Dios Sin Atributos

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Los títulos de algunos libros son epitafios memorables, evangelios que no necesitan una exégesis oficial, el lector, luterano bíblico, es libre de interpretarlos con total libertad.

"Les Nourritures terrestres", mi breviario de juventud, fue la ronda de la sed insatisfecha. "El hombre unidimensional", válido para mis sermones dominicales es un huevo cerrado a toda trascendencia. "Crónica de una muerte anunciada", por ejemplo, la de Jesús de Nazaret que fue anunciada el primer día de la creación. "The Heart of darkness" y el "Apocalipsis", crónicas de ayer, de hoy y de mañana.

No he leído la novela "El hombre sin atributos", pero se me antoja de pasmosa actualidad. El hombre de hoy desprecia los atributos que indican perfección y se viste cada mañana con los atributos de la vanidad, la fama, la belleza y como narciso se enamora de sí mismo, lo más efímero de la creación. Todo es superficie, es el hombre hueco, sin atributos. No es un hombre feliz y Jamie Shupe proclama: "I am the first official genderless person in the United States". Tengo atributos, pero no soy ni él ni ella, sin género.

A estas alturas del juego de la vida, cuando uno está viviendo la prórroga o los minutos basura, poco pensaba yo que un escritor nacido en Córdoba en el siglo XII pudiera interesarme.

El título del libro de Maimónides "Guía de perplejos", epitafio sempiterno, escrito para disipar las dudas religiosas de su discípulo Ibn Aknin, siempre me había resultado atractivo y misterioso y yo que vivo en la perplejidad religiosa y teológica, más en la frontera que en el centro, por fin me he sumergido en sus cálidas aguas.

Maimónides es el gran elefante en la biblioteca teológica del judaismo. Hay un antes de Maimónides y un después. Sus libros, radicales e innovadores, fueron quemados por los sabios judíos de su tiempo. El Dios de Maimónides es el Dios escondido de la tradición rabínica llevado al extremo, su concepción de Dios produjo una profunda revolución en el pensamiento judío.

El Dios de Maimónides, único tema filosófico de la Guía de perplejos, no necesita atributos, cero, ninguno, nada.

"Alguien que ha oído hablar del elefante y sabe que es un animal, desea conocer su forma y su naturaleza. Una persona, que está engañada o que quiere engañársele, le dice que es un animal con una pata, tres alas, habitante en lo profunde del mar, con un cuerno, transparente, con cara de hombre, dotado de palabra, que a veces vuela en el aire y a veces nada como un pez. Yo no diría que ha descrito incorrectamente al elefante, o que tiene un conocimiento insuficiente de él, sino que ha pintado una invención de su fantasía, y que nada hay semejante en la realidad. Se trata de un ser imaginario a quien se le aplica el nombre de un ser real. Pues lo mismo ocurre con DIOS -alabado sea Su nombre-, cuya existencia es absoluta y perfectamente simple. Cuando decimos que la esencia llamada -DIOS- es una sustancia con tales o cuales propiedades, que sirven para describirlo, aplicamos el nombre de Dios a un objeto que no existe. Mira cuales son las consecuencias de afirmar atributos divinos". Guía de perplejos. Capítulo LX

"Cuantas menos cosas pueda una persona excluir en relación con Dios, tanto menos sabe de Él. El hombre que afirma un atributo de Dios, nada sabe, si no es el nombre, porque el objeto al cual aplica el nombre en su imaginación no existe, es una mera invención o fantasía".

Maimónides es el único teólogo cien por cien monoteista que existe en la historia de las religiones. niguno tan radical como él.

Dios, solo Dios, sin corte celestial, sin ejército de alados servidores, sin enemigos malvados, sin demonios. Uno, punto final.

Nosotros, pigmeos del saber, sabemos que Dios es, pero no sabemos lo que es, no conocemos su esencia. "Cuando nuestros labios desean proclamar su grandeza con palabras descriptivas, toda elocuencia se convierte en impotencia e imbecilidad", escribe Maimónides.

Los teólogos, los maestros del espíritu y los creyentes, todos intentamos describir, imaginar y asir a Dios. Un dios genérico que vale para todos y para todo. Tarea intelectual de búsqueda frustrada, a Dios no se le encuentra en ninguna parte, tarea enciclópedica que amontona discursos e inventa nuevos atributos que nos describen más a nosotros mismos que al Gran Desconocido.

Siempre he sospechado de los atributos aplicados a Dios que empiezan por omni: omnisciente, omnipotente, omnipresente, omnibenevolente, omnitemporal, inmutable...atributos politeistas que se aplican a todos los dioses y que se le echan en cara porque contradicen su creación y no explican el gran problema del mal.

"Toma nota, le dice Maimónides a su discípulo, de que, cuando afirmas algo de Dios, te apartas de El en dos aspectos: primero, porque cualquier cosa que afirmes será perfección solo con relación a nosotros y segundo, porque Él no posee nada sobreañadido a su esencia, ya que su esencia encierra todas las perfecciones".

El lenguaje humano es limitado no solo porque tiende a emplear una terminología sensorial en atención a las masas sino también por su misma estructura: en palabras de Maimónides "todos los pasajes que uno encuentra en las Escrituras en los que se habla de Él, exaltado sea Él, como el Primero y el último son análogos a los que dicen de Él que tiene un ojo o una oreja... Todas estas palabras aplicadas a Él son propias del lenguae de los hijos del hombre". For you. silence is Praise-