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El
Domingo, escribía yo en “El Elogio del Domingo”, es el día del cuerpo -silla y
familia carnal- y es también el día del alma -banco y familia espiritual.
El Domingo, el Católico no tiene que conquistar nada, tiene que santificar el
tiempo.
“El hombre puede rezar a Dios en cualquier lugar, la creación entera es su
templo. No existen lugares fijos para rezar. Pero Dios no habla de la misma
manera en todos los tiempos. Sí, hay tiempos fijos para rezar.”
El Domingo es el día de un santo y justo armisticio, Dios nos habla one on one.
Dios lo ha santificado y reservado para conectar con sus hijos.
Las cosas, los trabajos y los negocios reclaman la presencia del hombre durante
seis días, pero el Séptimo Día Dios necesita al hombre.
El rasgo que define a un judío y le cualifica para ser testigo de un documento
legal, no es su piedad ni su fe en Dios, es su observancia del Sábado. The New
York Times, unos años atrás, traía una bonita historia. Un judío, muy viejo,
recorría todos los Sábados las calles del Lower East Side en busca de otros
judíos para formar la Minyan y poder celebrar el servicio sinagogal. Era el
misionero del Sábado.
En el Lower East Side quedan sinagogas. La Fundación Orensanz tiene su sede en
una sinagoga. La Eldridge Synagogue, con sus arcos de herradura y sus
influencias árabes, está abierta a los turistas y al culto. Lo que no quedan son
judíos. Y este viejecito, como Diógenes, va en busca de nueve hombres. Yo fui
invitado por mi amigo Aarón para formar la Mynian en la Old Broadway Synagogue.
Hace un año, sin cita previa, Mr. Coronavairus irrumpió en nuestro planeta y
cambió el texto del Gran Teatro del Mundo. Vivíamos sin protocolos y ahora hasta
para mear tenemos protocolos que observar.
Clausurados los templos, la autoridad eclesiástica competente eximió a los
Católicos del Precepto dominical. Adiós al pecado. La autoridad competente
siempre llega tarde. Llevamos décadas sin conciencia de pecado.
La tregua cumplida, vuelta a la Obligación de oír misa entera, sermón leído y
aburrido incluido,todos los Domingos. La televisión no suple nada.
Dios no nos ha ofrecido una “REDENCIÓN” VIRTUAL.
La única autoridad competente, Juan 3,16 -tatúatelo en el alma- nos informa que
“Dios amó tanto el mundo que nos dio a su Hijo Único”... Sí, Jesús no es un E.T.,
un ghost, es presencia real, no fake news, no es un YouTube “reenviado” millones
de veces.
La normalidad de la vida cristiana se vivió en el siglo I y se vive en el siglo
XXI aceptando la invitación de Jesucristo a formar asamblea litúrgica, presente
en la Palabra y presente en el pan y el vino y presente en el banco con los
hermanos.
Low fat es el signo de los tiempos. La cerveza 0,0% para los adictos es una
pijotada.
Ayer, sentado en la terraza del Ajax Bar, miraba a dos mujeres que leían el
tablón de anuncios de la iglesia, sacaron la cámara para hacer una foto y les
grité: ¿Quieren saber el horario de misas? Yo se lo explico.
Se acercaron a la mesa, su uniforme las delataba y explicaba su misión. Eran de
Securitas Direct.
No alarmas. Se pueden llevar los últimos bancos, están tristes, nadie los
calienta y los cepillos están más vacíos que mis bolsillos. Pasamos un ratito
distendido y divertido. Se fueron sonriendo y me dejaron su business card.
El Domingo cristiano, amigos, no es una OBLIGACIÓN, es una NECESIDAD para los
que necesitamos algo más que un Domingo 0,0%.
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