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Para
los predicadores del fin del mundo el Coronavairus es un signo providencial.
Dios no habla, pero, en estos últimos días, está hablando por boca del
Coronavairus.
Asistimos
a un Ensayo General. Las luces de este escenario planetario empiezan a apagarse.
Los cines, los teatros, los museos, las bibliotecas, las escuelas, los estadios,
la antorcha olímpica, las ciudades y hasta los Templos de todas las Religiones
Organizadas han comenzado a apagar sus luces y cerrar sus puertas.
Los
funcionarios de Dios y de los dioses han sido los primeros en interpretar este
signo y asisten al Ensayo General, behind doors, sin un simple asperges.
Las
gentes, clausura monacal, esperamos con un atiborramiento televisivo que el
Reloj del Fin del Mundo marque las 12, midnight, The End.
Hacemos
bien en no mirar atrás e ignorar el pasado porque fue mucho más trágico que el
presente.
La
Primera y la Segunda Guerra mundial mataron a más de 100 millones de personas.
La
Peste Negra de 1350 acabó con el 60% de la población.
La
Gripe Porcina mató a medio millón de personas.
La
Malaria, según la OMS, en el año 2018 mató a 416.000 personas, 272.000 niños
menores de cinco años. ¿Cuántos morirán en este 2020?
Nuestro
Archienemigo, el Coronavairus, no ha sido un gran matón, simplemente un atrevido
bully. Dista mucho de ser el Cuarto Jinete del Apocalipsis, llamado Muerte.
Le
tienen miedo los mercados, los dineros, los negocios, Wall Street, los del G7,
los parados...La verdadera tragedia es económica. Si los dineros se contagian
del miedo, el mundo se para.
El guitarrista Carlos
Santana, en una entrevista, expresaba su experiencia religiosa con esta
metáfora. La espiritualidad es agua pura y fresca, la religión es Coca-Cola, la
Classic, la Light, y la 0 0, puro negocio. La mega-iglesia de Joel Osteen
recauda la ridícula cantidad de 32 millones de dólares al año, un pequeño
negocio.
En este
tiempo de crisis, el Coronavairus separa el agua de la Coca-Cola, lo abierto de
lo cerrado.
“ES un
mandamiento “correr” cuando se va a la sinagoga… incluso el Shabbat. Pero cuando
se sale está prohibido “correr”.
“Dios
no rechaza la oración de muchos, a pesar de la presencia de los transgresores y
nadie debería orar solo cuando lo puede hacer en comunidad”. Maimónides
La
Iglesia “en salida”, eslogan trompeteado por el Obispo de Roma, coreado por el
Colegio de los Obispos, aplaudido por los presbíteros y celebrado por los
fieles, suena bien y hasta invita al heroísmo. Pero vino el Coronavairus y la
Iglesia se batió en retirada.
No se
bendice sólo con la mano y con palabras y menos aún desde los cuarteles de
invierno o desde YouTube.
La
Iglesia, hospital, hermosa y acertada metáfora, pero llegó el Coronavairus y se
cerraron las puertas y los funcionarios de Dios más atentos al poder que al
evangelio mandaron a los fieles abrir el televisor para oír misa on line, para
visitar la Basílica del Pilar, el Museo del Prado y los 15 bosque encantados on
line. Hasta el Papa Francisco se queda sin su claque.
Leo en el Confidencial, Porn Hub Premium “quiere alegrar la cuarentena a los
españoles”, gratis.
Hay que
obedecer a Dios antes que a los funcionarios de Dios.
Los
fieles, fieles a su pastor-obispo, no a su pastor-párroco, cagados de miedo, ven
televisión, comulgan espiritualmente, sé que no saben de qué va la cosa, y el
templo se les antoja un lugar de grandes contagios.
Los
templos tienen que seguir siendo ámbitos de contagio, de contagio de Dios.
Estamos
demostrando que no lo son, que son lugares de consumo, de calderilla religiosa,
inesenciales que no rozan más que la piel.
Contagio
de Dios, producido por el poder de su presencia y su palabra, reja que traspasa
el alma. Contagiados y llamados a contagiar el virus de Dios.
Cuando
los consumidores de ritos salgan de sus madrigueras pedirán y exigirán lo que no
han podido y sabido hacer en su agujero.
No
justifiquemos nuestros estúpidos miedos invocando al Hombre que no tuvo miedo,
al que iba todos los sábados a la sinagoga a pesar de la presencia militar
romana.
Los
Obispos, obedientes al César de turno, han optado por no agitar las aguas, no
oleajes embravecidos, y hasta han sido más Cesaristas que el César.
Qué
imagen tan patética, tan medieval, tan imperial, tan anti evangélica, la del
nuevo obispo de Toledo, Don Francisco Cerro, entra bajo PALIO en la catedral de
Toledo para cerrarla a la semana siguiente.
El
precepto dominical lo cuidamos con cariño en la UCI, ahora será víctima del
Coronavairus.
Las
monjas, liberadas del precepto semanal y dominical, cantan en los balcones y se
sienten plenamente realizadas.
Dios no
pone multas por no visitarle.
Dios es
tan bueno, tan tonto, que todo lo perdona.
Dios lo
llena todo, está más ahí afuera que ahí dentro. No entres.
Dios me
dice, viejo, no corras riesgos. Quédate al calor del hogar.
Mi
virus, de benigno que es no sirve para nada. El Coronavairus, ese sí es
peligroso, encuévate, te puedes contagiar.
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