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Del Elogio del Domingo a la Necesidad del Domingo

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El Domingo, escribía yo en “El Elogio del Domingo”, es el día del cuerpo -silla y familia carnal- y es también el día del alma -banco y familia espiritual.

El Domingo, el Católico no tiene que conquistar nada, tiene que santificar el tiempo.

“El hombre puede rezar a Dios en cualquier lugar, la creación entera es su templo. No existen lugares fijos para rezar. Pero Dios no habla de la misma manera en todos los tiempos. Sí, hay tiempos fijos para rezar.”

El Domingo es el día de un santo y justo armisticio, Dios nos habla one on one. Dios lo ha santificado y reservado para conectar con sus hijos.

Las cosas, los trabajos y los negocios reclaman la presencia del hombre durante seis días, pero el Séptimo Día Dios necesita al hombre.

El rasgo que define a un judío y le cualifica para ser testigo de un documento legal, no es su piedad ni su fe en Dios, es su observancia del Sábado. The New York Times, unos años atrás, traía una bonita historia. Un judío, muy viejo, recorría todos los Sábados las calles del Lower East Side en busca de otros judíos para formar la Minyan y poder celebrar el servicio sinagogal. Era el misionero del Sábado.

En el Lower East Side quedan sinagogas. La Fundación Orensanz tiene su sede en una sinagoga. La Eldridge Synagogue, con sus arcos de herradura y sus influencias árabes, está abierta a los turistas y al culto. Lo que no quedan son judíos. Y este viejecito, como Diógenes, va en busca de nueve hombres. Yo fui invitado por mi amigo Aarón para formar la Mynian en la Old Broadway Synagogue.

Hace un año, sin cita previa, Mr. Coronavairus irrumpió en nuestro planeta y cambió el texto del Gran Teatro del Mundo. Vivíamos sin protocolos y ahora hasta para mear tenemos protocolos que observar.

Clausurados los templos, la autoridad eclesiástica competente eximió a los Católicos del Precepto dominical. Adiós al pecado. La autoridad competente siempre llega tarde. Llevamos décadas sin conciencia de pecado.

La tregua cumplida, vuelta a la Obligación de oír misa entera, sermón leído y aburrido incluido,todos los Domingos. La televisión no suple nada.

Dios no nos ha ofrecido una “REDENCIÓN” VIRTUAL.

La única autoridad competente, Juan 3,16 -tatúatelo en el alma- nos informa que “Dios amó tanto el mundo que nos dio a su Hijo Único”... Sí, Jesús no es un E.T., un ghost, es presencia real, no fake news, no es un YouTube “reenviado” millones de veces.

La normalidad de la vida cristiana se vivió en el siglo I y se vive en el siglo XXI aceptando la invitación de Jesucristo a formar asamblea litúrgica, presente en la Palabra y presente en el pan y el vino y presente en el banco con los hermanos.

Low fat es el signo de los tiempos. La cerveza 0,0% para los adictos es una pijotada.

Ayer, sentado en la terraza del Ajax Bar, miraba a dos mujeres que leían el tablón de anuncios de la iglesia, sacaron la cámara para hacer una foto y les grité: ¿Quieren saber el horario de misas? Yo se lo explico.

Se acercaron a la mesa, su uniforme las delataba y explicaba su misión. Eran de Securitas Direct.

No alarmas. Se pueden llevar los últimos bancos, están tristes, nadie los calienta y los cepillos están más vacíos que mis bolsillos. Pasamos un ratito distendido y divertido. Se fueron sonriendo y me dejaron su business card.

El Domingo cristiano, amigos, no es una OBLIGACIÓN, es una NECESIDAD para los que necesitamos algo más que un Domingo 0,0%.