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Una
joven interrumpió mi caminata y me dijo: “Sólo tengo 40 céntimos, ¿podría darme
un euro para coger el autobús”?
¿Sabes cuánto vale un euro?, le pregunté. Un Padrenuestro por este cura y por
todos los curas, andan muy escasos. Y seguí mi camino.
No oí su respuesta.
No necesito leer las estadísticas, las gritan los tejados, de tan sabidas ni se
comentan, además lo he constatado en mi actividad pastoral todos los domingos y
fiestas de guardar. La actividad de los otros días, cosicas.
Ahórrame los ensayos largos y profundos, conozco las estadísticas provinciales y
nacionales.
Cada uno de nosotros, en nuestro ambiente, en nuestras propias familias,
respiramos el perfume de la incredulidad.
Recuerdos infantiles, vagas creencias, pero sí saben que no “pertenecen”, que no
quieren uncirse al yugo de ninguna institución religiosa.
Hoy todos corren a afiliarse a la religión de los agnósticos.
Las diócesis españolas no tienen curas para atender las parroquias de la ciudad,
los pueblos se contentan con la romería anual de San Marcos o San Antonio, tal
vez ni necesitan los curas nativos ni los colombianos importados.
Las bodas son civiles, los bautismos escasean, por primera vez, este verano, no
he bautizado ni en inglés ni en español ni en francés, los funerales, gracias a
la bendita incineración, han descendido considerablemente. La familia se lleva
la urnita a casa y se olvidan de la Casa de Dios.
Hoy ha muerto Alfonso, compañero de la infancia, y sus hijas han optado por un
funeral “civil”.
Los hombres necesitan más entretenimiento y menos aburrimiento.
Los hombres somos paradójicos. Me hago de cruces contemplando a David Beckham
aguantando 13 larguísimas horas en la cola para durar 5 segundos ante un ataúd.
El descanso dominical, ayer incluía la Misa Mayor y la Misa rezada,
característica esencial y definición del ser católico, del “pertenecer”.
El domingo ya no está asociado a la iglesia, es un día, aunque rojo en el
calendario, más de la semana.
El domingo, secularizado, los negocios abren 24/7 y huelen a deporte y a futból
y desgraciadamente huelen menos a familia.
Cuando los fieles se acercan a los despachos parroquiales para pedir los
sacramentos los párrocos, funcionarios divinos, finalizado su particular
interrogatorio, les exigen asistir a las sesiones PRE-, pre-bautismales, pre-matrimoniales,
pre-confirmación… sólo los funerales se libran del PRE.
Todas esas sesiones PRE son inútiles. Son Pre-cio a pagar por el sacramento.
Esos padres, no catequizados, no saben muy bien lo que piden, pero quieren
mantener una débil relación con la Iglesia.
Las sesiones Post, ni siquiera consideradas en las programaciones pastorales,
son catequéticamente vitales y necesarias para fomentar el sentido de
“pertenencia” eclesial.
No hay que llorar por los números, no es tiempo de elegías, es tiempo de
catequizar más y sacramentalizar menos para que los tejados se callen.
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