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“Te
rogamos Señor, que este CIRIO, consagrado a tu nombre arda sin apagarse para
destruir la oscuridad de esta noche y, como ofrenda agradable, se asocie a las
lumbreras del cielo”.
Nuestras
iglesias, las clásicas, con sus retablos, sus capillas, su galería de santos y
santas, sus viacrucis...son pequeños museos. Los fieles, los clásicos, antes de
sentarse hacen la ronda de la santidad, pero prescinden del Tú solo santo,
presente en lo que un niño llama “el joyero”, el sagrario.
Las
nuevas iglesias, las del post-concilio, lucen paredes de ladrillo, vacías y
desnudas, los ojos no tienen donde posarse y las manos no tienen nada que tocar.
Para
mí, alérgico a las escayolas, el símbolo más poderoso, más visual, más
significativo, más majestuosos y más buscado, en una iglesia, es el CIRIO
PASCUAL.
Protagonista
durante la cincuentena pascual, ocupa un lugar, sin presentación ni mención, en
la primera fila de las iglesias.
El
resto del año, oculto en el baptisterio, no goza del estatus religioso que
merece. En algunas iglesias sigue erguido y silencioso en el altar. Nadie sabe
el porqué.
Me
gusta y necesito mirar el CIRIO PASCUAL en las iglesias que visito.
Los hay
altos como mayos y cortos como velitas, gordos como columnas y delgados como
patitas de flamingos.
Me
agrada, cuando en NYC, descansar en el jardín, área de descanso para caminantes,
de la iglesia de la Transfiguración, conocida como The Little Church around the
Corner. Me asomo a la iglesia y saludo el CIRIO PASCUAL, testigo permanente de
la Pascua, que preside la mismísima entrada de la iglesia. Siempre es Pascua.
Un día,
tiempo de Pascua, pregunté, en la homilía, a mis hermanos concelebrantes: ¿aún
no han conversado con el CIRIO Pascual?
Está
ahí, delante de vosotros, su llamita palpitante es como el leve susurro del
Señor que pasa, mirad las grandes letras rojas, los clavos, los números… dan
testimonio de Jesucristo.
La
cincuentena pascual, domingo globalizado, es un gran regalo para comprender lo
que de verdad es importante.
Pongo
los oídos a los labios del CIRIO y le pregunto por las cuatro esquinas de la
cruz.
Son los
cuatro puntos cardinales, la tierra entera asociada al misterio total de tu
Redentor. Su gran victoria quiere penetrar e iluminar los agujeros más oscuros y
recónditos del planeta y de tu corazón.
No fue
una vulgar escaramuza sino una gran victoria, obra del que lo puede todo.
Y son
también los cuatro cuernos de oro de las cuatro esquinas del Templo de la
Antigua Alianza. Asirse a uno de ellos era el salvoconducto que abría las
puertas del perdón y de la vida.
Dime,
CIRIO luminoso, ¿por qué te escoltan esos cuatro clavos?
¿Por
qué en tu día más glorioso no ocultas esas cicatrices tan feas?
Estas
cicatrices que ves son la prueba de mi ministerio, demuestran a mis discípulos
que soy el crucificado, evidencian mi sufrimiento, que no soy un fantasma, soy
real. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo. No puedo ni debo ocultarlas, son
parte de mi ministerio, son sermones vivos para mis seguidores.
¿Existe
alguien que haya dicho un sí rotundo a Dios y no luzca alguna cicatriz? El
ministerio de las cicatrices es el necesario ministerio del servicio y del Amor.
Las
cicatrices se curan despacio y hay que acudir al médico de las almas para
hacerse chequeos periódicos. Acéptalas y déjate sanar.
Cómo me
gustan esas letras rojas, el Alfa que te corona y la Omega sobre la que te
asientas!
¿Y por
qué no luces una de las otras veintidós letras letras del alfabeto?
Yo Soy
Alfa, Principio, y Omega, Fin. Vosotros sois las restantes letras.
Yo Soy,
vosotros sois, si anclados en el que Es, Era y ha de Venir. Vuestra vida es un
corto viaje al punto Omega. Evolución Total.
¿No
Crees, CIRIO asociado a las lumbreras del cielo, que esto es un galimatías?
Sí,
gran galimatías, pero lo vuestro es buscar la verdad, sabiendo que la verdad
plena sólo la encontraréis en el punto Omega.
2020.
Veinte Veinte.
Cristo,
Ayer y hoy. Tuyo es el tiempo y la eternidad. A ti la gloria y el poder por los
siglos de los siglos. Amén.
Me
instalas en mi tiempo, antesala provisional, de la eternidad. Eterno Hoy.
Siempre Presente, siempre Pascua.
2020.
Año del confinamiento, tumba sellada, desconexión total.
CIRIO,
presencia silenciosa de Cristo Resucitado, tú eres la Wifi que me conecta con el
Resucitado.
GRACIAS,
CIRIO, asociado a las lumbreras del cielo.
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