por fin me he sumergido en sus
cálidas aguas.
Maimónides
es el gran elefante en la biblioteca teológica del judaismo. Hay un antes de
Maimónides y un después. Sus libros, radicales e innovadores, fueron quemados
por los sabios judíos de su tiempo. El Dios de Maimónides es el Dios escondido
de la tradición rabínica llevado al extremo, su concepción de Dios produjo una
profunda revolución en el pensamiento judío.
El Dios
de Maimónides, único tema filosófico de la Guía de perplejos, no necesita
atributos, cero, ninguno, nada.
"Alguien
que ha oído hablar del elefante y sabe que es un animal, desea conocer su forma
y su naturaleza. Una persona, que está engañada o que quiere engañársele, le
dice que es un animal con una pata, tres alas, habitante en lo profunde del mar,
con un cuerno, transparente, con cara de hombre, dotado de palabra, que a veces
vuela en el aire y a veces nada como un pez. Yo no diría que ha descrito
incorrectamente al elefante, o que tiene un conocimiento insuficiente de él,
sino que ha pintado una invención de su fantasía, y que nada hay semejante en la
realidad. Se trata de un ser imaginario a quien se le aplica el nombre de un ser
real. Pues lo mismo ocurre con DIOS -alabado sea Su nombre-, cuya existencia es
absoluta y perfectamente simple. Cuando decimos que la esencia llamada -DIOS- es
una sustancia con tales o cuales propiedades, que sirven para describirlo,
aplicamos el nombre de Dios a un objeto que no existe. Mira cuales son las
consecuencias de afirmar atributos divinos". Guía de perplejos. Capítulo LX
"Cuantas
menos cosas pueda una persona excluir en relación con Dios, tanto menos sabe de
Él. El hombre que afirma un atributo de Dios, nada sabe, si no es el nombre,
porque el objeto al cual aplica el nombre en su imaginación no existe, es una
mera invención o fantasía".
Maimónides
es el único teólogo cien por cien monoteista que existe en la historia de las
religiones. niguno tan radical como él.
Dios,
solo Dios, sin corte celestial, sin ejército de alados servidores, sin enemigos
malvados, sin demonios. Uno, punto final.
Nosotros,
pigmeos del saber, sabemos que Dios es, pero no sabemos lo que es, no conocemos
su esencia. "Cuando nuestros labios desean proclamar su grandeza con palabras
descriptivas, toda elocuencia se convierte en impotencia e imbecilidad", escribe
Maimónides.
Los
teólogos, los maestros del espíritu y los creyentes, todos intentamos describir,
imaginar y asir a Dios. Un dios genérico que vale para todos y para todo. Tarea
intelectual de búsqueda frustrada, a Dios no se le encuentra en ninguna parte,
tarea enciclópedica que amontona discursos e inventa nuevos atributos que nos
describen más a nosotros mismos que al Gran Desconocido.
Siempre
he sospechado de los atributos aplicados a Dios que empiezan por omni:
omnisciente, omnipotente, omnipresente, omnibenevolente, omnitemporal,
inmutable...atributos politeistas que se aplican a todos los dioses y que se le
echan en cara porque contradicen su creación y no explican el gran problema del
mal.
"Toma
nota, le dice Maimónides a su discípulo, de que, cuando afirmas algo de Dios, te
apartas de El en dos aspectos: primero, porque cualquier cosa que afirmes será
perfección solo con relación a nosotros y segundo, porque Él no posee nada
sobreañadido a su esencia, ya que su esencia encierra todas las perfecciones".
El
lenguaje humano es limitado no solo porque tiende a emplear una terminología
sensorial en atención a las masas sino también por su misma estructura: en
palabras de Maimónides "todos los pasajes que uno encuentra en las Escrituras en
los que se habla de Él, exaltado sea Él, como el Primero y el último son
análogos a los que dicen de Él que tiene un ojo o una oreja... Todas estas
palabras aplicadas a Él son propias del lenguae de los hijos del hombre". For
you. silence is Praise-
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